Opinión

Déjà vu presupuestal

FOTO: YERANIA ROLÓN/CUARTOSCURO.COM

¿Cuántas veces has sentido que algo ya lo has vivido antes? Algo similar pasa con el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2023. Hace unos días la Cámara de Diputados aprobó este documento en donde se asignan recursos y se prevén las metas de gasto público federal. Como ocurre cada año, no hay grandes cambios en su estructura, lo que facilita pronosticar su contenido: aumento en los recursos para pagar las pensiones, mayor costo de la deuda pública y otros gastos obligatorios como transferencias a entidades federativas y municipios.

El PEF 2023 contempla gastos por encima de los 8.3 billones de pesos, esto es 13.5% mayor en términos reales al aprobado para 2022. De este monto, 2.1 billones se destinarán a participaciones y aportaciones federales, 1.3 a pagar pensiones y jubilaciones, 1.2 a PEMEX y CFE y 1.1 al pago de la deuda. En pocas palabras, tan solo a esto se destinarán 5.7 billones de pesos, quedarán 2.6 billones que deberán alcanzar para satisfacer las prioridades de la población en salud, seguridad, educación, infraestructura, entre otras.

Como cada año, hay ganadores y perdedores. Mientras que el Presupuesto Federal “aprieta el cinturón” a algunas dependencias y organismos autónomos, en el caso del pago de pensiones y deuda se otorgan mayores recursos. En primer lugar, el envejecimiento de la población compromete las finanzas públicas del país. Los recursos destinados a pensiones aumentarán inevitablemente con el paso del tiempo, lo que implicará menos recursos para invertir en el desarrollo de las próximas generaciones, mismas que estarán contribuyendo a un sistema del cual no se verán beneficiadas.

En segundo lugar, conforme el país adquiera más financiamiento, la inflación y las tasas de interés aumenten y se frene el crecimiento económico, el costo de la deuda pública continuará aumentando. Tan solo en 2023 se prevé que sea 32% más grande en términos reales en comparación con lo aprobado para 2022. Al crecer el costo debido al comportamiento de las variables mencionadas, será muy probable que el Gobierno Federal tenga que incurrir en reasignar el presupuesto, afectando la provisión de bienes y servicios.

En cuanto a las necesidades de la población, el PEF 2023 contempla un presupuesto en salud de 874 mil 796 mdp, el más grande de la última década, con un aumento entre 2022 y 2023 de 5.7%. Aún así, no es suficiente. Programas como el de suministro de medicamentos muestra una reducción de 25.4% en términos reales y el de vacunación un recorte de 55.2%.

En materia de educación, se aprobó una asignación de recursos por 945 mil 11 mdp, lo que representará un aumento de 6.5% en términos reales en comparación con 2022. Sin embargo, el presupuesto de la Secretaría de Educación Pública (SEP) es 2% menor en términos reales al monto aprobado en 2019, previo a la pandemia. Esto a pesar de que, de acuerdo con datos del INEGI, por lo menos 628 mil personas entre 6 y 17 años interrumpieron sus estudios gracias a la crisis sanitaria.

Como ya lo hemos vivido, el PEF 2023 vino sin novedad alguna. No hay nuevos programas sociales que impulsen el desarrollo económico o proyectos de infraestructura que atraigan la inversión y promuevan la creación de nuevos empleos. Los recursos se están destinando a cumplir con gastos ineludibles que dejan poco margen de maniobra para la creación de nuevas políticas públicas o la atención de futuras crisis. El Presupuesto de Egresos se convirtió en un eterno déjà vu que frena la competitividad del país y de sus habitantes. Es urgente repensar y renovar el modelo presupuestal para evitar presiones fiscales en los próximos años.  

Publicado en Animal Político.

17-11-2022