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Hacia el 1 de agosto

NUEVA YORK, ESTADOS UNIDOS, 10JULIO2024.- Una bandera de los Estados Unidos se ondea en lo alto de uno de los edificios de la ciudad de Nueva York, la más poblada del país.
FOTO: ISABEL MATEOS/CUARTOSCURO.COM

Es difícil seguir el ritmo de los aranceles que impone el presidente de Estados Unidos. Seguir la pista del estado de la conversación comercial se ha vuelto particularmente desafiante. Acuerdos que no son, anuncios preliminares, pausas, fechas límite, bienes exentos, bienes cubiertos. Lo que es un hecho es que la disrupción de las reglas comerciales como las conocíamos ya está dada. El comercio no se detendrá, no hay forma de que la autarquía prevalezca, pero las reglas están cambiando y son los jugadores dominantes quienes las están reescribiendo.

Con diferencia de apenas unos cuantos días, Estados Unidos anunció dos acuerdos muy importantes. El primero con Japón, con quien tuvo en 2024 un déficit comercial de 69 mil millones de dólares y un comercio total ligeramente por arriba de los 227 mil millones. El segundo con la Unión Europea anunciado el domingo. Con la UE, Estados Unidos tuvo en 2024 un déficit comercial de casi 236 mmdd en 2024, el comercio —la suma de importaciones y exportaciones— fue cercano a los 976 mil millones.

El acuerdo con Japón, aunque aún faltan precisiones sobre algunos puntos, implica un arancel de 15%, menor a la amenaza de 25%, sobre los bienes que Estados Unidos importe de ese país. Pero además del arancel, Japón se comprometió a invertir 550 mil millones de dólares en Estados Unidos a través de la creación de un fondo de inversión en cuyas decisiones el presidente Trump tendrá voz y con 90% de las ganancias del mismo dirigiéndose al gobierno estadounidense. La creación de un fondo así, tanto en magnitud y como en origen (al partir de una negociación en teoría comercial), no tiene precedente.

Como si esto no fuera suficiente, Japón se comprometió además a aumentar su gasto en equipo militar estadounidense, a comprar 100 aviones Boeing, a comprar más arroz y productos agrícolas, a participar en un proyecto de gas natural en Alaska, entre otros.

El acuerdo con la Unión Europea es, grosso modo, similar. Los bienes importados de la UE estarán sujetos a un arancel de 15%, incluyendo automóviles y productos farmacéuticos. Además, la UE se comprometió a comprar 750 mmdd en energía proveniente de Estados Unidos en un plazo de tres años y a aumentar la inversión en ese país en 600 mil millones, además de comprometerse, como Japón, a incrementar la compra de equipo militar de Estados Unidos. No todos los bienes estarán sujetos a ese arancel, algunos tendrán un arancel de 0% y otros un gravamen mayor, como el arancel al acero y al aluminio que se mantiene en 50%.

Los acuerdos son todavía preliminares, pero los términos de inicio son altamente favorables para Estados Unidos. No se sabe, hasta el momento, el detalle de los aranceles que entrarían en vigor este viernes 1 de agosto. ¿Qué ganaron ambas economías con estos acuerdos? ¿El acceso al mercado estadounidense es razón suficiente? ¿El fin de la incertidumbre o el freno a una mayor escalada en la guerra comercial es la razón que las llevó a aceptar esos términos? ¿Qué más hay que no se ha revelado y que pudiera explicar el desbalance de lo acordado?

¿Cómo está viendo México los acuerdos alcanzados con Japón y con la Unión Europea justo a días del primero de agosto? Las reglas se están definiendo en conversaciones bilaterales, rápidas y asimétricas. La discrecionalidad de Washington le ha dado al presidente estadounidense un enorme margen de maniobra.

¿Será suficiente el TMEC para proteger al país de los nuevos “estándares” en las conversaciones comerciales? Pronto lo sabremos.