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Inclusión financiera: mucho más que concreto

FOTO: CUARTOSCURO.COM

Los mexicanos arrancamos el 2020 con el anuncio de que el Gobierno federal invertirá este año 5,000 millones de pesos (mdp) para que el Ejército construya 1,350 sucursales del Banco del Bienestar. También aprobó otros 5,000 mdp para que en 2021 se construya una cifra similar, de modo que este banco gubernamental cuente con 2,700 sucursales, más que cualquier otro banco comercial.

Según los posicionamientos del presidente Andrés Manuel López Obrador, esta decisión se debe a que los beneficiarios de programas sociales que viven en pequeñas comunidades deben trasladarse varias horas para cobrar los apoyos. Sin embargo, en la conferencia matutina del 6 de enero también sugirió que la falta de inclusión financiera se debe a que no hay sucursales bancarias en la mayoría de los municipios del país.

Sin considerar los detalles sobre cómo se asignarán los contratos para la construcción de las sucursales ni las complicaciones en las que meterá al Ejército, instancia que ha adquirido considerables atribuciones en esta Administración, vale la pena dimensionar el costo inicial.

Los 10,000 mdp que el Gobierno federal destinará en total para esta encomienda, podrían servir para aumentar 4.4 veces el gasto programable del Instituto Nacional de Pediatría o para incrementar en casi 85% el presupuesto del Programa para el Bienestar de las Personas con Discapacidad Permanente.

En un contexto en el que las finanzas públicas están restringidas y las autoridades se han apegado a un programa de austeridad, la pregunta de fondo es: ¿cuál es la verdadera motivación para tomar esta decisión? ¿Se busca cumplir con el mandato del Banco del Bienestar, que es incrementar la inclusión financiera, o solo tener puntos de contacto con los beneficiarios, que podrían ser considerados como sus posibles simpatizantes?

Asumamos que la respuesta es la primera opción, lo cual es un gran desafío desde hace varios sexenios. La inclusión financiera es un concepto complejo que va más allá de tener una cuenta de banco, implica que tanto personas como empresas tengan acceso a productos financieros útiles y asequibles para satisfacer necesidades: transacciones, pagos, ahorros, créditos y seguros.

México es de los países con menor inclusión financiera en el mundo. Según datos de la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera, en 2018 el 68% de los mexicanos de más de 18 años contaba con algún producto financiero. Sin embargo, en la mayoría de los casos usan sus cuentas para obtener efectivo , lo que reduce los beneficios de la bancarización. ¿A qué se debe esto? Las razones son complejas, pero las principales se pueden resumir en tres puntos:

Primero, la falta de infraestructura : Ciertamente las sucursales bancarias se encuentran en los municipios más grandes. Sin embargo, hay otras opciones para ampliar la infraestructura financiera, como corresponsales (establecimientos que actúan en nombre de alguna institución bancaria) y la cobertura de internet, así como incentivar a que más negocios cuenten con terminales punto de venta y no sea necesario hacer transacciones en efectivo. Los últimos dos puntos no se resuelven con más sucursales del Banco de Bienestar.

La desconfianza en el sistema financiero: Según la base de datos de Global Findex, en 2017 el 37% de los mexicanos no tenía una cuenta bancaria por desconfianza. Para contrarrestarlo, según Ana Laura Martínez, investigadora del CIDE, es necesario “construir confianza y motivar a los mexicanos hoy excluidos del sector a acudir al mismo para solucionar sus necesidades financieras”. Esto requiere de una reforma que brinde mayor protección a los usuarios y transparencia sobre los productos que adquieren.

Carencia de productos relevantes para la población: El reciente reporte de Insight2impact y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores mostró que la población prefiere servicios financieros informales para cubrir sus necesidades, debido a que son más flexibles y convenientes. En ese sentido, Gabriela Zapata , consultora de inclusión y salud financiera, señaló la importancia de mejorar el diseño de productos formales, así como la necesidad de medir su impacto sobre la población y no solo el acceso.

Con base en estos puntos, es difícil pensar que más sucursales del Banco del Bienestar llevarán a un mayor nivel de inclusión financiera en México. Sin embargo, el costo de dichos recursos es alto por lo que el Gobierno debería voltear a ver las soluciones digitales que se han implementado en países como Kenia , que podrían ser más costo-efectivas, y liberar presupuesto para ofrecer otros servicios de calidad a quienes menos tienen.

Publicado por Expansión
14-01-2020