Los economistas solemos repetir a la menor provocación que la inflación es un impuesto regresivo, es decir, que afecta más a quienes menos tienen. Hay muchas razones tras de ello. En principio, la población de menores ingresos mantiene una mayor parte de sus activos en efectivo. Al tener menor acceso al sistema financiero, no cuentan con opciones que les permitan mantener el poder adquisitivo del dinero. Por otro lado, la población que se encuentra en situación de pobreza dedica una fracción mayor de su ingreso al consumo, a diferencia de otros sectores poblaciones que tienen más oportunidades de ahorro.
A pesar de que toda la población percibe el deterioro de su salario real —lo que se puede adquirir con el salario— los deciles con mayores ingresos usualmente tienen acceso a mejores oportunidades de ahorro e inversión que les permiten obtener tasas de interés reales positivas no solo protegiendo el poder adquisitivo de su dinero, sino incrementándolo.
El dato de inflación que tenemos quincenalmente refleja el incremento ponderado en los precios de una canasta representativa de un consumidor mexicano promedio. Por eso, cuando conocemos la inflación de una quincena o un mes específico quizás no refleja exactamente los incrementos en precios que cada uno observa en su canasta de consumo particular. Pero más allá de la individualidad de la inflación, hay consideraciones que se pueden hacer sobre cómo afecta este fenómeno a la población según su nivel de ingreso de acuerdo con las fracciones que dedican a diferentes rubros de consumo.
En este sentido, el IMCO monitorea mes a mes cómo la inflación reciente ha afectado de diferente manera a la población al segmentarla por deciles de ingreso. En junio la inflación general fue 7.99% en su comparación anual, pero dentro de la misma hubo rubros que tuvieron incrementos significativamente mayores. Las frutas y verduras subieron 14.39%, los bienes pecuarios —que incluyen carne, leche y huevo— aumentaron 15.51%. Los precios de los alimentos procesados y bebidas incrementaron 11.85%.
La población que se ubica en el primer decil de ingreso dedica una proporción mayor de su ingreso a alimentos que lo que hacen los deciles más altos. Aquellas personas que perciben alrededor de 3,313 pesos de ingreso mensual —los más pobres— destinan más de la mitad de esos recursos a alimentos. Conforme va aumentando el nivel de ingreso, la fracción de este que se gasta en alimentos y bebida va disminuyendo. Quienes se ubican en el decil más alto —con un ingreso mayor a 54 mil pesos al mes— dedican 28.5% a ese rubro.
Los incrementos de precios más fuertes han sido precisamente en este ámbito, en todo lo relacionado con alimentos, ya sean frescos o procesados. De tal manera, la inflación que enfrenta el primer decil de ingresos —de nuevo, los más pobres— es de 9.78%, casi dos puntos porcentuales mayor a la inflación general. El decil de más altos ingresos ha observado una inflación menor a la general, 7.92%.
La inflación es siempre un fenómeno regresivo. Siempre afecta más a quienes menos tienen porque no tienen herramientas para protegerse de ella. Sin embargo, la forma en la que se está presentando la inflación actual, concentrándose en alimentos, afecta todavía más a la población más pobre. La inflación es hoy doblemente regresiva.
*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad de la autora y no representan la postura institucional.
Publicado en El Universal.
26-07-2022