Opinión

¿Es tiempo de mujeres?

Foto: Corelens

En el marco de las elecciones de 2024 mucho se habla de los avances en la participación política de las mujeres, de su creciente presencia en el espacio público y en los cargos de toma de decisión. Esta realidad es innegable. Hoy existe paridad en el Congreso de la Unión y mujeres lideran instituciones clave como la Suprema Corte de Justicia, el INAI y el INE, también hay nueve gobernadoras y todo apunta a que la futura presidenta será una mujer.

Es inevitable contrastar esta ola de hitos con el sector privado donde las mujeres brillan por su ausencia, en especial en los puestos de mayor jerarquía. De acuerdo con la última medición del IMCO en alianza con Kiik Consultores, de casi 200 empresas analizadas, únicamente 4% de las direcciones generales son ocupadas por mujeres y 7% de los consejos de administración son presididos por una mujer. ¿Por qué el sector privado está mucho más rezagado en el camino hacia la paridad de género?

Un factor común son los cuidados no remunerados que recaen en mayor medida en las mujeres. Datos recientes del INEGI  revelan que 51% de las mujeres que cuidan también tienen un empleo o buscan uno, proporción que aumenta a 71% cuando ellas no realizan estas tareas. No pasa lo mismo entre los hombres, ellos mantienen una participación económica alrededor de 80% realicen o no labores de cuidados. Brindar cuidados reduce el tiempo que ellas dedican al mercado laboral, limita su acceso a empleos de calidad y, en consecuencia, sus ingresos tienden a ser menores.

Nueve de cada 10 personas que dejan el mercado laboral por realizar cuidados son mujeres. Además, 68% de las mujeres que quieren buscar un empleo no lo hacen debido a la falta de opciones para delegar los cuidados, en comparación con 16% de los hombres en la misma situación. Esto refleja un círculo vicioso: la mayoría de las mujeres salen del mercado laboral por razones de cuidados, al mismo tiempo las que quieren entrar no lo hacen por este motivo, y las que sí están tienden a enfrentar peores condiciones laborales.

Entonces, las mujeres no crecen al interior de las empresas porque México no ha resuelto la carga desproporcionada de cuidados. El mercado laboral no ha evolucionado para ofrecer empleos más flexibles que respondan a esta realidad en la que las mujeres son parte de la economía remunerada. Tampoco reconoce que los cuidados son inevitables e indispensables y que para que las mujeres asciendan, ellas no pueden seguir asumiendo el rol –casi exclusivo– de cuidadoras. Claro, sin ignorar que existen otros factores como la discriminación, la violencia, las creencias o el entorno.

¿Esto quiere decir qué el sector público ofrece mejores condiciones laborales para ellas? ¿Más flexibilidad o mejores horarios? ¿Servicios de cuidados de calidad? No, pero a diferencia del mundo empresarial, existen cuotas de género para todos los niveles de gobierno y en los tres poderes del Estado. Que esta sea la solución para aumentar la participación de las funcionarias públicas en puestos de mayor jerarquía puede ser debatible. No obstante, las esferas públicas y privadas son entornos distintos, y cada una requiere cosas distintas para atender sus propias motivaciones.

A pesar del aumento del liderazgo femenino en el sector público, no ha ocurrido lo mismo en el empresarial. Por más vanguardistas que nos consideremos, las mujeres siguen siendo las que cuidan. Por más compromisos de las empresas por sumar a más mujeres, se necesita un mercado laboral flexible que responda a los cambios sociales. Por más políticas públicas para alcanzar la igualdad de género que haya, no existe una política en materia de cuidados. Entonces, cuando escuchemos que es tiempo de las mujeres, pensemos en el camino que falta para redistribuir los cuidados.

Publicado en Opinión 51.

01-11-2023