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El costo de endeudarse reduce el margen para el desarrollo

Foto: PEXELS

El costo financiero de la deuda en México ha crecido de forma silenciosa, hasta convertirse en uno de los principales rubros del gasto federal. Aunque muchas veces pasa desapercibido, este rubro tiene un impacto directo en las posibilidades de invertir en salud, educación e infraestructura, desplazando recursos clave para el desarrollo del país.

En términos concretos, el costo financiero —que incluye pagos de intereses, comisiones y otros cargos asociados al endeudamiento del Gobierno Federal— ha seguido una trayectoria ascendente en la última década, pasando de 2.2 % del PIB en 2016 a 3.3 % en 2023, con un estimado de 3.8 % para 2025 y una proyección de 4.1 % para 2026, impulsado por un mayor endeudamiento y un entorno de tasas de interés elevadas. Según el Paquete Económico 2026, este rubro se consolidará como el segundo más grande del gasto público, al representar 15.4 % del gasto neto total, mientras para el cierre de 2025 se estima sea 14.8 % del gasto neto.

Aunque se trata de un gasto ineludible, pues no se puede suspender, su magnitud actual desplaza oportunidades para el crecimiento y desarrollo del país. De acuerdo con el análisis del IMCO del Paquete Económico 2026, el costo financiero proyectado será mayor que el gasto destinado a salud (2.6 % del PIB), educación (3.3 %) e inversión física (2.5 %), lo que refleja el peso creciente que tiene la deuda sobre el desarrollo de México. Esto es preocupante, ya que cada peso destinado a intereses es un peso menos disponible para hospitales, escuelas o proyectos de infraestructura.

Con esto, las desventajas son claras: el costo financiero es un gasto que no genera nueva infraestructura, no amplía programas sociales ni mejora serviciosúnicamente refleja los compromisos adquiridos en el pasado.

El problema no es solo la magnitud del monto, sino también la dinámica en las finanzas públicas. Aunque resulta positivo que el gobierno proyecte un superávit primario de 0.5 % del PIB para 2026 —es decir, que los ingresos superen al gasto antes del pago del servicio de la deuda—, la carga del costo financiero es 3.6 puntos porcentuales mayor. Cuando los intereses rebasan el esfuerzo fiscal que representa el superávit primario, estabilizar la deuda se puede volver complicado al tener que financiarlos con deuda.

En este contexto, en 2026 los Requerimientos Financieros del Sector Público (RFSP) —la expresión más amplia de la necesidad total de financiamiento del gobierno en un año— ascenderán a 1.58 billones de pesos. Esto significa que, gran parte de la deuda que emitirán en el año se usará para cubrir el pago de intereses —que suman 1.57 billones de pesos—, ya que el superávit primario no logra cubrir la carga total del servicio de la deuda.

El costo financiero de la deuda es un gasto que no se puede omitir, pero es poco productivo ya que no genera beneficios directos y, al mismo tiempo, restringe la capacidad del país para invertir en su futuro. Para revertir esta trayectoria al alza será necesario elevar los ingresos y mejorar la eficiencia del gasto, al mismo tiempo que se busca una estrategia integral que permita reducir gradualmente el costo financiero mediante el refinanciamiento de pasivos que actualmente tienen un costo más alto, y mantener una baja exposición de deuda en dólares. Así, México podrá liberar recursos que se traduzcan en mayor inversión productiva y desarrollo del país.

@ivana_cortes_

Publicado en Animal Político

18-09-2025