Opinión

La educación más allá de diplomas

FOTO: OMAR MARTÍNEZ /CUARTOSCURO.COM

El desarrollo de México depende, en gran medida, de su competitividad. Pero para ser competitivos, hay que tener talento y cultivar talento demanda un sistema educativo sólido que hoy México no tiene.

El panorama desigual que enfrentan los estudiantes en el país evidencia un sistema educativo débil. Actualmente no sólo hay más de 6 millones de niños, niñas y jóvenes entre 3 y 18 años que están fuera del sistema educativo, sino que de aquellos estudiantes que sí asisten a la escuela, solo 28 de cada 100 logra completar su formación académica hasta una licenciatura o carrera técnica. Esos 72 estudiantes restantes, que por diferentes motivos abandonan su educación, representan el verdadero costo de oportunidad para México y el precio del talento perdido lo paga el país.

La educación no sólo es importante para que los niños y niñas aprendan los conocimientos más básicos, como historia, gramática, geografía o matemáticas, también es clave porque a través de este camino se desarrollan habilidades como liderazgo, pensamiento crítico y otras capacidades que más tarde serán consideradas de enorme valor en el mercado laboral. Esto es importante no solo porque el progreso de México necesita este talento, sino también porque los mismos jóvenes necesitarán ese talento cuando busquen entrar al mercado laboral.

En este sentido, México no necesita un sistema educativo que otorgue meros diplomas o certificados, sino uno que brinde una formación integral capaz de despertar la curiosidad y el interés en los estudiantes. Que los impulse y los motive a seguir aprendiendo hasta alcanzar la educación superior. Además, debe promover habilidades reales que preparen a los alumnos de manera efectiva para los desafíos de un futuro que pinta complejo.

La creación de un sistema educativo efectivo es, en la práctica, uno de los retos más complejos que un país debe abordar, sobre todo ante un mercado laboral que demanda habilidades cada vez más especializadas. De acuerdo con el Foro Económico Mundial, 43% de las habilidades básicas que demandarán los empleadores de los profesionistas mexicanos cambiarán en los próximos cinco años.

¿Cómo podemos equipar a la próxima generación con habilidades relevantes para el futuro, considerando que las demandas laborales cambiarán y las habilidades actuales podrían no ser las mismas cuando estos estudiantes se gradúen? ¿Qué llave podemos darle a los estudiantes para que accedan a mejores oportunidades laborales?

No hay solución fácil y no pretendo tener la fórmula para soldar el sistema educativo, pero es urgente, por decir lo menos, que existan esfuerzos accionables para hacerlo. Dejo dos ideas para reflexionar:

  1. Es necesario que hablemos más de la educación no formal. Hoy por hoy, hay diferentes caminos para desarrollar habilidades. Hay quien aprende en YouTube, quien certifica sus conocimientos y competencias o quien estudia diplomados en línea. Aunque es verdad que para los 35 millones de estudiantes en México la educación formal sigue y seguirá siendo la alternativa más eficiente y redituable, cada día que pasa es más crucial que entendamos que la educación es un camino que no tiene fin. Para esto, hay que replantear cómo van a formarse las habilidades hacia el futuro.
  2. Es urgente entender que perder talento conlleva un costo y, para mitigarlo, hay que asegurar el acceso y la permanencia de las y los estudiantes mexicanos en la educación obligatoria. Si el mercado laboral y el país pierden, será sólo en segundo plano, porque los primeros que sufrirán las consecuencias de la desigualdad educativa serán los profesionistas del mañana.

No hay duda de que la gran mayoría compartimos la convicción de que la educación es el motor del desarrollo de una sociedad. La urgencia está en asumir un compromiso real con los jóvenes. Al enfrentar menos obstáculos, ellos podrán trazar un trayecto claro hacia un futuro más prometedor para ellos y para México.

Publicado en El Economista.

24-01-2023