La relocalización de cadenas productivas de otros lugares del mundo, particularmente de Asia, a México, el nearshoring, es el tema de moda. La oportunidad que tiene México para crecer a un ritmo mayor al tendencial es real y ya es tangible en algunas regiones del país. Sin embargo, el momento no se está aprovechando —no es el futuro, es el presente— como podría aprovecharse por un gran obstáculo: la energía.
Ayer Reuters reveló que Estados Unidos está cerca de darle a México un ultimátum respecto a la política energética. La disputa inició hace 250 días y aunque haya terminado oficialmente el periodo de pláticas, la conversación sigue por acuerdo de las tres partes. Sin embargo, si lo que plantea Reuters se materializa, esto puede cambiar pronto. La conversación al parecer se encuentra estancada, lo que llevará a la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos a hacer un último planteamiento que, de no ser aceptado, los impulsaría a solicitar la conformación del panel, cuya resolución podría implicar la imposición de miles de millones de dólares en aranceles por parte de nuestros socios comerciales
La administración de Biden sugiere —con razón— que los cambios en la política energética de México son para favorecer a las dos grandes empresas del Estado, Pemex y CFE, afectando a empresas norteamericanas del sector energético. Pero más allá de la disputa propiamente comercial, los cambios también afectan a empresas mexicanas que participan en el sector y a menos que las empresas del Estado tengan la capacidad de satisfacer la demanda por energía éste se convertirá en el mayor obstáculo para aprovechar el nearshoring.
En cuanto a electricidad, la información brindada por el Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional (Prodesen), al cierre de 2021 la oferta de energía eléctrica fue 13.2% mayor a la demanda del Sistema Eléctrico Nacional. Sin embargo, la capacidad de generación actual —si se mantiene cómo está— será insuficiente para satisfacer la demanda a partir de 2025, conforme a los pronósticos moderados del propio Prodesen. Incluso si se procede con los planes existentes para ampliar la capacidad de oferta de electricidad, a partir de 2031 serán insuficientes para satisfacer la demanda prevista para ese año. Es decir, estamos al borde de llegar a la máxima capacidad y aunque se ejecuten planes de ampliación, estos se quedarán cortos en menos de una década.
En lo que hace a gas natural, otro energético clave para el desarrollo industrial, estamos más a oscuras. Las proyecciones de demanda de este insumo no han sido actualizadas desde 2018, pero los pronósticos de entonces ya fueron rebasados. Se importa 75% del gas demandado y 25% es producción nacional. El principal reto será ampliar la red de gasoductos —unos ya en construcción— lo que podrá impulsar un incremento mayor en la demanda. México cuenta con únicamente 2.4 días de capacidad de almacenamiento de gas natural como lo reveló el IMCO. Ampliar esa capacidad es una opción razonable para procurar una verdadera soberanía energética.
El cambio tecnológico implica que para cualquier proceso industrial se necesitará energía y el momento demanda que ésta venga de fuentes amigables con el medio ambiente y a precios competitivos. Ojalá México entienda que pelearse con el momento no es buena idea. Para aprovechar el nearshoring es necesario invertir en energía.
*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad de la autora y no representan la postura institucional.
Publicado en El Universal.
28-03-2023