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Prácticas inconvenientes

Tengo el privilegio de haber participado como consejero independiente de empresas cotizadas en Bolsa.  Corresponde a los independientes cumplir y hacer   normas relacionadas con el uso y difusión de la información contable de la empresa, así como asegurar que la empresa se conduzca con apego a las leyes del país.  Los consejeros independientes son como el pequeño grillo que acompañaba a Pinocho en sus aventuras: les corresponde actuar como la conciencia de las empresas.

Una empresa internacional que conozco ha instituido procesos que exceden las normas establecidas para las empresas cotizadas en bolsa.  Exige a sus funcionarios a que anualmente firmen cartas en las cuales reconocen y hacen suyas las normas de la empresa respecto de tres cuestiones: uso de información privilegiada, prácticas corruptas y participación en prácticas anti-competitivas.

El consejo de la empresa recientemente dedicó parte de la agenda de reunión a revisar los procesos y controles internos para evitar incurrir en prácticas anti-competitivas.  La discusión fue oportuna y relevante puesto que tres grandes empresas multinacionales acaban de reconocer su culpa por haber incurrido en prácticas monopólicas absolutas en el mercado de detergentes de Europa.

Las multas que las empresas pagarán son enormes.  Los castigos se fijaron en proporción al daño causado a los consumidores, pero ahí no acabo el incidente.  El incidente dañó la reputación de las empresas.  Actualmente,  se está revisando su conducta en otros mercados para determinar si ha habido colusión en otros mercados.

El impacto que este escándalo tuvo sobre el Consejo de la empresa en que participo ilustra el poder de los castigos ejemplares.  El código de ética de la empresa prohíbe participar en prácticas no competitivas.  No obstante lo anterior, la colusión de las empresas de detergentes motivó que se discutieran la calidad de los controles que se tienen para evitar conductas de esta naturaleza. Se consideró pertinente revisar varios aspectos de la política actual,  incluyendo revisar la participación ejecutivos de otras empresas.  También se decidió revisar la pertinencia del programa de “whistle-blowers”  (sistema de denuncia anónima vía internet)  para denunciar prácticas anti-competitivas.

Me dio gusto volver a constatar que la empresa en cuyo Consejo participo toma muy en serio las disposiciones que la regulan.  En esta ocasión el tema de discusión fue la ley de competencia de Europa.  En otros casos se ha discutido la suficiencia y eficacia de las controles contra prácticas corruptas.  También se han discutido las medidas que se utilizan en las plantas para salvaguardar la seguridad de los trabajadores.  Este tema también se toma muy en serio: actualmente, la fórmula de incentivos económicos de los ejecutivos incluye compensación que se paga en función de los accidentes que hay en las plantas. 

Lo mismo sucede en el caso del medio ambiente. La empresa ha establecido métricas que le permiten conocer la eficiencia energética de sus plantas y saber si se están reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero, o no; también se siguen estadísticas relacionadas con el abatimiento de descargas de residuos tóxicos que pueden dañar los mantos friáticos.  Actualmente, todas sus plantas satisfacen exigencias ambientales muy elevadas. 

La empresa en cuestión vende sus productos en mercados donde la competencia es intensa.  Los márgenes de utilidad con que operan son bajos; consecuentemente,  la presión sobre los resultados de las empresas es alta.  Sin embargo, su conducta no varía situacionalmente.  Opera con los mismos niveles altos de conducta en todos los países en que participa, incluyendo algunos en los cuales las exigencias son más laxas y tolerantes, donde se podría operar con estándares más bajos. 

Esto significa que en algunos mercados se opera con costos más altos de lo que la norma requiere, pero esto no parece afectar su desempeño negativamente.  Operar con estándares altos en todos los mercados les confiere una ventaja que muchos de sus competidores no pueden igualar: la empresa tiene la confianza y simpatía de sus clientes y proveedores, y la lealtad de sus trabajadores. 

La reputación de la empresa en los mercados en que opera es un activo cuyo valor se cuida atentamente.  Tener la confianza de clientes y proveedores permite mantener relaciones comerciales estables.  Esta estabilidad brinda las bases para planear a largo plazo y operar sobre bases previsibles.  Los beneficios económicos de lo anterior se notan en el crecimiento anual de sus ventas y en la solidez de sus relaciones con proveedores y clientes.

El caso de la empresa en cuestión ilustra que conviene a las empresas establecer prácticas de gobierno institucional de alta calidad.  Cuando los Consejos de las empresas establecen expectativas altas de conducta y las acompañan con controles y procesos de seguimiento confiables, los resultados generalmente son buenos.  La competitividad de las empresas depende de muchos factores, entre ellos hacer las cosas bien.