Sin salud ni educación

FOTO: CAROLINA JIMÉNEZ MARISCAL/CUARTOSCURO.COM

Mucho se ha escrito sobre las últimas métricas de pobreza generadas —por primera vez— por el INEGI la semana pasada. En el penduleo propio de una sociedad polarizada hay quien festeja el avance con expresiones desbordadas y quienes niegan cualquier disminución aludiendo argumentos políticos o descalificaciones metodológicas. Los matices en la lectura de la información presentada son, a mi parecer, lo que debería nutrir una reflexión más profunda de nuestras métricas de pobreza y guiar un mejor diseño e implementación de la política pública.

La forma que utilizamos en México para medir pobreza es única. No es comparable con ninguna métrica internacional. Es útil para ver la evolución de los propios indicadores en el tiempo. Considera los ingresos de la población, pero responde además a una perspectiva de derechos. A la fecha se evalúa el acceso de la población a educación, salud, seguridad social, vivienda, servicios en la vivienda y a una alimentación nutritiva y de calidad. En la medida en la que se agreguen derechos, la medición se hará más compleja. Por ejemplo, ¿estamos listos para incorporar en las métricas el derecho a cuidar y a ser cuidado? ¿Cómo se capturará ese acceso – o la carencia respectiva? ¿La fuente con la que contamos está diseñada para ello?

La información con la que se calcula la pobreza proviene de la Encuesta Nacional de Ingreso Gasto de los Hogares, una encuesta extensísima que permite entender de la mejor manera posible los patrones de ingreso y de gasto de los mexicanos. Levantar la encuesta es una labor titánica. Los encuestadores visitaron, en esta ocasión, más de 105 mil viviendas con un paquete de cuadernillos cuyo llenado requiere horas de esfuerzo del encuestado y del encuestador.

A pesar de la magnitud y el diseño de la encuesta, la ENIGH siempre ha tenido desafíos. Uno de ellos es la tendencia de las personas a reportar un ingreso menor al que perciben por temor a ser fiscalizados o a perder ciertos beneficios asociados al ingreso. El INEGI hace lo posible por capturar el ingreso de la mejor manera, pero no puede poner en duda lo que los encuestados reportan. Si quisiéramos más precisión en el reporte del ingreso podrían usarse registros fiscales, pero en un país donde más de la mitad del mercado laboral se ubica en la informalidad, esa fuente tampoco daría un indicador más preciso del ingreso.

Otra dificultad radica en capturar en la muestra a los hogares más ricos del país. Ha sucedido en un par de ocasiones. En la encuesta de 2016 un hogar en Nuevo León con ingresos millonarios cayó en la muestra. Ese año, el ingreso promedio en NL fue 87,653 pesos al trimestre. Ese solo hogar movió los resultados para ese año. En la muestra posterior, la de 2018, el mismo dato también en NL fue 68,959 pesos.

La encuesta, con toda su complejidad, no es la mejor herramienta para captar otras variables. Tomo el ejemplo de las remesas. Se contrasta el dato obtenido en la ENIGH con las cifras reportadas por Banco de México. Son fuentes distintas. Uno proviene de una encuesta. El otro es un registro.

Regreso a los resultados. Para ser considerado en situación de pobreza de entrada, un hogar tiene que tener ingresos por debajo del valor de la canasta ampliada -que considera alimentos y otros bienes- cuyo valor en agosto de 2024 era 4,565 pesos al mes. Si el ingreso del hogar es menor a ese monto, se evalúa el acceso -o la carencia- de los derechos mencionados en los párrafos previos.

Todos los indicadores relacionados con el ingreso previos a la ENIGH mostraban incrementos. En términos reales, es decir, descontando ya el efecto inflacionario, el ingreso laboral de los trabajadores creció un poco más de 30% durante la administración pasada. El consumo ha mostrado claras muestras de resiliencia y es la variable que más responde al ingreso. No debería entonces de sorprender la disminución de la pobreza.

Sí hubo cambios en la redacción de algunas preguntas y en el orden en que fueron hechas, por lo que puede haber algunos problemas muy puntuales en la comparabilidad que no demeritan la conclusión principal. Hay cosas que ameritan también un trabajo más profundo de investigación. ¿Cómo explicar, por ejemplo, que mientras que en 2022 9.2 millones de personas no tenían acceso al agua, en 2024 la cifra bajó a 4.5 millones sin que hubiera ninguna política pública al respecto? ¿El cambio se debe únicamente a la forma en la que se redactó la pregunta?

La disminución en la pobreza de los últimos años se debe a una recuperación del ingreso, derivada, a su vez, de incrementos al salario mínimo y algunas otras reformas laborales. Será un reto gigantesco para la actual administración mantener ese ritmo. El nivel actual de salario mínimo ya rebasó la mediana de ingresos de la población. La caída en la productividad observada en la administración pasada tendría que atenderse para hacer los cambios sostenibles.

Pero más allá de la necesidad de crecer para mantener esos incrementos salariales, la administración de Claudia Sheinbaum debería de cuestionarse qué quiere hacer respecto al rezago en materia de salud y educación. La carencia de acceso a servicios de salud es más del doble de lo que era en 2018, 44 millones de personas reportan no tener acceso. Y sobre educación, uno de los temas más relevantes para cualquier país, la mejoría frente a 2018 es marginal. Hay aún 24.2 millones de personas con rezago educativo. La educación siempre debería de estar en el ojo de cualquier política pública, pero más que nunca en momentos de cambios tecnológicos y profundos reacomodos productivos.

Los resultados de la más reciente medición de pobreza multidimensional, o más bien, de la propia ENIGH nos deberían de llevar a debates más profundos sobre la política social que se desea en el país y sobre la capacidad de generar mejoras salariales de manera sostenida. Los avances en la reducción de la pobreza no deben ocultar los enormes pendientes en salud y educación. Sin atender esas carencias estructurales, cualquier mejora en el ingreso será frágil y difícilmente se traducirá en mejoras verdaderas en el bienestar de la población.

@ValeriaMoy

Publicado en El País

18-08-2025