Investigación

Consolidar América del Norte como la región más competitiva en energía

México necesita fortalecer la cooperación con sus socios en América del Norte para garantizar su seguridad energética y acelerar la transición energética

  • El gas natural es indispensable como complemento de las energías renovables para reducir emisiones, asegurar la confiabilidad del suministro eléctrico y habilitar industrias más demandantes en energía que serán fundamentales para la competitividad regional.
  • El incremento del gas natural norteamericano en la matriz de generación eléctrica mexicana ha sido clave para limitar el crecimiento de las emisiones contaminantes.

América del Norte tiene la ventaja de contar con una amplia diversidad geográfica, climática y sobre todo de recursos naturales para apostar por una matriz energética diversificada que privilegie las tecnologías con comparativamente menos emisiones. El gas natural, dadas sus menores emisiones comparado con el resto de los combustibles fósiles, representa una opción clave para acelerar la transición de un sistema energético basado en combustibles fósiles hacia uno basado en fuentes renovables. Esto se debe a que, en primer lugar, el gas natural emite menos dióxido de carbono que otros combustibles fósiles, asimismo puede integrarse rápidamente a la infraestructura existente y, finalmente, ofrece una fuente confiable de energía que facilita la incorporación gradual de tecnologías renovables.

Con el objetivo de analizar el papel del gas natural en la seguridad y transición energética de América del Norte, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) analizó la infraestructura de gas natural en operación y en desarrollo en México, Estados Unidos y Canadá, así como los mecanismos de cooperación existentes entre los tres países, para evaluar las posibilidades de proyectos e iniciativas de colaboración en el sector energético.

A partir de ello, se concluye que, aunque existen casos de éxito en el desarrollo de infraestructura energética trasnacional los esfuerzos han sido esporádicos y aislados, en lugar de responder a una visión regional para el sector energético que permita a la región explotar a cabalidad su potencial energético. Para México esto es especialmente relevante, debido a que el gas natural norteamericano se ha convertido en el principal componente de su matriz de generación eléctrica, así como de las actividades industriales.

El gas natural como pilar para detonar la  competitividad en México 

La creciente participación del gas natural en la matriz eléctrica mexicana ha permitido atender una mayor demanda de energía sin un aumento proporcional en las emisiones contaminantes. Entre 2002 y 2022, el consumo de electricidad en México creció 66.5%, al pasar de 200,362 a 333,662 gigawatts-hora (GWh). No obstante, las emisiones de dióxido de carbono asociadas a la generación eléctrica se mantuvieron constantes en ambos años, con un nivel de 126.2 millones de toneladas (Mt CO2), según datos de la Agencia Internacional de Energía (AIE). 

Estos datos reflejan que, aunque el gas natural no representa una solución definitiva frente al cambio climático, su papel es fundamental para la reducción progresiva de emisiones, al sustituir combustibles más contaminantes y ofrecer una fuente firme y asequible que facilite la incorporación de energías renovables. Por ejemplo, entre 2010 y 2018, la sustitución de carbón por gas natural para generar electricidad evitó la emisión de más de 500 millones de toneladas de CO2 a nivel global, equivalente a 1.2 veces las emisiones totales de México en 2018

Asimismo, la infraestructura de gas natural es estratégica para el desarrollo de nuevas tecnologías mediante adiciones energéticas, es decir la ampliación o actualización de la infraestructura existente implica ampliar o expandir la infraestructura de gas natural existente para incorporar nuevas tecnologías, como el hidrógeno, a la matriz energética. Para ello hay que adaptar los sistemas de transporte y distribución de gas natural para que puedan manejar mezclas de hidrógeno e incluso, eventualmente operar de forma exclusivamente con este elemento.

México, Estados Unidos y Canadá enfrentan un entorno geopolítico, económico y energético cambiante, donde América del Norte tiene ventajas comparativas importantes respecto a Europa y Asia, derivado de su relativa abundancia de energía. No obstante, aprovechar a cabalidad estas oportunidades requiere de inversión en infraestructura energética en los tres países y, en la medida de lo posible, de una mayor cooperación regional en materia de energía. Por ello, el IMCO Propone:

Para América del Norte:

  • Crear un grupo de trabajo trilateral de alto nivel, con participación pública y privada, para identificar proyectos energéticos estratégicos, necesidades de infraestructura y esquemas de financiamiento, con enfoque en la competencia global con China.
  • Establecer protocolos trinacionales para gestionar riesgos en infraestructura energética, incluyendo seguridad física, ciberseguridad y fenómenos climáticos extremos.
  • Crear mecanismos formales de intercambio de inteligencia sobre infraestructura energética, minerales críticos y cadenas de suministro regionales.
  • Diseñar una hoja de ruta trilateral con proyectos prioritarios, reuniones periódicas y esquemas de financiamiento indicativos, sin carácter vinculante.
  • Ampliar el mandato del Nadbank para financiar infraestructura energética más allá de la zona fronteriza México–EE. UU.
  • Utilizar a la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional de EE. UU. como vehículo para financiar infraestructura energética prioritaria en la región.
  • Negociar una excepción recíproca en la Jones Act y la Ley de Navegación mexicana para permitir el cabotaje marítimo de productos energéticos en el Golfo de México.

Para México:

  • Impulsar infraestructura de gas natural en todos los Polos de Desarrollo para el Bienestar, mediante colaboración público-privada y acompañamiento gubernamental en seguridad física.
  • Retomar el proyecto de interconexión eléctrica Nogales–Tucson y evaluar nuevas conexiones a lo largo de la frontera México–EE. UU.
  • Solicitar la adhesión de México a la carta paralela del T-MEC sobre cooperación y transparencia regulatoria en energía, para facilitar inversión y resolver disputas vigentes.
  • Concluir la expansión del Puerto de Coatzacoalcos y retomar el gasoducto Jáltipan–Salina Cruz para consolidar el Corredor Interoceánico como plataforma energética exportadora.
  • Ampliar la red nacional de gasoductos hacia estados con acceso limitado como Nayarit, Guerrero, Chiapas, Oaxaca y Quintana Roo.
  • Retomar la política de almacenamiento de gas natural para alcanzar inventarios de al menos cinco días hacia 2030, reduciendo riesgos a la seguridad energética.