Son altas las expectativas que ha generado la tendencia de relocalización de cadenas productivas -el nearshoring– en México, en cuanto a la atracción de inversión extranjera, el incremento de la producción y las exportaciones. Beneficios que permitirían expandir la capacidad de crecimiento económico del país en los próximos años.
De la mano de esas expectativas, se reconoce que los beneficios no ocurrirán en automático y que se requerirá tomar medidas para que se logre sacar provecho de la oportunidad histórica que se abre con esa tendencia. En este contexto, el gobierno mexicano ha implementado una serie de políticas dirigidas específicamente a incentivar la inversión relacionada con el nearshoring. Aunque dichas medidas parecen pertinentes, cuando se toma en cuenta el tamaño del desafío, surgen dudas acerca de su alcance y efectividad.
A grandes rasgos, el plan puesto en marcha ha consistido en otorgar estímulos fiscales, es decir, facilidades en el pago de impuestos para las empresas que inicien inversiones. Comenzó con el decreto publicado el 5 de junio, por el que se ampliaron los plazos para el pago de ISR e IVA, y se permitió la deducción inmediata en las compras de activo fijo (maquinaria, mobiliario, etc.) durante tres o cuatro años, para las empresas que se ubiquen específicamente en el istmo de Tehuantepec, con el fin de atraer inversión al sureste.
Con esta serie de estímulos fiscales que impulsan el nearshoring, el gobierno pretende hacer de México un destino más atractivo para la inversión. ¿Serán suficientes para convencer a más empresarios de trasladar sus operaciones al país?
Lo cierto es que la carga tributaria no parece estar dentro de las principales preocupaciones de los inversionistas y potenciales inversionistas. Lo que sí han señalado es la falta de un suministro confiable y a precios asequibles de energía eléctrica, la posible escasez de agua para uso industrial, y la necesidad de modernizar y ampliar la infraestructura para el transporte de mercancías. Además, hay un tema de falta de trabajadores para cubrir vacantes disponibles. Estas son solo algunas de las limitaciones que ponen en duda la viabilidad de invertir a largo plazo en el país.
Por ello, es fundamental incrementar la inversión pública que facilite y fomente la inversión privada, con la asignación de recursos a proyectos de infraestructura energética, o para el impulso a la educación y capacitación en carreras de ciencia y tecnología para aprovechar el talento disponible, por mencionar algunos.
Cualquier estrategia efectiva para aumentar la capacidad de generar y atraer inversión no puede limitarse a medidas de corto plazo e ignorar los problemas estructurales en el país. Para aumentar la competitividad de la economía mexicana hace falta mucho más que “perdonar” impuestos.
Publicado en Animal Político.
02-11-2023