Investigación

Con mejor maíz habrá mejor país

  • Utilizar biotecnología es la mejor alternativa para elevar la productividad del maíz en México, entre 16% y 22%, y beneficiaría a pequeños y grandes productores.
  • Sin biotecnología, la producción del maíz está condenada a la dependencia de los subsidios del sector público, situación cada vez más insostenible.
  • El uso regulado de la biotecnología es mejor opción que su uso ilegal y no supervisado.

 
CON MEJOR MAÍZ HABRÁ MEJOR PAÍS
No hay otro alimento tan cercano a la cultura mexicana como el maíz. Nuestro país es tradicionalmente productor de maíz y es uno de los lugares en donde las implicaciones culturales, políticas y sociales de este alimento son más importantes. Sin embargo, su producción es realizada con tecnologías obsoletas y de alto riesgo, por lo que los costos de esa ineficiencia afectan a México y en especial a los más pobres.

Si México toma las decisiones tecnológicas correctas, podemos generar maíz de mejor calidad, usando menos recursos para ello.

Productividad del maíz
México tiene que mejorar su productividad de maíz. Actualmente producimos 2.4 toneladas de maíz amarillo por hectárea (ha) cosechada, mientras que en Estados Unidos esa cifra es de 8 toneladas por ha, de acuerdo con datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP).
Los municipios menos productivos son también los más pequeños y pobres: si aumentamos la productividad con cultivos biotecnológicamente mejorados, éstos podrían beneficiarse en mayor medida. Sin embargo, se requiere diseñar una política diferenciada por municipio para determinar la necesidad de introducir maíz genéticamente modificado de acuerdo a las necesidades regionales.
México podría lograr con la biotecnología un incremento de entre 16% y 22% en el rendimiento por hectárea de maíz blanco.
Además de elevar la productividad, hay otros beneficios paralelos en la adopción de esta tecnología. Por ejemplo, por su capacidad de generar productos más resistentes, tiene el potencial de reducir el uso de plaguicidas en la agricultura. Mientras que en México se utilizan 1.8 kilogramos por hectárea de agroquímicos, 1.6 de insecticidas y 1.3 de herbicidas, en Estados Unidos se usan 0.12, 0.49 y 0.2 Kg respectivamente.
Los cultivos genéticamente modificados aprobados y disponibles en el mercado son seguros, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia. La prohibición genera mercados ilegales, no regulados y un uso indebido de las tecnologías.
Biotecnología en México
Estamos desaprovechando la biotecnología para producir maíz y cualquier otro cultivo. En otros países, un alto porcentaje del área cultivable está habilitada para cultivos con biotecnología, mientras que en México esa proporción es solo del 0.9%. En Uruguay se usa biotecnología en 91% de su superficie cultivable, en Paraguay en 88%, en Argentina en 62%, en Brasil 58%, en Estados Unidos 47% y en Canadá 25%.
Sin embargo, aunque en México no se cultiva maíz genéticamente modificado, sí se consume. El maíz que importamos de Estados Unidos es genéticamente modificado y corresponde al 30% del consumo nacional.           
El uso de semillas mejoradas por medio de biotecnología aporta beneficios al sector agropecuario, consumidores y personas relacionadas a estas actividades:

  • Puede ser adoptada por pequeños y grandes productores, sin embargo los productores de menor escala serían más beneficiados en términos relativos.
  • A través de un mejor control de plagas, ayuda a mejorar rendimientos y productividad por hectárea.
  • Genera certeza para los agricultores y reduce riesgos de cultivo.
  • Reduce el impacto ambiental y el uso de pesticidas y agroquímicos en general.
  • Incrementa la seguridad alimentaria.

 
De acuerdo con las estimaciones del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), si introducimos mejor tecnología en al menos la mitad de la superficie habilitada para cultivar maíz (casi 7 millones de hectáreas), estos serían los efectos en la economía nacional:

  • Un crecimiento del PIB en el sector agropecuario de hasta 8% en maíz y hasta 2% adicional en cadenas consumidoras como ganadería y cárnicos.
  • Una reducción de hasta 12% en los precios del maíz, lo cual a su vez disminuye los precios para los consumidores finales beneficiando a las familias de menores ingresos.
  • Una menor dependencia de la importación de maíz y otros granos.
  • Mejor aprovechamiento de la tierra derivado de destinar menos superficie a la producción de maíz. Podría lograrse una contracción de la superficie agrícola, de hasta 50% en maíz, y cercana al 10% en otros cultivos.
  • Incremento del ingreso disponible cercano al 1.2% para los más pobres en zonas rurales agropecuarias.

 
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