
Los promedios son engañosos. Al tratar de entender el mundo con la mirada propia, cuando la ENIGH —la Encuesta Nacional de Ingreso Gasto de los Hogares— nos habla del hogar promedio, del ingreso que percibe, de lo que se gasta, es difícil identificarse. Pero es importante verla. La ENIGH nos muestra los cambios de los hogares mexicanos.
El hogar promedio se ha ido haciendo más pequeño con los años, ahora consta únicamente de 3.35 integrantes cuando hace menos de 10 años tenía 3.66. Hay cada vez menos niños. En 2016 había un menor de 15 años en cada hogar. En 2024 hubo 0.75. Disminuyeron los niños, pero aumentaron los mayores.
La ENIGH da cuenta del envejecimiento de la población. La política pública tendría que estar atenta a esto. Ningún sistema de salud o de cuidados debería obviar lo que la ENIGH muestra con mucha claridad y menos cuando las finanzas públicas muestran una clara presión presupuestal por las pensiones.
El ingreso promedio del hogar mexicano fue 25,955 pesos al mes, 10.6% por arriba del observado en 2022 ya habiendo descontado el efecto inflacionario. La encuesta suma todos los ingresos que percibe un hogar: remuneraciones por trabajo subordinado, por trabajo independiente, remesas, donativos, programas sociales, transferencias en especie de hogares o del gobierno.
Casi dos terceras partes del ingreso proviene del empleo, una proporción que no ha cambiado tanto en el tiempo. Por remesas, los hogares reportaron recibir 200 pesos al mes, un incremento de 12% frente a lo que se recibía en 2018. Por jubilaciones y pensiones, se reportó recibir 2,081 pesos al mes, 33% más de lo que se recibió en 2018. Lo recibido por transferencias gubernamentales se incrementó casi 156% y los hogares expresaron recibir 833 pesos mensuales por esta vía.
El ingreso corriente del primer decil creció 36% durante la pasada administración. En 2024 fue de 5,598 pesos al mes. El último decil, por su parte, aumentó 4% en el mismo periodo, fue de 78,698 pesos en el 24. Sin sorpresas —y con las dificultades propias de obtener información sobre los ingresos de los hogares más ricos del país— la distribución del ingreso se ha compactado.
El indicador más utilizado para medir desigualdad —el coeficiente de Gini— ha disminuido. Quizás sea incluso más relevante señalar que el Gini considerando los ingresos que ya incluyen las transferencias —en el concepto amplio que contempla el Inegi y que considera, entre otros rubros las derivadas de los programas sociales— ha disminuido más que el mismo coeficiente calculado a partir del ingreso que no las contempla, lo cual podría significar, grosso modo, que las transferencias han estado bien dirigidas.
El desglose de los gastos que proporciona la misma encuesta suele tener menor difusión, pero hay rubros que por su magnitud deberían de llamar nuestra atención. En lo que más gastamos los mexicanos —de nuevo, en promedio— es en alimentos y bebidas, seguido de transporte. Algo se ha hecho mal en temas de desarrollo urbano y de vivienda si los hogares mexicanos dedican 19.5% de su gasto a transportarse. Se destinan más recursos a transportarse que a vivienda.
La ENIGH permitirá hacer muchos cortes, pero mientras esto sucede habrá un dato que acaparará la conversación. La semana que entra, el Inegi por primera vez generará las métricas de pobreza. Se mostrará que durante la administración pasada habrían salido de situación de pobreza alrededor de 10 millones de mexicanos. Habrá mucho qué leer de la cifra, pero mientras eso sucede sigamos desglosando los datos de la ENIGH.
@ValeriaMoy
Publicado en El Universal
05-08-2025