El debate monetario que detonó la asignación por parte del Fondo Monetario Internacional de más de 650 mil millones de dólares a nivel global en Derechos Especiales de Giro es por demás interesante. Resulta fascinante cómo ese constructo social que es el dinero --la única ficción que funciona en palabras de Yuval Noah Harari-- es lo único que logra consensos entre partes tan disímiles como el presidente López Obrador y el Fondo Monetario Internacional. En ese debate han participado, sin necesariamente estar de acuerdo, economistas y amigos con amplio conocimiento del funcionamiento de las instituciones hacendarias y monetarias del país.
En ese sentido, me recordaron una operación que se hizo en 2006 en la que Hacienda compró dólares de las reservas internacionales. Esto aparece en el resumen del informe anual de Banxico de ese año: “… en el tercer trimestre de 2006, las reservas internacionales disminuyeron 11,440 millones de dólares, debido principalmente a la operación de compra de 12,451 millones de dólares por parte de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para realizar pagos anticipados de deuda externa”. En esa operación, el gobierno federal colocó Bondes D (de algún lado hay que sacar los pesos para comprar los dólares) y de forma simultánea, Banco de México sacó de circulación BREMS por el mismo monto. De esta forma, se redujo el saldo de las reservas internacionales y de los Bonos de Regulación Monetaria, disminuyendo el activo y el pasivo del banco central. De forma gradual se fueron sustituyendo los BREMS por Bondes D. Los dólares se usaron para hacer amortizaciones de deuda externa sustituyéndola por deuda interna.
Previo a esa decisión, existía la percepción de que se estaban acumulando demasiadas reservas internacionales. ¿Cuál es el monto óptimo de reservas internacionales? Sin duda queremos un banco central que tenga las suficientes para poder lograr sus objetivos y además poder hacer frente a episodios de volatilidad, pero no olvidemos que también en su acumulación hay un costo capturado en cierta medida por el diferencial de tasas de interés dadas las restricciones existentes sobre los instrumentos en los que pueden encontrarse dichas reservas. Las reservas internacionales solo pueden estar en instrumentos financieros de bajo riesgo y de rápida disponibilidad, como los bonos del Tesoro estadounidense.
México tiene alrededor de 193 mil millones de dólares en reservas internacionales. Bueno, tenía hasta la semana pasada. Ayer, 23 de agosto, fue la asignación de los Derechos Especiales de Giro del FMI de los que a México le corresponden alrededor de 12 mil millones de dólares. Como ya se ha dicho en varias ocasiones, los DEGs no son dinero. Pero sí son un activo que representan cerca de un punto del PIB.
La ley de Banco de México señala en su artículo noveno que no deberá prestar valores al gobierno federal ni adquirirlos de éste, pero, como siempre, hay excepciones. ¿Puede hacerse lo sugerido con la ley actual?
Habrá que esperar a ver el planteamiento específico que le hace el presidente López Obrador a Banco de México. Ya sabemos que la idea vino del secretario de Hacienda, pero quizás habría que reconocer también al creador del esquema y su equipo del momento, así que ¡gracias, Fox!
*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad de la autora y no representan la postura institucional.
Publicado en El Universal.
24-08-2021