La diferencia regional en México no es novedad, la desigualdad entre el norte y el sur del país lleva tejiéndose tantos años que a nadie sorprenderá la dificultad que implica desenredar esa madeja de complejidad. Los indicadores económicos han mostrado cada vez con mayor precisión la magnitud de la disparidad. El PIB de los últimos cinco años ha crecido en Baja California Sur, Quintana Roo y Aguascalientes a 7.4%, 4.4% y 4% en promedio anual, respectivamente.
Las disminuciones se han concentrado en tres estados del sur: Chiapas, Tabasco y Guerrero que han decrecido cada año en promedio -1.7%, -4.8%, -5.4%. Más allá del PIB, la pobreza se concentra en el sur. En Guerrero, Oaxaca y Chiapas más de la mitad de la población se encuentra en situación de pobreza laboral. En contraste, en las dos Baja Californias y en Nuevo León la pobreza apenas roza el 20%. Los estados con mayor desigualdad de ingresos también se concentran en el sur: Oaxaca, Campeche y Chiapas tienen el mayor coeficiente de Gini del país. Guerrero y Oaxaca es donde hay más población —en porcentaje— ocupada de manera informal.
No solo los indicadores típicamente económicos como los mencionados evidencian la disparidad. El Índice de Progreso Social, elaborado a nivel estatal por México, ¿Cómo Vamos? muestra que los estados con mayor progreso —definido mediante la utilización de 57 indicadores de bienestar— se encuentran en el centro y norte del país: Nuevo León, Querétaro y Aguascalientes, en ese orden. Los más rezagados son Chiapas, Oaxaca y Guerrero.
La semana pasada, el Instituto Mexicano para la Competitividad publicó el Índice de Competitividad Estatal (ICE), que muestra —aunque desde diferente perspectiva— la misma realidad: en el mismo país conviven varios Méxicos con realidades profundamente diferentes. La competitividad de los estados se define, de acuerdo con el IMCO, como la capacidad para forjar, atraer y retener talento e inversión. El ICE se divide a su vez en diez subíndices que evalúan temas desde relaciones internacionales hasta sistema político pasando por innovación. Las diferencias regionales también están ahí. De acuerdo con un sistema de puntos la Ciudad de México, Querétaro, Aguascalientes, Nuevo León y Jalisco son los estados más competitivos. Hay temas, como el de innovación, en el que Querétaro rebasa a la Ciudad de México; o Yucatán que rebasa a los demás en temas relacionados con el estado de derecho.
Toda política es local. Si queremos ir cerrando esas brechas, logrando que los estados rezagados avancen, las decisiones tienen que ser locales. La política pública, incluso con sus generalidades, tendrá que reconocer las enormes diferencias que prevalecen en los diferentes rincones del país para poder ser efectiva. Los problemas generados durante años no se resolverán con soluciones sencillas. El problema de acceso a energéticos del sur no se soluciona con una refinería. La falta de infraestructura no la resolverá un tren deficitario. Y un aeropuerto con el que no se amplía la capacidad aeroportuaria no hará al país más competitivo. Hay muchos índices que muestran las diferencias y sugieren soluciones para abordarlas. Ojalá se revisaran en Palacio.
Publicado por Milenio
30-06-2020