Opinión

Seguridad social para las trabajadoras del hogar

FOTO: GRACIELA LÓPEZ /CUARTOSCURO.COM

La informalidad laboral es uno de los problemas más persistentes de México y afecta a más de la mitad de la población. Sin embargo, hay un grupo en particular que labora casi en su totalidad en esta condición: las trabajadoras del hogar. Recientemente, la Cámara de Diputados aprobó –casi por unanimidad– la reforma a la Ley del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) que hace obligatoria la afiliación de las trabajadoras domésticas con la finalidad de formalizar y brindar seguridad social a este grupo.Pero ¿quiénes son las personas trabajadoras del hogar? Son aquéllas que, de manera remunerada, realizan actividades de cuidado, aseo, asistencia o cualquier otra actividad inherente al hogar. Las personas que realizan estas actividades de forma ocasional, sin que sea una ocupación profesional, o quienes prestan servicios de aseo a hoteles, restaurantes, escuelas y establecimientos análogos, no forman parte de este grupo.

En México, la magnitud del problema de la informalidad en trabajadores del hogar es la siguiente: hay casi 2.3 millones de personas que realizan trabajo doméstico remunerado. De este grupo, 90% son mujeres (según los datos del segundo trimestre de 2022 reportados por la ENOE). De ellas, 1.9 millones no tienen acceso a instituciones de salud por parte de su trabajo, y son quienes podrían ver una mejora en sus condiciones laborales a raíz del mayor acceso a la seguridad social.

De implementarse adecuadamente, la reforma implicaría mejoras para la condición laboral de mujeres que, en su mayoría, son parte de hogares con bajos ingresos, ya que siete de cada 10 trabajadoras domésticas reciben una remuneración de hasta de un salario mínimo diario, que equivale a un ingreso máximo de 5,186 pesos mensuales.

Ahora las trabajadoras pueden exigir a sus patrones el registro ante el IMSS donde deben ganar al menos el salario mínimo y su afiliación les brindará el acceso a pensiones por invalidez y de vida, así como derecho a un fondo de retiro que les permitirá tener una mayor seguridad económica con una mejor calidad de vida en el futuro.

Los beneficios de afiliación no sólo se limitan a lo económico. También implican el acceso a servicios médicos y prestaciones sociales como guarderías, las cuales han mostrado ser un incentivo para aumentar la participación de las mujeres en el mercado laboral. Adicionalmente, a las trabajadoras del hogar que habiten en la vivienda en la que laboran se les deberá proveer de alimentación suficiente, habitación y descanso para realizar sus tareas de forma digna y separando su tiempo personal.

Las trabajadoras del hogar merecen tener los mismos derechos que cualquier otro trabajador. Integrarlas a la seguridad social no sólo dignifica su trabajo y respeta sus derechos humanos, sino que también reconoce la aportación económica y social de su labor.

Este tipo de empleo es una vía que muchas mujeres mexicanas toman para obtener ingresos, especialmente para aquéllas que forman parte de grupos vulnerables. Sin embargo, para que se pueda llevar a cabo adecuadamente se necesitan mecanismos de registro eficientes, tanto para el patrón como para el empleado. En el caso de los patrones, el tiempo de registro puede ser una barrera importante para inscribir a su empleada; en el de las empleadas domésticas, deben recibir asesoramiento adecuado para comprender sus obligaciones fiscales y los beneficios que obtienen a cambio.

Brindar seguridad social a las trabajadoras domésticas es un paso importante, aunque no suficiente, para eliminar las barreras de desigualdad y movilidad social.

Publicado en El Economista Capital Humano.

15-12-2022