Dos terremotos devastadores sacudieron a México en septiembre de 2017, causando una pérdida terrible de vidas y daños severos a hogares, mercados, clínicas e infraestructura. Casi 20 mil escuelas públicas resultaron dañadas en 11 estados del país, lo que restringió el acceso a la educación de casi 4.5 millones de estudiantes.
Las primeras semanas después de los desastres estuvieron llenas de una mezcla de ganas de ayudar y de incertidumbre sobre dónde y cómo empezar. Por ejemplo, organizaciones públicas y privadas reunieron rápidamente recursos para reconstruir escuelas, pero la falta de información limitó su capacidad para comenzar las obras de manera inmediata.
En una situación de desastre natural, los datos confiables son fundamentales para una planeación adecuada, una implementación eficiente y un monitoreo continuo de los avances. De igual manera, para que exista una rendición de cuentas efectiva, la información debe estar disponible de manera sencilla para todos los actores involucrados.
Con estos desafíos en mente, un colectivo de organizaciones privadas desarrolló una plataforma web llamada Mapa de Reconstrucción Escolar. El objetivo de este sitio es colaborar con las autoridades gubernamentales para brindar información oportuna, que guíe los esfuerzos públicos y privados en la reconstrucción. Al poner énfasis en compartir y validar datos, su misión más amplia ha sido contribuir a incrementar la eficiencia y transparencia del proceso de rehabilitación de escuelas.
La plataforma presenta un mapa interactivo con información clave sobre las escuelas afectadas: 1) su nivel de daño, 2) los recursos asignados a cada plantel, 3) la fuente de los recursos y 4) el avance en la reconstrucción. La base de datos del proyecto consolida y cruza información generada por tres instancias del Gobierno federal, 12 gobiernos estatales y 14 organizaciones privadas.
El Mapa de Reconstrucción Escolar ha buscado alcanzar un público diverso, el cual incluye gobiernos federal y estatales, donantes, organizaciones privadas, maestros, padres de familia y periodistas. Para ello, fue fundamental tener una herramienta sencilla de usar, pero lo suficientemente flexible para responder a las diferentes exigencias de su audiencia.
Para poder recolectar y validar los datos para la plataforma, primero fue necesario establecer esquemas de colaboración con las organizaciones públicas y privadas involucradas. Estas reuniones se enfocaron en brindar información, pero una vez que todos los actores estaban en la misma mesa, fue más fácil expandir el ámbito de asuntos a resolver juntos.
La tecnología por sí misma y para sí misma es de poca utilidad para resolver desafíos públicos. Aunque el ritmo de innovación tecnológica en el nuevo milenio ha avanzado a velocidad relámpago, su rol en la solución de problemas globales no solo ha progresado más lentamente, sino que incluso a veces parece retroceder.
El auge de sitios de noticias falsas o la cosecha de datos personales en las redes sociales para uso en campañas políticas son algunos de los ejemplos que han causado desilusión en el rol de la tecnología. Aunque existen muchos usos positivos de herramientas tecnológicas, con frecuencia no son resaltados lo suficiente.
El Foro de París para la Paz, donde el Mapa de Reconstrucción fue seleccionado para presentarse, es una ocasión oportuna para resaltar casos de éxito y aprender de ellos.
La utilidad de la tecnología se maximiza cuando apoya las capacidades de los individuos y organizaciones para ofrecer soluciones concretas a desafíos complejos. El impacto del Mapa de Reconstrucción Escolar no estuvo en sus detalles tecnológicos, sino que su valor añadido fue servir como palanca para incrementar la colaboración dentro y fuera del mundo digital.
Las herramientas tecnológicas se convierten en recursos públicos cuando son confiables, accesibles y comprensibles para todos los interesados. La colaboración entre actores para lograr metas tangibles es indispensable para alcanzar esos tres principios.
Los organizadores del Foro de París para la Paz consideran que la paz se compone de todas las soluciones que contribuyen a reducir tensiones y conflictos. El Mapa de Reconstrucción Escolar aprovechó la tecnología, el interés público y la colaboración entre actores para convertirse en un bien público: un recurso compartido que no excluye a nadie y en el cual los beneficios de unos no significan pérdidas para otros.
Publicado por Animal Político
14-11-2019