Petróleos Mexicanos (Pemex) solo es útil en la medida que le es útil al Estado mexicano. Hoy le cuesta más de lo que le da. Durante los primeros tres meses de 2021, Pemex redujo 93% sus pérdidas al compararlas con el primer trimestre del año anterior. Sin embargo, la situación de Pemex sigue deteriorándose. Perder 37.358 millones de pesos en un trimestre sería motivo para hacer sonar las alarmas en cualquier empresa, para la petrolera estatal no lo es.
Es un error tomar los resultados de Pemex como una validación de su estrategia o de su plan de negocios. Comparar las pérdidas del primer trimestre de 2021 con las del año pasado dice poco acerca del estado real de la empresa. Pemex no es más rentable que hace un año, no es más eficiente al momento de invertir sus recursos, ni ha reducido los pasivos que merman sus ganancias, únicamente se benefició de circunstancias ajenas a su operación.
En los hechos, Pemex es una empresa quebrada. Los resultados dejan ver que Pemex le cuesta a la hacienda pública. El Gobierno federal ha apostado por apoyar a la empresa con inyecciones de capital para el pago de la deuda, que actualmente asciende a 113.957 millones de dólares sin contar deudas a contratistas, reducciones a la carga fiscal (desde el inicio de la Administración los derechos por utilidad compartida, principal gravamen que paga Pemex, han bajado de 65% a 54%, por debajo del promedio que pagan los privados), así como otro tipo de beneficios fiscales. La situación financiera de Pemex sería significativamente más delicada si no fuera por esta ayuda.
Estos apoyos no rendirán frutos en la medida que no están acompañados de una reestructura mayor en la gobernanza corporativa, en la estructura misma de la empresa y en el pasivo laboral. La reducción de la pérdida cambiaria en alrededor de 87% es la principal razón de la mejora en los resultados de Pemex, no mejoras operativas.
No obstante, Pemex atribuye la totalidad de sus pérdidas este año precisamente a las fluctuaciones del tipo de cambio. Esto ignora la realidad de sus subsidiarias no rentables, como es el caso de Pemex Transformación Industrial (Pemex TRI), encargada de la refinación y petroquímica. Pemex TRI genera pérdidas trimestre tras trimestre y, con los años, se ha convertido en uno de los principales lastres para la empresa. Para dimensionar la pobre situación financiera de Pemex TRI, en 2021 tuvo pérdidas por 39.699 millones de pesos, una cifra incluso superior a las pérdidas consolidadas de la empresa. El hecho de que Pemex TRI opere en números rojos no ha detenido las inversiones en esta subsidiaria. Únicamente en 2021, tiene asignada una inyección de capital por 45.050 millones de pesos para continuar la construcción de la refinería de Dos Bocas en Paraíso, Tabasco, cantidad similar a las aportaciones recibidas en 2019 y 2020. No está en manos de Pemex eliminar el riesgo cambiario, dejar de invertir en segmentos que operan en números rojos, sí.
El buque insignia de Pemex, la subsidiaria de Exploración y Producción, tuvo mejores números con una utilidad operativa de 132.205 millones de pesos. Estos resultados son en buena medida producto de un incremento en el precio de la mezcla mexicana de exportación a 56,26 dólares por barril, 42,6% superior al promedio del primer trimestre del año pasado, mayor demanda en el exterior y mayores márgenes por la reducción de la carga fiscal, no de una operación más eficiente. Aunque después de costos de financiamiento e impuestos la subsidiaria cerró con una pérdida neta de 745 millones, los números de Pemex Exploración y Producción ofrecen un panorama más optimista que la refinación y la petroquímica.
Hoy Pemex no es viable sin el apoyo del Gobierno federal. Las menores pérdidas reportadas en los estados financieros se deben a razones que poco tienen que ver con sus operaciones. Atribuir las pérdidas del periodo en su totalidad a las fluctuaciones del tipo de cambio no solo distorsiona la fotografía del estado real de las operaciones de Pemex, sino que es flagrantemente falso.
Las causas de las finanzas mermadas de la empresa –Gobierno corporativo ineficiente, deuda financiera, deudas con contratistas, pasivo laboral, inversiones en segmentos poco rentables– se mantienen intactas y en la medida que se apueste por reconcentrar el sector hidrocarburos en el antiguo monopolio estatal, estas no harán sino acrecentarse.
La estrategia que se presenta en el plan de negocios más reciente de la empresa reafirma la intención de invertir recursos en las áreas donde Pemex tiene pérdidas. Esto no hará sino minar aún más las ya deterioradas finanzas de la empresa y aumentar su dependencia de las aportaciones de capital del Gobierno federal. Pemex le seguirá costando al Estado mexicano.
Acaso una ventaja de la reducción en el pago de impuestos y derechos de la empresa es que ahora será más difícil justificar las pérdidas con el argumento de la carga fiscal. Es fundamental entender que los recursos públicos son por naturaleza escasos, utilizarlos como si no tuvieran un uso alternativo más rentable económico, social y ambiental es profundamente miope e irresponsable.
Por otro lado, la incapacidad de Pemex de presentar sus estados financieros dictaminados de 2020 en tiempo y forma, así como la necesidad de solicitar una prórroga por tercer año consecutivo es quizá el factor más ilustrativo de la situación real de la empresa que la reducción en sus pérdidas por circunstancias ajenas a su desempeño operativo.
Publicado en El País México
06-05-2021