Trimestre a trimestre la Secretaría de Economía publica los datos de inversión extranjera directa. Días después de esa publicación, Banco de México proporciona la información de la Balanza de Pagos que da un panorama más completo sobre las cuentas externas del país. Así, ayer se informó sobre la entrada de recursos del exterior por esta vía. Al sumar las cifras de los primeros seis meses del año se reportó una entrada de 31 mil 96 millones de dólares, 7% mayor que las entradas durante el mismo periodo del año anterior según la Secretaría.
Banco de México publicará la balanza esta misma semana, por lo que todavía no tenemos los datos actualizados del año pasado ni las cifras del segundo trimestre, pero igual vale la pena poner algunos temas sobre la mesa.
La inversión extranjera debería de alcanzar año con año máximos históricos, es decir, la entrada consistente de recursos —provenientes en su mayoría de los Estados Unidos dado la relación comercial y la integración de las cadenas de suministro— debería de ser algo normal. Pasa lo mismo con las cifras de empleo, de inversión, de consumo, entre otras. Mientras las economías crezcan, lo usual es el aumento continuo. No deja de llamar la atención cómo se han normalizado temas completamente anormales —como la inseguridad, la extorsión del crimen organizado, la vulneración continua del estado de derecho— pero lo que debería de ser cosa de todos los días, o de todos los años al menos, ahora recibe fanfarrias.
Registrar la inversión extranjera no es sencillo. Es común que haya rezagos en el registro, por lo tanto, la serie va cambiando en el tiempo. Aparte de la cuestión temporal, me atrevo a pensar que puede haber errores en el registro de las nuevas inversiones y la reinversión de utilidades. Los datos presentados ayer señalan que las nuevas inversiones —inversiones que realizan accionistas extranjeros con la finalidad de crear nuevas empresas o incrementar el capital social de sociedades ya existentes— cayeron 57% respecto al 2T23.
La discusión sobre las cifras preliminares y las definitivas sigue existiendo. La comparación que dio la Secretaría de Economía señala que es con “cifras originalmente publicadas”, mientras que al comparar los datos que tenemos hasta el momento de la Balanza de Pagos el año pasado entraron durante el primer semestre del año 32 mil 121 millones de dólares, lo que haría que la cifra anunciada ayer fuera menor a la del año pasado, a pesar de haber sido anunciada como máximo histórico.
Más allá de la complejidad propia del registro de esta inversión en cuanto a temporalidad y tipo de inversión, la inversión extranjera reportada no capta una entrada de recursos fuera de lo normal que respondiera a la relocalización de las cadenas de suministro. No es que no exista ese fenómeno, pero sí vale la pena aclarar algunos puntos. En primer lugar, los anuncios de inversión no son inversión, son expectativas de inversión que puede o no concretarse. Podría ser una variable adelantada quizás. En segundo, la dinámica económica de nuestros socios comerciales puede haber ocasionado el incremento en la entrada de recursos. En tercer lugar, la ocupación de los parques industriales no es por sí sola una métrica de la relocalización, aunque podría representar una parte del fenómeno.
En último lugar, la relocalización es una oportunidad que el país tendrá que tomar ofreciendo las condiciones para que se dé. México no es la única economía buscando una rebanada de ese pastel. Si quiere aprovecharla hay muchos temas que atender. La reforma judicial planteada no es uno de ellos.
Publicado en El Universal
20-02-2024