El logro de ser la primera mujer presidenta trae para Claudia Sheinbaum el desafío de gobernar un país fragmentado y con problemas complejos que requieren intervenciones eficaces. Aunque el electorado mexicano puso en manos de la próxima gobernante un voto de confianza y un margen para decidir en la comodidad de las mayorías legislativas, gobernar México requerirá hacer un balance honesto de lo que hoy no funciona y un actuar decidido para atender lo que hasta el momento son tareas pendientes.
En realidad, no se puede construir el segundo piso de la autodenominada Cuarta Transformación sin terminar el primero. ¿Qué cimientos faltan? En primer lugar, la seguridad. El balance mismo de la jornada electoral da cuenta del problema: 31 aspirantes asesinados y casillas electorales que no se pudieron instalar por condiciones de inseguridad. Existen territorios completos del país cooptados por el crimen organizado, en los que cobran sus propios ‘impuestos’, deciden y controlan a la población. Ni hablar de la cifra de desaparecidos y las masacres. La inseguridad es el problema que más preocupa a los mexicanos y con justa razón. No es viable un proyecto de Nación sobre un territorio en llamas.
En segundo lugar, el acceso a servicios de salud. Lo dicen los datos: en 2022, 50.4 millones de personas carecían de acceso a servicios de salud y en este mismo año, 49 % de los mexicanos que necesitaron atención médica acudieron a servicios privados. En el país se observa que la esperanza de vida se mantiene abajo del máximo histórico y, además, existen retrocesos en la cobertura de vacunación. El sistema de salud no tiene que ser igual al de Dinamarca; solo ser de calidad. Y estamos lejos de eso.
En tercer lugar, la educación. México tiene una deuda con los estudiantes. Hay 1.2 millones de niños, niñas y jóvenes de educación obligatoria que no han logrado regresar a las aulas tras la pandemia. Asimismo, 66 % de los niños no alcanzan las habilidades mínimas en matemáticas y 53 % no alcanza el puntaje mínimo de lectura. Es necesario discutir y decidir sobre la aplicación de evaluaciones estandarizadas: lo que no se evalúa no se puede mejorar.
También, en las finanzas públicas hay desafíos importantes. De acuerdo con datos del IMCO, se prevé que en 2024 el déficit del sector público a nivel federal llegue a su mayor nivel en términos absolutos. Es necesario plantear la discusión sobre cómo incrementar los ingresos públicos y qué se debe hacer para gastar mejor.
Otro punto fundamental: de la primera presidenta no se espera menos que una agenda de política pública irrenunciablemente fundada en la perspectiva de género. La consolidación del Sistema Nacional de Cuidados -con la inversión que implica-, la promoción de mejores condiciones laborales para las mujeres, la atención a la violencia de género y la participación femenina en la vida pública serán tareas ineludibles en este sexenio.
Los retos también se encuentran en cómo garantizar el acceso a agua potable, cómo transitar hacia la utilización de energías limpias, cómo mitigar de forma eficaz el cambio climático, cómo garantizar el acceso a la justicia y cómo afrontar los altísimos niveles de impunidad, entre otros asuntos urgentes.
Como afirmó Mario Delgado, Morena se llevó el ‘carro completo’, nada más que el carro tiene averías que podrían dejar a la nueva presidenta varada a mitad de camino. Esperemos que no, por el bien de México.
Publicado en Animal Político
06-06-2024