Hace algunas semanas, el Instituto Mexicano para la Competitividad publicó su índice internacional en el que evalúa el comportamiento de 43 países en más de 80 temas específicos. Incluye variables de índole económica –como crecimiento y diversificación– pero va más allá. Hablar de competitividad es hablar de muchas cosas; en el IMCO la definimos como la capacidad que tienen las ciudades, los estados o los países para generar, atraer y retener talento e inversión. Es una definición amplia, pero también lo es el concepto.
En la edición más reciente de ese índice, México perdió dos posiciones para ubicarse en el lugar 37 de los 43 países evaluados, el lugar más bajo que ha ocupado. La reacción evidente de esta pérdida de competitividad apuntaría a la pandemia, pero, como su nombre lo indica, el virus afectó no solo a las 43 economías evaluadas, sino a todo el planeta. Es la respuesta relativa a la misma lo que pudo haber influido en el avance o en el retroceso de los países evaluados. La caída de dos posiciones en la última edición quizás opaque el hecho de que el año previo, es decir, en la edición de 2020 que en su mayoría usa datos de 2019, México perdió tres posiciones, tres lugares en un año sin pandemia ni crisis económicas internacionales.
Hay muchos Méxicos. Ya sabemos que el México del centro y del norte es, en general, más competitivo que el sur, aunque cada región tiene sus propios problemas y ventajas. En la edición de este año del Índice de Competitividad Estatal que evalúa a cada entidad en 72 indicadores específicos la Ciudad de México, Nuevo León y Querétaro ocuparon los tres primeros lugares. Los tres últimos corresponden a Oaxaca, Chiapas y Guerrero.
El IMCO llega todavía a más detalle en el análisis que hace en el Índice de Competitividad Urbana que se presenta hoy. Es en las ciudades donde habita 63% de la población, donde se genera 86% de la producción del país y donde se concentra 88% de la inversión. En las ciudades convergen las decisiones de todos los órdenes de gobierno. Las decisiones que se toman a nivel federal y a nivel estatal inciden en lo que vivimos dentro de las ciudades.
En 2020, año complicado, hubo algunos avances generales, sobre todo en el número de hogares con acceso a computadoras e internet. Pero también hubo retrocesos. La inversión extranjera directa neta cayó 18%, aunque dentro de esa caída hubo ciudades que supieron captar la inversión que entró al país como lo muestra el caso de Guadalajara. Por sorprendente que parezca, algunas ciudades, como Nuevo Laredo, observaron reducciones importantes en el porcentaje de población que percibe ingresos por debajo de la línea de bienestar definida por Coneval. En 2020, quizás por el confinamiento, se redujo la incidencia delictiva, pasó de 19 a 16 delitos por cada 100 mil habitantes. A pesar de esto, la violencia en algunas ciudades aumentó considerablemente como se muestra en algunas ciudades de Guanajuato.
Como dice Max Santana, investigador del IMCO, “las ciudades son la primera línea de respuesta ante los problemas públicos”. Para los ciudadanos, el Índice de Competitividad Urbana (ICU) es una herramienta útil porque evidencia los problemas y los avances. A los tomadores de decisiones, el ICU les señala con precisión dónde es necesario intervenir eficientando el uso de recursos públicos. Los invito a revisarlo en www.imco.org.mx
*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad de la autora y no representan la postura institucional.
Publicado en El Universal.
23-11-2021