Opinión

Gas natural para la seguridad energética de México

FOTO: CUARTOSCURO.COM

Por: Diego Díaz, investigador y Oscar Ocampo, coordinador de Energía

El conflicto en Ucrania ha puesto al gas natural en el centro del debate a nivel mundial. La incertidumbre alrededor de su suministro en Europa y la volatilidad de sus precios amenaza la generación de energía eléctrica, así como la producción de aquellas industrias que lo utilizan como combustible o materia prima. Por razones muy distintas al conflicto que hoy en día enfrentan los países europeos, el acceso ininterrumpido al gas natural es también uno de los principales riesgos de seguridad energética que hoy enfrenta México, especialmente por el incremento sostenido de la demanda por parte de distintas industrias a lo largo de las últimas décadas.

Desde mediados de los años noventa, el uso de gas natural se aceleró al grado de que México se convirtió en uno de los países que más depende de él. De 45 países analizados por la Agencia Internacional de Energía en 2019, México fue el quinto que empleó la mayor proporción de este energético, solo por debajo de los Países Bajos, Italia, Reino Unido y Canadá. Aproximadamente el 60% de la generación eléctrica depende de este combustible, al igual que la operación de buena parte de la industria manufacturera del país –-motor de la economía exportadora mexicana–.

Esta alza en el consumo de gas natural responde a dos razones puntuales. En primer lugar, es más eficiente, más asequible y relativamente menos contaminante que sus contrapartes fósiles como el diésel o el combustóleo. En segundo lugar, el país tiene la ventaja competitiva de la frontera con Texas, que es el mercado de gas natural más competitivo del mundo. Hoy, Estados Unidos provee aproximadamente 73% de la demanda mexicana.

Así, el gas natural es quizá el mejor ejemplo de la integración de los mercados energéticos en América del Norte. La concentración de las importaciones de Estados Unidos no es una mala noticia, sino el resultado de la proximidad de un mercado altamente competitivo. El reto del país está, más bien, en desarrollar infraestructura de transporte y almacenamiento que le permita llevar ese gas a todas las regiones del país.

México carece  de infraestructura competitiva de almacenamiento, lo cual implica una situación de vulnerabilidad frente a cambios abruptos en su oferta y demanda, ya sea por fluctuaciones climáticas, desastres naturales o factores geopolíticos. En México únicamente se acumula esta molécula en tres terminales de almacenamiento y regasificación (Altamira, Ensenada y Manzanillo) que tienen una capacidad limitada a solo 2.4 días de inventarios. Cifra muy por debajo de países como España, Alemania y Francia, que cuentan con 34, 89 y 98 días de inventarios, respectivamente.

El riesgo de no contar con suficiente gas natural no se ha materializado hasta ahora, más allá de contingencias puntuales como las heladas registradas en Texas en febrero de 2021 que ocasionaron una disrupción en el suministro hacia México y apagones que afectó al  norte del país. Esto no significa que no exista, y sobre todo, que no se deba mitigar.

Es indispensable invertir en infraestructura que permita incrementar la capacidad de almacenamiento en México. En una primera etapa, es necesario retomar la política emitida por la Secretaría de Energía en 2018 y aspirar a por lo menos a 5 días de inventarios y posteriormente apostar por una capacidad similar a los países de la OCDE. La incertidumbre en otros mercados de gas de los últimos meses debe ser un llamado para que México tome cartas en el asunto.

Publicado en Animal Político.

01-09-2022