
La Comisión Federal de Electricidad (CFE) presentó sus peores números en cuatro años para un primer trimestre, con una pérdida de 16.1 mil millones de pesos durante este periodo. Esto obliga a hacer una reflexión sobre dónde está parada la empresa en este momento y qué ruta debería seguir en los cinco años y medio que restan de la actual administración.
El panorama actual es favorecedor para la CFE desde el ángulo de las tendencias en la economía mexicana, donde la demanda eléctrica crece por encima de los pronósticos de la Secretaría de Energía (3.5% en 2023), producto de la electrificación de la industria y el desarrollo económico del país, entre otros factores.
La CFE tiene las condiciones para aprovechar esta coyuntura y ser un ejemplo de empresa pública exitosa, al contar con personal altamente calificado y algunos de los activos más valiosos del país como las centrales hidroeléctricas, la central nuclear de Laguna Verde en Veracruz, las redes de transmisión y distribución y propiedades inmobiliarias de alto valor a lo largo y ancho de todo el país.
Entonces, ¿qué debe hacer la CFE para capitalizar estas ventajas? En primer lugar, es necesario acelerar el desarrollo de los proyectos de expansión y modernización de las redes eléctricas. Esto no sólo es necesario para la seguridad energética del país y para la incorporación de energías renovables, sino es buen negocio para la empresa –que aunque no tiene ánimo de lucro, necesita recursos para fondear su operación y el tendido de infraestructura–.
Segundo, aprovechar las figuras que establece la nueva legislación para expandir la generación bajo su control sin menoscabar su posición financiera. Incluso es posible utilizar la infraestructura existente de la empresa en las asociaciones con privados para reducir la carga financiera de la CFE en los nuevos proyectos. Para ello, es fundamental que la empresa esté preparada para lanzar proyectos tan pronto como la nueva Comisión Nacional de Energía (CNE) emita su normatividad y el Centro Nacional de Control de Energía (CENACE) expida las nuevas bases del mercado eléctrico.
Tercero, establecer explícitamente que todos los subsidios que se instruya a la empresa otorgar, incluyendo el rubro de telecomunicaciones, corran a cargo de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), no a cuenta de las finanzas de la CFE. Esto permitiría focalizar de mejor manera los subsidios y reduciría la presión financiera de la empresa.
Cuarto, la CFE se puede beneficiar de los negocios operados por sus filiales, como la comercialización de combustibles a través de su filial CFEnergía o el suministro a grandes usuarios a través de CFE Calificados. Para ello, es fundamental darle libertad a cada división y cada filial de contar con una estrategia de negocios propia, minimizando el riesgo de subsidios cruzados.
Quinto, establecer que, para autorizar nuevos proyectos de inversión por encima de un umbral determinado, el Consejo de Administración y sus comités auxiliares deberán contar –además del caso de negocio–, con la opinión favorable de la SHCP y de un externo independiente que validen la viabilidad financiera de los proyectos. Esta disposición debe incorporarse también para las inversiones de las empresas filiales.
A diferencia de Petróleos Mexicanos, en el fondo, el futuro de la CFE en el México del siglo XXI depende de sí misma.
Publicado en Animal Político
08-05-2025