Cada vez escucho con más frecuencia que las finanzas públicas del país van bien. Incluso, de esa afirmación derivan frases ligadas con responsabilidad fiscal y con fortaleza macroeconómica. Las finanzas públicas, como prácticamente cualquier variable económica, tienen muchas aristas y mal haríamos en juzgar la salud —o falta de esta— a partir de un solo dato. Ayer la Secretaría de Hacienda publicó información sobre el tema al cierre de 2022 con lo que ya podemos tener un panorama más completo.
En términos generales, se tuvieron más ingresos y más gastos que los presupuestados. Durante el año, los ingresos aumentaron 2.5% frente a los de 2021. Por el lado del gasto, se erogaron casi 6.6 billones de pesos, 2.9% más que lo gastado en 2021. En algunas notas positivas sobre el informe de Hacienda, los ingresos por ISR fueron mayores a lo programado y 11% por arriba de los de 2021. La recaudación por IVA siguió una ruta similar, fue mayor a la anticipada y 0.8% por encima de la del año previo. Como porcentaje del PIB, la recaudación por ambos impuestos aumentó. Buenas noticias, sin duda.
En los conceptos relacionados con el petróleo las cuentas no son tan evidentes. Para 2022, se había estimado un precio de la mezcla mexicana de petróleo de 54.5 dólares por barril y se acabó ubicando en promedio en 89.2 dólares. En este sentido, se tuvieron más ingresos petroleros de lo que se había estimado, un poco más de 269 miles de millones de pesos. Los estímulos fiscales que se dieron para mantener bajo el precio de los combustibles implicaron un costo para las finanzas públicas de 397 mil millones de pesos durante todo el año. A inicios del año pasado se estimaba recaudar por el impuesto especial a combustibles alrededor de 318 mil millones de pesos que no solo no se recaudaron, sino que implicaron un costo. La pérdida recaudatoria no compensó la recaudación adicional por los mayores precios del petróleo.
Toda política pública tiene pros y contras, beneficios y costos. La política de subsidios al precio de los combustibles sí contuvo el incremento en precios —la inflación habría sido más alta sin ellos— pero el costo no fue menor. La aplicación de esta política en particular no solo implicó un costo de más de 128 mil millones de pesos, sino que fue regresiva e impulsó el consumo de un combustible fósil y contaminante.
Únicamente durante el primer trimestre de este año, Pemex tendrá que cubrir 113 mmdp en vencimientos de sus obligaciones financieras. Como Bloomberg reportó, el gobierno federal ha manifestado su decisión de apoyar a Pemex en estos pagos. No sorprende entonces que los bonos de Pemex --una empresa con serios problemas financieros-- resulten interesantes para los mercados. El apoyo explícito del presidente cambia la jugada. La presión que esto representa para las finanzas públicas no es menor.
La deuda del país, medida a través del saldo histórico de los requerimientos financieros, representó 49.4% del PIB. En los cuatro años de la presente administración la deuda ha crecido 9% en términos reales.
Hoy habremos conocido ya el dato de crecimiento económico. 2022 fue un año mejor al que se esperaba. No perdamos de vista, sin embargo, que el gasto público se está enfocando en proyectos de poca o nula rentabilidad social y no se está construyendo capacidad para el futuro. Hay buenos datos, sin duda, también hay muchas sombras.
*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad de la autora y no representan la postura institucional.
Publicado en El Universal.
31-01-2023