La democracia en México -y el mundo- nuevamente nos da de qué hablar. En esta ocasión no se debe a alguna elección, reforma o política gubernamental; al menos no directamente. La democracia está presente en la discusión pública gracias a un conjunto de indicadores políticos y globales recientemente publicados. Las siguientes líneas se refieren a tres reportes que, aunque parecerían desconectados o poco relacionados, comparten ese concepto complejo, dinámico, y que hoy enfrenta embates políticos a nivel global: la democracia.
Hace unas semanas el Instituto Edelman Trust publicó el Barómetro de Confianza Global 2023, una encuesta que analiza el nivel de confianza de la ciudadanía en los gobiernos, medios de comunicación, empresas y organizaciones de la sociedad civil. El reporte muestra una tendencia global de polarización, falta de confianza en las instituciones públicas, divisiones sociales y fallas de liderazgo.
En México, menos de la mitad de las personas afirmó confiar en el gobierno (47 %), una cifra 24 puntos por debajo de la confianza en los negocios (71 %). Además, nuestro país, junto con Brasil, Francia y Alemania, presentan un riesgo de polarización extrema debido al pesimismo económico, la desigualdad, la falta de identidad compartida entre la ciudadanía y la desconfianza en los medios y el gobierno.
Con algunas similitudes, la organización Transparencia Internacional también publicó el Índice de Percepción de Corrupción 2022, medición que desde hace más de 10 años analiza el nivel de percepción de corrupción en 180 países. México está estancado en los altos niveles de percepción de corrupción. Por tercer año consecutivo obtuvo un puntaje de 31 de 100 puntos posibles, donde 100 representa el mejor nivel. Esta cifra ubica al país en la posición 126 de 180 países, dos posiciones abajo respecto a 2021.
El estancamiento en la percepción de corrupción no es exclusivo de México. 69 % de los países (124 de 180) se mantuvieron en el mismo nivel que el año pasado. En particular, el reporte muestra que en América Latina persiste la falta de audacia y acciones decisivas para combatir la corrupción y fortalecer las instituciones públicas, lo que repercute en la seguridad, el desarrollo y sin duda, en la democracia.
Por último, la Unidad de Inteligencia Económica de The Economist publicó el ya conocido y discutido Índice de la Democracia, una medición del nivel de democracia de 167 países con base en cinco categorías: proceso electoral y pluralismo, funcionamiento del gobierno, participación política, cultura política y libertades civiles.
En 2022 y por segundo año consecutivo, México se ubica en un régimen híbrido, (5.25/10), una categoría que incluye a países con un estado de derecho debilitado, presiones gubernamentales y altos niveles de corrupción. Su puntaje más bajo es en el ámbito de la cultura política, compuesto por factores como el nivel de consenso sobre una democracia estable, el gobierno militar y la relación entre desempeño económico y nivel democrático.
Como en materia de corrupción, la caída en el nivel democrático requiere especial atención en América Latina. Mientras que solo Chile, Costa Rica y Uruguay son clasificadas como democracias plenas, el índice muestra que en los últimos dos años la región ha registrado la mayor recesión democrática, con un puntaje promedio que pasó de de 6.43 en 2008 a 5.79 en 2022.
Las mediciones estandarizadas y periódicas de fenómenos políticos no son ni pretenden ser exhaustivas y absolutas. Son abstracciones de una realidad compleja de cuantificar, pero que permiten enmarcar el riesgo político, institucional y democrático que hoy enfrentamos.
La falta de confianza en el gobierno, la alta y generalizada percepción de corrupción y el deterioro institucional son problemáticas individuales que se relacionan con un reto aún mayor: el desgaste sostenido de la democracia. Los tiempos políticos en México y el mundo no son alentadores. Que los puntajes y posiciones nos permitan dimensionar y actuar acorde.
Publicado en Animal Político.
16-02-2023