El fin de semana antepasado acudí a la boda de un colega en IMCO que tuvo una ceremonia budista. Yo francamente nunca había tenido contacto tan cercano con esa religión. La filosofía me pareció interesantísima.
Muchos amigos de los novios son también onda budista. Uno de ellos me dijo que el índice de competitividad que hacemos en @imcomx tiene un sesgo economicista y que la sociedad debería pensar en otras medidas de bienestar como la felicidad.
Los economistas ya sabemos que hay problemas serios en la medición del producto interno bruto (PIB), que es como aproximamos el bienestar, como bienestar material. Dicho esto, las medidas de felicidad agregadas tienen muchos más problemas. El economista Kenneth Arrow postuló en 1950 un teorema de imposibilidad para la agregación de preferencias individuales en la democracia. Arrow mostró que cuando los individuos tienen más de 3 opciones en una decisión, no existe ningún sistema de votación que convierta las preferencias ordenadas de los individuos en un criterio único de decisión para toda la sociedad. Es decir, en la democracia siempre alguien no está contento con el resultado (voto por voto, casilla por casilla).
Ahora, el teorema de Arrow supone que no hay un soberano que decide por todos. En Bután, el rey Jigme Singye Wangchuck, quien abrió el país a la modernización en 1972, acuñó el término de Felicidad Interna Bruta. En Bután, diseñaron una encuesta que permite conocer el nivel de felicidad de la población, con la cual miden la Felicidad Interna Bruta.
Hay un índice internacional de satisfacción con la vida creado por Adrian White de la Universidad de Leicester. El índice está correlacionado con salud (70%), riqueza (60%) y acceso a la educación básica (60%).
En @imcomx definimos la competitividad como capacidad de las naciones para atraer inversión y talento. Nuestro índice también está correlacionado altamente con salud, educación y riqueza. De hecho, seguramente la correlación entre nuestro índice y el de satisfacción con la vida debe ser alta, aunque nosotros solamente tenemos datos para 49 países y el índice de satisfacción con la vida tiene 178.
Moraleja: no necesariamente ser competitivo implica ser menos feliz. Generar riqueza también es útil para ser feliz, si sabes qué hacer con tu riqueza. Este artículo de The Atlantic muestra que el dinero sí compra la felicidad si sabes qué comprar: más experiencias, más felicidad para otros, menos cosas.
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