Artículo

¿Cómo avanzar hacia una economía más productiva?

Foto de Drew Gilliam en Unsplash

En una cocina, insumos como el número de trabajadores, la cantidad de sartenes y la potencia de los hornos son algunos de los factores que determinan el tiempo que se tarda en elaborar un platillo. Si comparamos los insumos utilizados con la producción generada —en este caso, alimentos—, estamos definiendo la productividad.

Podemos suponer que un par de trabajadores más podrían reducir el tiempo de preparación en cinco minutos, o que la compra de nuevas ollas permitiría obtener tres platos adicionales en el mismo tiempo. De esta misma manera funciona la productividad a nivel país, a través de insumos como el capital, el trabajo, y la producción medida por el Producto Interno Bruto (PIB).

En las últimas décadas, se ha observado una tendencia global de desaceleración en el crecimiento de la productividad. De acuerdo con la OCDE, en 2023 la productividad total de sus países miembros aumentó 0.6 % en promedio. Durante el mismo periodo, la productividad laboral de la economía en la zona euro cayó casi 1 %, mientras que en Estados Unidos creció 0.5 %. Estas tasas se encuentran en sus niveles más bajos en más de 15 años.

A esto deben sumarse dos componentes más. El primero son las altas tasas de interés derivadas de los efectos de la crisis sanitaria de COVID-19. Si bien ha sido una estrategia para contener los niveles de inflación, a largo plazo restringe la inversión y dificulta el desarrollo de sectores estratégicos que inciden en la productividad y, por lo tanto, en el crecimiento.

El segundo componente es la dependencia de la deuda como motor de crecimiento. En Estados Unidos, en 2024 la deuda superó 120 % del PIB y se proyecta que aumente 56 % hacia 2035. En el mismo periodo, Canadá registró un nivel de deuda equivalente a 110.8 % de su PIB, y México, 51.3 %. En los tres países ha prevalecido la tendencia a recurrir a un mayor endeudamiento, lo que pone en riesgo el desarrollo de motores reales de crecimiento.

El desarrollo tecnológico y del capital humano mediante la inversión debe ser una prioridad gubernamental para reducir la dependencia de la deuda y establecer nuevas bases de crecimiento. La calidad de la inversión importa, así como su orientación hacia sectores estratégicos como energía y logística.

No es coincidencia que ante una situación de necesidad de nuevas tecnologías para generar crecimiento, el Banco de Suecia haya galardonado este año a tres investigadores que dedicaron su vida al estudio del crecimiento económico impulsado por la innovación. Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt nos dan la receta para que una sociedad pase de generar innovaciones ocasionales a un progreso continuo. Reconocen que la innovación implica una “destrucción creativa”: abandonar tecnologías obsoletas por nuevas más beneficiosas. En este sentido, si queremos avanzar hacia una economía más productiva, la innovación debe encontrarse en el centro de las prioridades.

Si bien la crisis de productividad es una tendencia global, la diferencia radica en cómo decidimos enfrentarla en el contexto mexicano. La próxima revisión del T-MEC representa una oportunidad para que México se posicione como un aliado comercial cada vez más estratégico. A su vez, debemos enfocar el desarrollo de industrias de vanguardia que actúen como motor de productividad y conduzcan a la economía hacia un crecimiento real y sostenible.

@fatitrum

Publicado en Animal Político

16-10-2025