México es un país muy diverso. Eso es bueno porque en la diversidad se construye, pero en este caso, la desigualdad frena. ¿Por qué? Porque dependiendo de la entidad federativa en donde viva una mujer, serán las condiciones laborales que enfrente para entrar, permanecer y crecer en la economía.
Hace unos días, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) publicó el análisis Estados #ConLupaDeGénero 2022 cuyo objetivo es evaluar las condiciones locales a las que se enfrentan las mujeres en el mercado laboral. En México no teníamos una medición de esta naturaleza capaz de identificar las fortalezas y debilidades a nivel local con perspectiva de género. Los gobiernos estatales pueden aprovecharlo y tomarlo como un autodiagnóstico que los ayude a enfocar sus esfuerzos de política pública.
Con base en esta medición es posible afirmar que las mujeres mexicanas vivimos realidades distópicas en el mismo país, es decir, que no son las ideales. La tasa de participación económica (TPE) femenina es el porcentaje de mujeres en edad productiva que tiene un trabajo o está en búsqueda de uno. En México, las diferencias son tales que en Colima la TPE de mujeres es casi 56%, una cifra muy similar a la de Estados Unidos. Pero en el otro extremo está Chiapas con una tasa de 31%, muy parecida a la que tiene Turquía. Dos realidades, un mismo país.
Al analizar los resultados generales de la medición del IMCO, los hallazgos muestran que la Ciudad de México, Baja California Sur, Baja California, Colima y Nuevo León son las entidades con mejor desempeño. ¿Qué están haciendo bien?
En primer lugar, tienen una menor desigualdad en el tiempo que las mujeres dedican a labores domésticas y de cuidado, que limitan el tiempo disponible para que una mujer trabaje o estudie si así lo desea. Además, preparan mejor el talento femenino, pues la mitad de las mujeres de 18 años o más tienen al menos estudios de preparatoria. Y finalmente, tienen a menos mujeres en la informalidad: 43% en comparación con 55% a nivel nacional.
Hay que tomar en consideración que tener a más mujeres en el mercado por sí solo no es un logro suficiente. Se requieren buenas condiciones de trabajo que incentiven su permanencia y crecimiento. Sin embargo, el talón de Aquiles de todas las entidades está en la permanencia. Aún aquellos estados con mejores puntajes enfrentan retos importantes para retener el talento femenino.
Entidades como Aguascalientes y Nuevo León enfrentan una brecha salarial del 17%, es decir, por cada $100 que gana un hombre, las mujeres ganan $83. A nivel nacional esta diferencia es del 13%, lo cual no es una gran noticia, pues significa que en todas las entidades hay una brecha entre lo que gana una trabajadora y un trabajador. Esto es un reflejo de malas condiciones laborales.
Otro factor que pone en riesgo la permanencia de mujeres en el mercado es la falta de infraestructura de cuidados alternativos en el país, medida a través de la baja cobertura de educación en la primera infancia o de centros de cuidado de adultos mayores.
La buena noticia es que estamos avanzando en la participación de mujeres en la política, y eso puede agregar una perspectiva diferente al diseño de políticas públicas. Las mujeres representan 26% del total de alcaldías en el país, y en cinco estados ellas ocupan 75% de las presidencias relevantes en los Congresos. Su representación debe continuar en puestos de liderazgo en las distintas esferas, no solo en la pública.
Los estados son semilleros de talento femenino. Incluir a más mujeres en la economía puede traducirse en autonomía económica para ellas, mayores ingresos para los hogares, empresas más rentables y, por supuesto, crecimiento para el país. Lograrlo depende de una corresponsabilidad compartida entre la iniciativa privada y los gobiernos estatales para mejorar las condiciones de empleo que ofrecen a las mujeres, lo cual permitiría que más de ellas se incorporaran al mercado y crecieran independientemente de la entidad donde habiten.
Publicado en Animal Político.
03-03-2022