Cuando al presidente se le cuestiona su estrategia de seguridad, él suele responder que se reúne todos los días a las 6 de la mañana con el Gabinete de Seguridad para analizar el tema. Tener reuniones diarias no es una estrategia. En las juntas podrían discutirse las estrategias si las hubiera, dar seguimiento a las acciones, revisar resultados o realizar ajustes, pero el solo hecho de agendar algo todos los días en un calendario no es parte de estrategia alguna.
Pasa algo similar con la información económica. El presidente ha repetido varias veces que le gusta estar informado de ciertas cosas específicas todas las mañanas. Ayer lo reiteró al celebrar el aniversario del SAT. “Son de los datos básicos, de los que reviso diariamente. Así como nos reunimos todas las mañanas para ver el reporte sobre delitos cometidos en las últimas 24 horas, así también diario estoy viendo lo que ingresa, lo que se obtiene en el SAT. Otro dato que reviso diariamente es el de los empleos o trabajadores registrados en el Seguro Social. Tengo como cinco o seis datos que reviso diariamente para saber cómo andamos. Desde luego, estoy pendiente de la apreciación o depreciación del peso, ese es otro dato que reviso todos los días.” Es sabido que el presidente, aparte de estos datos ―tipo de cambio, afiliados al Seguro Social, recaudación―, también revisa las cifras de deuda pública.
No pretendo saber por qué el presidente solicita esos datos específicos diario, quizás eso le da cierta tranquilidad al pretender contar con una estrategia económica, algo similar a lo que sucede en materia de seguridad. Quizás estar informado de esas variables macroeconómicas le da una sensación de seguridad, aunque más bien sería una falsa sensación de seguridad, como diría López-Gatell. Tener a la mano cinco o seis datos diarios ―o los que sean― sin contexto, sin estructura, sin un panorama general, no le permiten al presidente ni a nadie estar informado en materia económica. Sí le permiten, en contraste, simular que lo está.
Esperaría que el presidente ―quien quiera que éste sea― esté bien informado de lo que sucede en el país y en el mundo reconociendo que no todos los datos son relevantes todos los días y que saber el tipo de cambio con el cerró la cotización el día previo no te hace ni más conocedor ni más entendido en temas cambiarios o de finanzas internacionales. Hoy quizás sea más relevante tener un informe de inteligencia sobre lo que está pasando en Rusia y Ucrania para poder prever intercambios comerciales, expectativas sobre el precio de los energéticos y anticipar potenciales crisis alimentarias que saber que el dólar hoy cerró vendiéndose en 20 pesos con 30 centavos.
Revisar los saldos diarios de los requerimientos financieros del sector público quizás le permita ver el cambio diario, pero no el potencial de la deuda como herramienta financiera o el incremento en el costo de la misma a raíz de los cambios en las tasas de interés. Asumo que el presidente, más allá de los saldos diarios, estará informado del propósito de la deuda solicitada, por ejemplo, cuál será el destino de un crédito por 700 millones de dólares que aparece autorizado por el Banco Mundial a la Secretaría de Hacienda el 31 de mayo de este año bajo el nombre de “Crecimiento Económico Sostenido e Incluyente”.
Gobernar no debería consistir en coleccionar datos. Las cifras ayudan a diseñar estrategias, a analizar resultados, a estudiarlos con expertos y sobre todo a corregir el rumbo de ser necesario. Pero los datos que pide diario el presidente son solo eso. Datos sin estrategia. Datos inútiles, pues.
*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad de la autora y no representan la postura institucional.
Publicado en El Universal.
05-07-2022