Al momento de escribir estas líneas todavía no sabemos qué decisión habrá tomado Tesla sobre su intención de invertir en México. Mañana la empresa tendrá su Investor Day y probablemente en ese contexto se dé el anuncio. La posible inversión —a pesar de no conocer todavía su monto preciso— rondará cerca de los 10 mil millones de dólares en diferentes etapas.
El debate sobre la instalación de la fábrica —en Nuevo León o en donde sea— trae a colación el tema económico del momento, el nearshoring, esa idea de que plantas productivas pueden ubicarse en México —o relocalizar plantas que hoy están instaladas en otros países, principalmente en China— para aprovechar las ventajas comparativas que otorga el país, empezando por una posición geográfica envidiable, en medio de los conflictos geopolíticos entre el gigante asiático y Estados Unidos. El nearshoring o friendshoring, para recalcar la importancia de la relación, tiene el potencial de ser una gran oportunidad para México, pero también puede convertirse en otra —una más— oportunidad desperdiciada.
El viernes pasado se publicaron las cifras de inversión extranjera directa durante el cuarto trimestre de 2022, lo que nos permite ya darnos cuenta de cómo fueron estos flujos y ver si en efecto el nearshoring se está concretando.
Empecemos por las entradas. Durante el cuarto trimestre del año pasado entraron en inversión extranjera directa 1,548 millones de dólares. Es la cifra más baja para cualquier cuarto trimestre desde 1992. Pero lo relevante, creo, se encuentra en los datos anuales. Durante todo 2022 entraron al país 35 mil 292 millones de dólares, cifra 11.9% mayor que la recibida durante 2021. Esa es la lectura positiva de este dato.
Si estuviéramos ya viviendo un verdadero ciclo de nearshoring veríamos tendencias más marcadas. La entrada de recursos de 2022 es solo 1.57% mayor que la recibida en 2018, 6.36% mayor que la inversión que entró en 2015 o incluso 20.15% menor que la recibida en 2013, año en el que hubo transacciones extraordinarias, como también sucedió durante 2022. No se ve aún, por lo menos con estos datos, ninguna evidencia contundente de que el nearshoring ya esté cambiando el paradigma productivo nacional.
Veamos ahora las salidas. Así como hablamos de las entradas de recursos extranjeros enfocados a inversión productiva, también vale la pena considerar las salidas. Las empresas mexicanas buscan oportunidades de inversión fuera de nuestras fronteras. No es un fenómeno inusual, ni debería considerarse como negativo, pero sí es la otra cara de la inversión extranjera directa, y para tener el panorama completo hay que hablar de los recursos que salen del país buscando oportunidades. En este sentido, durante 2022 salieron 12 mil 849 millones de dólares, la salida más alta desde 2013.
La inversión extranjera directa neta —entradas menos salidas— fue de 22 mil 443 millones de dólares, una cifra 32.37% menor a la inversión neta del año previo, es más, la menor desde 2014.
Estoy convencida de que el nearshoring brinda una oportunidad de oro. Pero también tengo claro que la falta de energía eléctrica de calidad, de infraestructura, de conectividad, de seguridad y en general, de certeza jurídica harán que de esa oportunidad dorada, México aproveche solo una fracción de lo que podría llegar.
*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad de la autora y no representan la postura institucional.
Publicado en El Universal.
28-02-2023