Investigación

Aumentó en 3.8 millones la población en pobreza entre 2018 y 2020

Las distintas caras de la pobreza

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) es la institución encargada de medir los niveles de pobreza en el país a partir de datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de acuerdo con la Ley General de Desarrollo Social. El 5 de agosto de 2021, presentó los resultados correspondientes a 2020, lo que permite dimensionar el efecto que tuvo la pandemia en este indicador.  

A partir de 2008, el Coneval adoptó una medición multidimensional de la pobreza, es decir, además de tomar en cuenta el ingreso, también considera los derechos sociales como elementos que permiten el desarrollo de las personas. A partir de esta medición, clasificó a la población mexicana en tres categorías: pobres, vulnerables y no pobres ni vulnerables.

1. ¿Cuáles fueron los resultados de la medición de la pobreza multidimensional de 2020?

A 2020, 43.9% de la población en México está en situación de pobreza (55.7 millones de personas), lo que representa un incremento de dos puntos porcentuales en comparación con 2018 (41.9%), equivalente a 3.8 millones de personas adicionales. 

El Coneval divide la pobreza en dos tipos. Por un lado está la pobreza moderada, cuya población tiene al menos una carencia social y su ingreso está por debajo de la línea de pobreza sin llegar a niveles extremadamente bajos. Por otro lado, la población en situación de pobreza extrema tiene tres o más de las seis carencias sociales posibles y un ingreso tan bajo que, incluso si gasta todo en alimentos, no obtendría los nutrientes necesarios para una vida saludable. La suma de ambas poblaciones se considera el número total de personas viviendo en situación de pobreza.

Las entidades federativas con mayor porcentaje de población en pobreza extrema son Chiapas (29%), Guerrero (25.5%) y Oaxaca (20.6), estados que han mantenido su tendencia desde 2018. Sin embargo, Quintana Roo, Tlaxcala y Yucatán son las entidades que tuvieron un mayor aumento en la proporción de su población en esta situación respecto a 2018 (6.8 pp, 6.5 pp y 4.8 pp, respectivamente).

2. ¿Cómo se comportó la población vulnerable por ingresos o carencias sociales?

La población vulnerable por ingresos aumentó 1.3 millones personas respecto a 2018. Este grupo se refiere a aquellas personas que no presentan ningún tipo de carencia social, pero su ingreso es inferior o igual a la línea de pobreza por ingresos. En esta categoría se encuentran las personas cuyo ingreso alcanza para adquirir la canasta básica de bienes y servicios, pero que carecen de seguridad social, acceso a servicios de salud públicos o privados, servicios básicos, espacios y calidad en su vivienda, acceso a una alimentación nutritiva y de calidad o tienen rezago educativo. 

Como es el caso en otros indicadores, el comportamiento de la pobreza observó diferencias por sexo. 54% de las mujeres son vulnerables por ingreso, ya que aunque no presentan carencias sociales, sus percepciones son menores a la línea de pobreza por ingresos. En el caso de los hombres, 46% se encuentra en esta situación.

En México hay 30 millones de personas vulnerables por carencias sociales, es decir, que presentan una o más carencias sociales, pero cuyo ingreso es superior a la línea de bienestar. En el país, 67.6% de la población tiene al menos una de las seis carencias sociales, lo que se traduce en 85.7 millones de mexicanas y mexicanos, un aumento de un millón de personas en comparación con los resultados de 2018.

  • La falta de acceso a los servicios de salud afectó a 28.2% de la población (35.7 millones de personas), cifra 12 pp mayor que la registrada en 2018. Este indicador capta a las personas que reportan no tener acceso a instituciones de salud pública o privada. En el contexto de una crisis sanitaria, esta fue la carencia social con mayor aumento, puesto que creció 78% desde 2018. Hoy hay más de 35 millones de mexicanos que no tienen acceso a servicios de salud.
  • El rezago educativo afectó a 19.2% de la población (24.4 millones de personas), cifra 0.2 pp mayor que la registrada en 2018. En este indicador se incluyen a los menores de 21 años que no estudian, así como aquellos de 22 años o más que no concluyeron educación básica o media superior. Esta carencia podría aumentar en el largo plazo ante el abandono escolar que se ha observado con el cierre de las escuelas derivado de la pandemia, sobre todo en jóvenes mayores de 15 años.
  • La falta de acceso a la alimentación nutritiva afectó a 22.5% de la población (28.6 millones de personas), cifra 0.3 pp mayor que la registrada en 2018.  Este indicador mide si los hogares contaron con los recursos suficientes para que sus integrantes consumieran productos de varios grupos alimenticios de manera frecuente.  
  • La falta de acceso a la seguridad social afectó a 52% de la población (66 millones de personas), cifra 1.5 pp menor que la registrada en 2018. Este indicador agrupa a aquellas personas que cuentan con mecanismos para hacer frente a eventualidades como accidentes, enfermedades, vejez o embarazo.
  • La vivienda de calidad inadecuada o de espacios insuficientes afectó a 9.3% de la población (11.8 millones de personas), cifra 1.7 pp menor que la registrada en 2018. Este indicador contempla algunas características de materiales de construcción y espacios que determinan la calidad de vida de las personas.
  • La falta de algún servicio básico en la vivienda afectó a 17.9% de la población (22.7 millones de personas), cifra 1.7 pp mayor que la registrada en 2018. Este indicador mide el acceso a agua potable, drenaje, luz eléctrica y combustibles ajenos a la leña o el carbón.

3. ¿Hubo avances en la población no pobre ni vulnerable? 

En 2020, la población que no es pobre y no es vulnerable representó 23.5% de los mexicanos, cifra ligeramente inferior a la de 2018 (23.7%). Esto quiere decir que su ingreso es superior a la línea de pobreza y no sufre ninguna de las carencias sociales que utiliza el Coneval para medir la pobreza multidimensional. De acuerdo con el Coneval, el objetivo de la política de desarrollo social debería ser incrementar la proporción de habitantes que se incluyen en este grupo, por lo cual la cifra presentada representa un retroceso en ese sentido. 

¿Se vio reflejado el aumento en el gasto en programas sociales?

De 2018 a 2020, el monto destinado a programas sociales aumentó 13% en términos reales. Sin embargo, estos recursos no se concentraron en la población de los deciles más bajos, es decir, con menores ingresos. En parte, esto se puede atribuir al diseño universal de varios programas sociales, así como la falta de un padrón consolidado de beneficiarios.

En el caso de los programas enfocados a la salud, destaca que en 2020 se sustituyó el Seguro Popular (SP) con el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), con el objetivo de que todos los mexicanos tuvieran acceso a servicios de salud y medicamentos. Sin embargo, los datos muestran que, a pesar de un incremento real de 11% en el gasto público de salud, la nueva institución no logró absorber a los beneficiarios del SP. Según datos que presentó el Coneval, en 2018, 42.1% de la población reportó estar afiliada al SP mientras que en 2020 solo 26.9% reportó tener acceso al Insabi. 

La pobreza y su relación con el mercado laboral

La pobreza multidimensional también está directamente asociada con la vulnerabilidad laboral. Mientras el número de trabajadores ocupados en condiciones de informalidad aumenta, mayor es la cantidad de población que se encuentra en condición de pobreza multidimensional. 

En 2020 las entidades con las mayores tasas de informalidad fueron Oaxaca (78%), Guerrero (78%), Chiapas (75%), Hidalgo (73%) y Puebla (71%). En estos lugares, entre cinco y siete personas de cada 10 se encontraban en situación de pobreza -de los niveles más altos del país-. 

Los ingresos laborales, en cambio, se relacionan inversamente con la pobreza. Las entidades con el mayor ingreso laboral per cápita en 2020 fueron también lugares con bajos niveles de pobreza, donde sólo dos de cada 10 personas se encontraron en esta situación. Destacan los casos de Baja California Sur, Nuevo León y Baja California, con un ingreso laboral per cápita de hasta 2 mil 800 pesos, en promedio, y niveles de pobreza menores al 30% de la población.

Dada la fuerte relación con las condiciones laborales, la pobreza laboral es un buen referente de los niveles generales de pobreza en el país, y además tiene la ventaja de ser más oportuno, por publicarse de forma trimestral. Este indicador contempla la proporción de la población cuyos ingresos laborales del hogar son insuficientes para adquirir la canasta alimentaria para todos sus miembros. Desde 2005, el Coneval publica las cifras de pobreza laboral con base en los resultados trimestrales de la ENOE.

En 2020, los estados con mayor población en condición de pobreza laboral fueron Chiapas (67%), Guerrero (59%), Oaxaca (58%), Veracruz (51%) y Tlaxcala (51%). En dichas entidades, entre 5 y 7 personas de cada 10 se encontraron en situación de pobreza multidimensional durante 2020.

Conclusiones

La medición multidimensional de la pobreza que presentó Coneval permite identificar en torno a qué factores debe diseñarse la estrategia para mejorar el bienestar de la población tras la crisis ocasionada por la pandemia. Estos datos deben servir para reorientar, con base en evidencia, el diseño de las políticas públicas para atender a la población vulnerable por carencia social o económica.

Para que México sea un país más competitivo necesita reducir los niveles de pobreza y vulnerabilidad de la mayoría de sus habitantes. Las personas que tienen satisfechas sus necesidades básicas tienen mayor probabilidad de aprovechar las oportunidades que se les presentan y/o adaptarse a situaciones adversas inesperadas como la pandemia por covid-19. 

Avanzar en este sentido requiere un uso más eficiente de los recursos que se destinan al desarrollo social. Eso implica repensar la política social para lograr que las transferencias monetarias lleguen a las familias que más lo necesitan, combinado con una mayor inversión en infraestructura social para subsanar carencias y romper ciclos de pobreza generacional. Por último, y debido a su estrecha relación, se debe incentivar el crecimiento y la formalización de un mercado laboral que provea oportunidades para que los mexicanos salgan de la pobreza.