El rezago habitual con el que conocemos el PIB dificulta la toma de decisiones. El PIB pretende capturar la información de toda la producción del país lo que implica un alto grado de complejidad. La información oportuna correspondiente a la producción del tercer trimestre del año la tendremos este viernes y el dato definitivo hasta el 25 de noviembre. Es por eso que el Inegi produce el IGAE, el Indicador Global de la Actividad Económica, que permite dar una perspectiva, quizás menos completa (considerando prácticamente 95% de la actividad económica), pero más oportuna.
El IGAE de agosto cayó 1.6% frente al mes de julio. El IGAE también sufrió una caída de 1% en junio y después tuvo una ligerísima recuperación de 0.1% en julio para volver a caer en agosto. Es la mayor caída mensual desde mayo de 2020 cuando cayó 2.5% y estábamos en pleno choque derivado del covid.
La actividad económica del país está centrada en el sector terciario. 64% de la producción total del país se concentra en el sector servicios por lo que la caída de 2.5% en este rubro es una muy mala noticia para la economía mexicana. Es, además, la tercer caída mensual consecutiva que tiene este sector. A pesar de que el único sector que tuvo un ligero avance fue el secundario, dentro del mismo también hubo caídas. El subsector que mide el valor económico de la generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, suministro de agua y gas, mostró un descenso de 2.5%, en un sector que solo creció 0.4%.
¿No se supone que estábamos en plena recuperación? ¿No tendría la actividad económica que retomar el rumbo y volver a crecer a mejores tasas? Y justo para responder esas preguntas tendríamos que cuestionarnos si la caída económica de 2020 se debió únicamente al confinamiento derivado de la pandemia.
Basta con ver los datos del IGAE previos a la pandemia para observar que no fue así.
La tasa de crecimiento mensual promedio del IGAE de 2018 fue negativa, ligeramente, pero negativa. Septiembre, octubre y diciembre ya mostraban el descenso. A pesar de esas tasas mensuales negativas, hubo incrementos en las comparaciones anuales durante prácticamente todos los meses de 2018, salvo diciembre. Durante 2019, pasó algo similar en las comparaciones mensuales: la tasa de crecimiento mensual promedio fue negativa, poco, pero debajo del cero. Sin embargo, la comparativa anual fue negativa nueve de los 12 meses de ese año. Podríamos debatir si fue estancamiento o recesión, pero al final del día, es evidente que una economía emergente, como la mexicana, con un bono demográfico que todavía existe, con una geografía envidiable y con importantes acuerdos comerciales debería de haber crecido y no mostrar los mediocres resultados que tuvo.
Con los datos del IGAE de agosto observamos que la economía mexicana se encuentra en niveles similares a los que tenía en 2016. ¿Ese es el ritmo que necesita México? Me parece evidente la respuesta, pero mientras se sigan tomando decisiones que ahuyenten la inversión no podremos esperar algo distinto.
Por cierto, ayer también se presentó la ENOE con los datos oportunos de ocupación y empleo. Desde mayo de 2020, 85% de los empleos creados son informales. ¿Eso queremos?
*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad de la autora y no representan la postura institucional.
Publicado en El Universal.
26-10-2021