VIII. DE LA RESIGNACIÓN A LA ACCIÓN: COLABORACIÓN MULTISECTORIAL PARA LA GESTIÓN DEL RIESGO DE DESASTRES

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México es uno de los países más expuestos y vulnerables a los fenómenos naturales y, en menor medida, a los fenómenos antropogénicos (i.e. fenómenos socio-organizativos, químico-tecnológicos, entre otros). De acuerdo con datos del Centro de Investigación sobre la Epidemiología de los Desastres (CRED) y la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR, antes UNISDR), entre 1998 y 2017, México tuvo pérdidas económicas por 46.5 mil millones de dólares debido a la ocurrencia de 142 desastres naturales, lo que lo convirtió en uno de los 10 países a nivel mundial con las mayores pérdidas acumuladas durante dicho periodo.[1] Además, durante ese mismo lapso, se registraron en el país un total de 3 mil 518 muertes asociadas a este tipo de eventos.[2]

Gráfica 1. Frecuencia de los desastres naturales en México (1998-2017). Número de eventos

Fuente: Elaborado por el IMCO con datos de Debarati Guha-Sapir. EM-DAT. 

Frente a la escala de los desastres que afectan regularmente al país, resulta evidente que ningún sector (gobierno, academia, iniciativa privada, etc.) por sí solo es capaz de atender todos los aspectos relacionados con las distintas etapas asociadas a su atención (prevención-preparación-respuesta-recuperación); pues éstos rebasan, en la mayoría de las ocasiones, las capacidades presupuestales y de gestión, así como el ámbito de acción de cada uno de los sectores y actores interesados en lo individual.

Los desastres, en este sentido, son fenómenos complejos cuya atención demanda la adopción de un enfoque multisectorial en el que todas las partes interesadas participen de forma coordinada, en el ámbito de sus responsabilidades y capacidades; particularmente en aquellas etapas relacionadas con la prevención o gestión del riesgo de desastres (GRD).

Aunque desde un punto de vista legal y de gobernanza, la responsabilidad en la reducción de los riesgos de desastres recae en los Estados, ésta es una responsabilidad compartida con otros actores que intervienen en las distintas etapas relacionadas con la atención de los desastres (Figura 1). Como se verá a lo largo de este capítulo, además de los sectores e instituciones que tradicionalmente se asocian con la GRD como son los Estados y los organismos internacionales, existen tres actores no menos relevantes que los anteriores para prevención de los desastres: el sector privado, la sociedad civil y los medios de comunicación.

Figura 1. Etapas y principales actores para la atención de los desastres

Fuente: Elaborado por el IMCO.

Tres actores clave para la gestión del riesgo de desastres

En 1999, como parte de un discurso en el marco del cierre del Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales (1990-1999), el entonces secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Koffi Annan, reconoció que, a pesar de los esfuerzos por reducir los riesgos de desastres durante dicha década, su número y costo a nivel mundial se había incrementado de forma alarmante: solo en 1998 el costo de los desastres naturales ocurridos en ese año fue superior al de todos los desastres registrados durante la década de los ochenta. Asimismo, resaltó la importancia de incluir a las empresas, OSC y medios de comunicación en las políticas de prevención y mitigación de los desastres a nivel mundial para evitar que la creciente exposición a los fenómenos naturales se traduzca en pérdidas humanas y en daños materiales:

[La] prevención y mitigación [de los desastres] no solo son más humanas que la cura; también son mucho más baratas […] El desafío ahora es comunicar este entendimiento de manera más eficaz a los ciudadanos y a los hacedores de política. La política de prevención es demasiado importante para dejarla en manos de los gobiernos y las agencias internacionales. Eso es un error. Para tener éxito, también debe involucrar a la sociedad civil, al sector privado y a los medios de comunicación [énfasis añadido].[3]

Si bien ya desde entonces, e incluso antes, se reconocía la necesidad de involucrar a estos tres actores de forma activa en la reducción de riesgo de desastres, 20 años después de que se pronunciara ese discurso sigue existiendo una gran área de oportunidad para que éstos participen en reducir el número y costo que los desastres naturales imponen a los individuos, empresas, comunidades y gobiernos mediante acciones orientadas a la GRD. El anterior, como lo apunta Linayo, más que un llamado al altruismo de parte de estos actores para que contribuyan a una causa que en primera instancia pudiera parecerles ajena, es una invitación a que reconozcan su exposición al riesgo y su vulnerabilidad como potenciales víctimas de futuros desastres, y por ende, a que contribuyan a reducir estos riesgos.[4] Dejar únicamente en manos de los gobiernos este tipo de acciones y depender de su buena voluntad solamente los hará más vulnerables frente a los desastres.

Actualmente, el Marco de Sendai para la reducción del riesgo de desastres 2015-2030, que fue adoptado en la tercera Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Reducción del Riesgo de Desastres en 2015 y que tiene por objeto “la reducción sustancial del riesgo de desastres y de las pérdidas ocasionadas por los desastres, tanto en vidas, medios de subsistencia y salud como en bienes económicos, físicos, sociales, culturales y ambientales […]”,[5] reconoce el rol e importancia de los actores “no estatales” (i.e. medios, empresas, organizaciones de la sociedad civil [OSC] e instituciones académicas) en la GRD. Es este instrumento internacional el que enmarca las principales líneas de acción o áreas de oportunidad en las que cada uno de los actores antes mencionados, en colaboración directa con los gobiernos de los que forman parte y en el marco de la legislación nacional existente en la materia, tienen los mayores márgenes para incidir en el cumplimiento de las siguientes cuatro prioridades:[6]

  • Comprender el riesgo de desastres.
  • Fortalecer la gobernanza del riesgo de desastres para gestionar dicho riesgo.
  • Invertir en la reducción del riesgo de desastres para la resiliencia.
  • Aumentar la preparación para casos de desastre a fin de dar una respuesta eficaz y para “reconstruir mejor” en los ámbitos de la recuperación, la rehabilitación y la reconstrucción.

A continuación, se analiza la importancia del sector privado, las OSC y los medios de comunicación para la GRD. También se presentan algunas acciones que, de acuerdo con la literatura, estos actores pueden implementar para aumentar su resiliencia y la de las comunidades a las que pertenecen con el propósito de contribuir al cumplimiento de las prioridades y las metas del Marco de Sendai.

A. El sector privado: más allá de la filantropía

Durante años, el enfoque predominante en torno al marco de actuación del sector privado frente a los desastres se limitó a un rol filantrópico; esto es, a una relación donante-beneficiario bajo la cual las empresas aportan recursos monetarios o en especie principalmente a los procesos de recuperación-rehabilitación-reconstrucción posteriores a la ocurrencia de los desastres.

Aunque este tipo de apoyos son fundamentales pues la magnitud misma de los daños y las pérdidas económicas ocasionadas por los desastres excede normalmente la capacidad financiera del sector público en las regiones o localidades afectadas, por lo que se requiere para su atención de ayuda humanitaria, el papel de las empresas no se limita únicamente a la entrega de ayudas de esta naturaleza. El hecho de que dichos recursos se otorguen generalmente en la etapa de atención de los desastres; es decir, una vez que estos ya han ocurrido, limita la eficiencia y eficacia de las intervenciones del sector privado al enfocarse en lo que Linayo considera como una de “las labores menos rentables de las que ofrece el espectro de acción que integra la reducción del riesgo de desastres”.[7] En cambio, por ejemplo, un estudio del Banco Mundial señala que por cada dólar que se invierte de forma preventiva en la resiliencia de la infraestructura en países en desarrollo, se obtienen cuatro dólares en beneficios debido a los menores daños que ésta sufre.[8]

En este sentido, para que la participación del sector privado sea eficaz, ésta debe ir va más allá de la filantropía y adoptar enfoques innovadores que no necesariamente correspondan con el rol al que tradicionalmente se le ha asociado en cuanto a la atención de desastres. Solo así, la iniciativa privada podrá desarrollar su enorme potencial para reducir los impactos negativos de los fenómenos naturales: al final de cuentas, la inversión privada determina en gran medida el riesgo de desastres pues, en la mayoría de los países, 70% o más de la inversión es realizada por este sector.[9] En el caso particular de México, las 4.8 millones de unidades económicas del sector privado[10] contribuyeron en 2018 con el 79% (2.3 billones de pesos) de la inversión total en construcciones e instalaciones (edificaciones residenciales; instalaciones industriales, comerciales y de prestación de servicios; y obras de infraestructura),[11] por lo que adquiere especial relevancia que estas empresas participen activamente en la GRD.

En años recientes las empresas han demostrado cada vez más su capacidad e interés por incidir en diversas áreas relacionadas con la prevención de desastres en el marco de su responsabilidad social corporativa al internalizar los riesgos de estos eventos en sus prácticas de gestión y al reconocer los costos que representa su reducción más como una inversión que como un gasto. En términos generales, las empresas pueden contribuir a la GRD mediante las siguientes acciones:

  • Invertir en instalaciones e infraestructura resiliente. El desarrollo de nuevas instalaciones e infraestructura, así como la actualización de las ya existentes por parte del sector privado debe realizarse a partir de un enfoque basado en los riesgos de desastres, aunque ello implique ir más allá de los códigos o regulaciones de construcción existentes.
  • Integrar el riesgo de desastres en sus prácticas de gestión. Además de tomar en cuenta los riesgos tradicionales (reputacionales, regulatorios o de otra naturaleza) a los que las empresas generalmente están sujetas, éstas (micro, pequeñas, medianas o grandes empresas) deben integrar la GRD, incluida la continuidad de las operaciones, en los modelos y prácticas de negocios a lo largo de toda la cadena de valor.
  • Invertir en la investigación y el desarrollo tecnológico orientado a la GRD. Las empresas pueden aportar conocimientos especializados, asistencia técnica y tecnología a las iniciativas para la reducción del riesgo y la gestión de los desastres desarrolladas por el sector público y otros actores.
  • Sensibilizar al público sobre la importancia de la GRD. El sector privado puede contribuir a incrementar el conocimiento de la población sobre los riesgos de desastres; sobre todo entre sus empleados, clientes y proveedores. Además, las instituciones de seguros, por ejemplo, pueden contribuir enormemente a reducir la brecha entre la creciente exposición de la sociedad a los riesgos climáticos y la disminución de la penetración de los seguros mediante una mayor socialización de estos instrumentos como medidas de transferencia del riesgo.

Cuadro 1. La Alianza del Sector Privado para Sociedades Resilientes ante Desastres (ARISE)

Un ejemplo de la participación de la iniciativa privada en la gestión de riesgo de desastres es ARISE, una iniciativa global del sector privado liderada por la UNDRR que nace en noviembre de 2015 y que busca contribuir al cumplimiento de las metas del Marco de Sendai.

Su misión consiste en crear sociedades resilientes al promover y apoyar la integración del riesgo de desastres y la preparación para eventos de esta naturaleza en las estrategias de negocios y en las decisiones de inversión de las empresas, así como en aprovechar el potencial del sector privado de la mano del sector público para provocar cambios en las prácticas de los negocios con un enfoque hacia la resiliencia. Para cumplir esta misión, los miembros corporativos de ARISE se comprometen a seguir cinco compromisos:[12]

  • Aumentar la conciencia sobre los riesgos de desastres.
  • Ejercer influencia en sus respectivas áreas de experiencia.
  • Compartir conocimientos, experiencias y buenas prácticas entre el sector privado.
  • Ser catalizadores para generar innovación y colaboración en el desarrollo de estrategias de negocios informadas sobre el riesgo de desastres.
  • Implementar proyectos y actividades para alcanzar los objetivos del Marco de Sendai.

ARISE representa, en este sentido, el principal punto de entrada para las empresas que, de forma voluntaria e independientemente de su tamaño (desde mipymes hasta empresas multinacionales) o sector de actividad económica, buscan contribuir a la prevención de los desastres. Al mes de abril de 2019 esta iniciativa estaba integrada por más de 170 miembros corporativos de 34 países agrupados en 17 redes nacionales, así como un número aún más amplio de instituciones aliadas.[13]

En México, la red local ARISE MX se constituyó en noviembre de 2018 y representa la primer alianza público-privada orientada a reducir y prevenir los riesgos de desastres en el país. Además de los miembros corporativos que la integran, involucra también a aliados de la sociedad civil, la academia e instituciones gubernamentales como el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), el Centro Nacional de Prevención de Desastres, la Coordinación Nacional de Protección Civil, entre otros.[14]

Entre algunas de las herramientas generadas por esta alianza, tanto a nivel global como a nivel local, se encuentran:

  • Un sistema de puntaje de resiliencia ante desastres para edificios industriales y comerciales (Building Scorecard).
  • Un protocolo de resiliencia de mipymes frente al covid-19.

Además, esta alianza ha documentado, en conjunto con la UNDRR, 31 buenas prácticas del sector privado, la sociedad civil y la academia relacionadas con la planificación, respuesta y recuperación en caso de desastres naturales en 14 países de América Latina, nueve de las cuales se han implementado en México (en cuatro distintas entidades federativas del país). Algunas de estas prácticas y las instituciones que las han llevado a cabo son:[15]

  • Programa de resiliencia ante inundaciones México – Zurich México.
  • Alianzas público-privadas para la creación de comunidades resilientes – CEMEX.
  • Continuidad de negocios y RRD: hacia la resiliencia empresarial en la Ciudad de México – Keizoku, S.A. de C.V.
  • Protocolo integral de respuesta hospitalaria para emergencias y desastres – Centro Médico ABC.

B. La sociedad civil: de 1985 a 2017

El desarrollo de la sociedad civil en México no se explica, afortunada o desafortunadamente, sin la ocurrencia de uno de los desastres que, a la fecha, han impactado en mayor medida a nuestro país: el terremoto del 19 de septiembre de 1985. En ese entonces, en los momentos inmediatamente posteriores al desastre, la sociedad civil jugó un rol fundamental al suplir la ausencia de las instituciones del Estado mexicano, demostrando así la capacidad de este sector para hacer frente a este tipo de circunstancias. Esta capacidad de respuesta se manifestó exactamente 32 años después, cuando el 19 de septiembre de 2017 ocurrió nuevamente un sismo que ocasionó la muerte de 369 personas y generó severos daños materiales en nueve entidades federativas del país. Esfuerzos como “Epicentro: Plataforma Cívica para la Reconstrucción Social con Integridad”, una iniciativa de un grupo de OSC orientada a asegurar el uso adecuado de los recursos públicos para la reconstrucción de las zonas afectadas, dan cuenta de ello.

La competencia de este sector frente a los desastres no es inconcebible. Obedece, en buena medida, a tres características inherentes a las OSC que les permiten jugar un rol central antes, durante y después de los desastres:[16]

  1. Operan generalmente a nivel de base con comunidades y organizaciones locales, lo que les permite conocer y responder mejor a las prioridades de la población local, así como aprovechar su conocimiento y capacidades.
  2. Tienen una mayor flexibilidad operativa que los gobiernos, ya que están relativamente libres de estructuras y sistemas burocráticos, por lo que están en mejores condiciones para responder y adaptarse rápida y fácilmente a distintas circunstancias.
  3. Trabajan normalmente con los grupos de la población más vulnerables, por lo que conocen mejor sus necesidades.

No obstante, a pesar de estas características, la evidencia indica que la sociedad civil continúa centrándose en la respuesta a los desastres; sobre todo en áreas relacionadas con la reconstrucción y asistencia humanitaria (p. ej. proporcionar alimentos, suministros médicos, asistencia sanitaria, organizar refugios temporales), antes que en la implementación de medidas orientadas a su prevención, las cuales, como se mencionó anteriormente, son mucho más rentables.[17]

A pesar de ello, existen múltiples acciones que las OSC pueden realizar en materia de prevención de los desastres. En términos generales, las OSC pueden contribuir a la GRD mediante las siguientes acciones:

  • Crear una cultura de la prevención. Las OSC pueden contribuir a concientizar y educar al público en general, especialmente a nivel comunitario, acerca de los riesgos de desastres con el propósito de fomentar una mayor cultura orientada a la prevención. 
  • Proporcionar asistencia técnica y orientación para la elaboración y aplicación de marcos normativos, estándares y planes para reducir el riesgo de desastres.
  • Vincular a las comunidades con los gobiernos y otros actores. La reducción de desastres vía solamente intervenciones gubernamentales es generalmente insuficiente ya que los gobiernos tienden a tener una menor comprensión de las dinámicas, percepciones y necesidades de la comunidad, e ignoran el potencial del conocimiento y las capacidades locales. Por ello, las OSC pueden desempeñar un rol como intermediarias para generar sinergias entre los distintos actores (gobiernos, empresas, etc.) y las comunidades.
  • Evaluar los riesgos de desastres. Apoyar a las comunidades a identificar sus vulnerabilidades, elaborar planes de acción, movilizar recursos y cabildear para la aprobación de leyes y estrategias adecuadas sobre la base del conocimiento local para minimizar las consecuencias adversas de los desastres mediante acciones preventivas.
  • Fiscalizar la participación del sector público frente a los desastres. Implementar acciones de fiscalización o de contraloría social en el uso de los recursos públicos con el objetivo de garantizar que éstos sean utilizados de forma transparente, eficiente y conforme a la legislación existente en la materia.

C. Los medios de comunicación: más que “simples mensajeros”

Al igual que los dos actores antes mencionados, los medios de comunicación juegan un rol crítico antes, durante y después de los desastres. Es a través de la difusión masiva y oportuna de campañas de protección civil y de los sistemas de alerta temprana (SAT) que los medios (radio y televisión, principalmente) han contribuido desde sus orígenes a comunicar a la ciudadanía el riesgo al que está expuesta ante la ocurrencia inminente de algún fenómeno natural. De esta forma han ayudado a reducir los daños materiales asociados a los desastres; pero, sobre todo, han evitado la pérdida de vidas humanas.

Sin embargo, una de las principales áreas de oportunidad para los medios es la comunicación efectiva de los riesgos de desastres. Además de dar difusión a las campañas de protección civil o a los SAT, que son fundamentales para la población al momento de enfrentar un desastre, los medios locales y nacionales son también un instrumento de sensibilización y de concientización sobre los riesgos a los que el público en general, las empresas y otros actores, están expuestos.

Es difícil que los actores antes mencionados se involucren en la prevención de desastres cuando desconocen su grado de exposición al riesgo. Por ello, mediante su sensibilización, los medios tienen el potencial de fungir como catalizadores que detonen una mayor participación de éstos en la implementación de acciones en el ámbito de sus competencias en torno a la GRD.

La voluntad de los medios de adoptar este enfoque y participar más activamente en la GRD se hizo patente en uno de los compromisos que el “grupo de los medios de comunicación” adquirió durante la tercera Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Reducción del Riesgo de Desastres: ampliar su rol de más que “simples mensajeros” a socios en la GRD y desarrollar todo su potencial no solo como divulgadores de información, sino sobre todo, como “poderosos modificadores del comportamiento” de los individuos y otros actores.[18]

Aparte de difundir información relacionada con medidas de protección civil y salvamento, los medios pueden influir en reducir conductas de riesgo entre los individuos y comunidades. En términos generales, los medios de comunicación pueden contribuir a la GRD mediante las siguientes acciones:

  • Sensibilizar al público sobre los riesgos a los que está expuesto. La desinformación genera vulnerabilidad, por lo que es importante que los medios de comunicación difundan de forma sencilla y didáctica información exacta (no confidencial) que combata las noticias falsas y que contribuya a sensibilizar y educar al público en general, así como a otros actores (empresas, gobiernos locales, etc.), sobre los riesgos de los desastres.
  • Educarse a sí mismos en torno a la GRD. Los medios mismos deben capacitarse en torno a cuestiones complejas como el cambio climático, la mitigación y la reducción del riesgo de desastres con el fin de transmitir de mejor manera estos temas a la población.
  • Generar contenidos relacionados con la GRD. Es importante que los medios abran espacios en su programación habitual para cubrir temas relacionados con la GRD mediante contenidos específicos de calidad, así como a través de la incorporación de este tema en las noticias, cuestiones de actualidad, programas infantiles, entre otros formatos.

Conclusión

Frente al nuevo contexto mundial, o la “nueva normalidad” que representa la ocurrencia más frecuente de fenómenos naturales con intensidades cada vez mayores debido al cambio climático, es necesario adoptar un enfoque multisectorial bajo el principio de corresponsabilidad a partir del cual los distintos órdenes de gobierno, organismos internacionales, instituciones académicas, y particularmente las empresas, OSC y medios de comunicación, se involucren activamente en evitar que la exposición creciente a dichos fenómenos se traduzca en costos humanos y materiales.

Aunque la responsabilidad principal en la gestión del riesgo de desastres recae en los gobiernos, ni el sector privado, ni la sociedad civil ni los medios de comunicación deben ni pueden resignarse a sufrir sus consecuencias. Si bien estos tres actores han contribuido tradicionalmente de forma solidaria y generosa a atender los desastres, sus apoyos se han asignado generalmente una vez que los desastres ya han ocurrido, y no durante la etapa orientada a su prevención y mitigación, lo cual les ha restado eficiencia y eficacia a sus intervenciones.

Por ello, es fundamental que cada uno de estos actores, en el ámbito de sus atribuciones y áreas de experiencia, lleven a cabo estrategias innovadoras con el propósito de minimizar de forma efectiva el riesgo de desastres y aumentar su propia resiliencia y la de las localidades de las que forman parte. Al intervenir mediante acciones preventivas en sus respectivas áreas de competencia, como las señaladas a lo largo de este capítulo, estos actores podrán contribuir al cumplimiento de las metas del Marco de Sendai y evitar así las pérdidas de vidas humanas y económicas de las que éstos, sean naturales o de origen humano, vienen acompañados; en beneficio de toda la población y en particular de los mexicanos más pobres, quienes se ven afectados de forma desproporcionada por este tipo de fenómenos.

La actual crisis económica ocasionada por el covid-19 da muestra de la necesidad de construir sociedades cada vez más resilientes y la importancia de actuar para mitigar los impactos negativos de los desastres. El momento en que vivimos es más que oportuno para que las empresas, OSC y medios de comunicación, se involucren, ahora más que nunca, en la reducción del riesgo de desastres. Como se establece en el Marco de Sendai, su compromiso, buena voluntad, conocimiento, experiencia y recursos son más que necesarios.[19]

IMCO Propone

El margen de acción del que disponen distintos actores para para evitar que los fenómenos naturales y de origen humano se conviertan en pérdidas humanas y en daños materiales es bastante amplio. A continuación se hacen algunas recomendaciones que éstos pueden realizar para reducir los riesgos de desastres:

  • Dar mayor difusión a los mapas de riesgo. Con el propósito de sensibilizar al público sobre los distintos tipos de riesgos (geológicos, hidrometeorológicos, químico-tecnológicos, entre otros) a los que está expuesto, es importante dar una mayor a mapas de esta naturaleza.
  • Incluir en los planes de estudio de las escuelas de negocios de universidades públicas y privadas el manejo de los riesgos de desastres. En 2015, ARISE y la UNDRR, con el apoyo del gobierno de Alemania y en conjunto con la Universidad Internacional de Florida y 12 escuelas de negocios de 10 distintos países (incluido el ITESM en el caso de México), propusieron diversos enfoques innovadores con el propósito de integrar diversos temas relacionados con la GRD (p. ej. inversión estratégica y decisiones financieras, planeación de la continuidad de negocio, métricas y transferencia del riesgo, etc.) en sus respectivos programas académicos.[20]
  • Considerar los riesgos de desastres al construir nueva infraestructura. La inversión del sector privado en nueva infraestructura debe considerar los riesgos del entorno. Para ello puede apoyarse en un sistema de puntaje de resiliencia ante desastres para edificios industriales y comerciales (Building Scorecard) publicado por ARISE a inicios de 2020.[21]

[1] CRED y UNDRR, Pérdidas económicas, pobreza y desastres 1998-2017 (Bruselas: Universidad Católica de Lovaina, 2018), https://eird.org/americas/docs/perdidas-economicas-pobreza-y-desatres.pdf

[2] Debarati Guha-Sapir, «EM-DAT” (Bruselas: Centro de Investigación sobre la Epidemiología de los Desastres [CRED], 2020), www.emdat.be (Consultado el 22/08/2020).

[3] UN, “Secretary-General to Decade for Natural Disaster Reduction: Despite Dedicated Efforts, Number and Cost of Natural Disasters Continue to Rise”, Press release SG/SM/7060, 1999, https://www.un.org/press/en/1999/19990706.SGSM7060.html (Consultado el 05/08/2020).

[4] Alejandro Linayo, Lineamientos para la cooperación entre gobiernos y el sector privado en la reducción de riesgo de desastres. Enfoques, avances y retos (Caracas: Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe [SELA], 2011), https://www.desenredando.org/public/varios/2011/2011_SELA_ALinayo_LineamientosCooperacionGobiernoSectorPrivadoDDR.pdf

[5] UNDRR, Marco de Sendai para la reducción del riesgo de desastres 2015-2030 (Ginebra: UNDRR, 2015), 12, https://www.unisdr.org/files/43291_spanishsendaiframeworkfordisasterri.pdf

[6] Ibíd.

[7] Linayo, Lineamientos para la cooperación entre gobiernos y el sector privado en la reducción de riesgo de desastres, 24-25.

[8] Stephane Hallegatte, Jun Rentschler y Julie Rozenberg, Lifelines: The Resilient Infrastructure Opportunity (Washington DC.: World Bank, 2019) https://openknowledge.worldbank.org/handle/10986/31805

[9] Robert Glasser, “Foreword for AD-minister Special Issue on Disaster Risk Management and Business Education: Sustainable and Resilient Business”, AD-minister 28 (2016): 5, https://publicaciones.eafit.edu.co/index.php/administer/issue/view/410/65

[10] Esta cifra incluye a las entidades paraestatales y a las empresas productivas del Estado. Inegi, “Censos Económicos 2019”, https://www.inegi.org.mx/programas/ce/2019/ (Consultado el 10/08/2020).

[11] Inegi, “Sistema de Cuentas Nacionales de México. Cuentas de Bienes y Servicios (detallada)”, https://www.inegi.org.mx/programas/pibact/2013/default.html#Tabulados (Consultado el 05/08/2020).

[12] ARISE, Terms of Reference 2019-2021 (Ginebra: ARISE, 2019), https://www.preventionweb.net/arise/sites/default/files/documents/arise-tor-december-2019.pdf

[13] ARISE, Resource Materials for Private & Public Sector Collaboration. Sendai Framework 2015-2030 (Ginebra: ARISE, s.f.), https://www.preventionweb.net/arise/sites/default/files/documents/arise-network-start-up-kit.pdf

[14] Para más información sobre ARISE MX véase: https://arise.mx/

[15] Prácticas registradas al 11 de agosto de 2020. Se consideran también las prácticas implementadas en las Islas Vírgenes Británicas. ARISE, “Convocatoria de buenas prácticas del sector privado en la RRD”, https://eird.org/americas/call-for-good-practices-of-drr-in-private-sector/index-es.html#buenaspracticas (Consultado el 11/08/2020).

[16] ISDR, NGOs & Disaster Risk Reduction: A Preliminary Review of Initiatives And Progress Made (Ginebra: ISDR, 2006), https://www.preventionweb.net/events/view/5504?id=5504

[17] Ibíd.

[18] UNDRR, Memoria. Tercera Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Reducción del Riesgo de Desastres (Ginebra: UNDRR, 2015), 154, https://www.unisdr.org/files/45069_spanishproceedingsofthethirdunworld.pdf

[19] UNDRR, Marco de Sendai, 23.

[20] Juan Pablo Sarmiento, “Disaster Risk Management In Business Education: Setting The Tone”, AD-minister 28 (2016): 7-32, https://publicaciones.eafit.edu.co/index.php/administer/issue/view/410/65

[21] ARISE, Disaster Resilience Scorecard for Industrial and Commercial Buildings. For Use by Building Owners, Operators and Managers (Ginebra: ARISE, 2020), https://www.preventionweb.net/files/69845_undrrbuildingscorecardfinalv1.3.pdf

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