Por: Fernando Valdés, investigador de Gobierno y Finanzas y Nataly Hernández, investigadora de Economía Sostenible
A dos años del inicio de la pandemia, la economía mexicana no ha logrado recuperarse. En el primer trimestre de 2022, el Producto Interno Bruto (PIB), que es el principal indicador de la actividad económica, no sólo fue inferior al registrado a principios de 2020, sino que además se encuentra en niveles similares a los de hace cinco años. Pero más allá de la distancia a la recuperación el problema de fondo es la forma en la que la economía se está recuperando.
Para entender por qué no se ha alcanzado la recuperación por completo, hay que tener presente que las crisis impactan de manera diferenciada las actividades económicas y, por tanto, el proceso de recuperación ha tenido en realidad distintas velocidades.
En el IMCO analizamos las dinámicas que han tenido los 20 sectores en la economía mexicana e identificamos dos problemas que ponen en riesgo la recuperación.
En primer lugar, la recuperación está siendo impulsada en gran parte por el desempeño de sectores de alto valor agregado y vinculados a la economía global, como las manufacturas y el comercio al por mayor. Si bien esto refleja que el principal motor de la economía depende de sectores dinámicos y competitivos, también implica vulnerabilidad ante la posibilidad de bajo crecimiento económico global y alta inflación, como fue recientemente anticipado en el Informe de Perspectivas Económicas, publicado por el Banco Mundial.
El segundo riesgo tiene que ver con el bajo desempeño mostrado por varios sectores enfocados en la economía nacional, algunos de los cuales son importantes generadores de empleo, como la construcción y diversos servicios. Se trata de diez actividades que representan poco más del 30% del PIB nacional y en las que no se ha logrado siquiera restituir el nivel de producción previo a la pandemia.
Construcción y minería son dos de las actividades rezagadas que ya presentaban problemas desde antes del inicio de la pandemia. La construcción, que emplea a 4.5 millones de personas y que está intrínsecamente relacionada con los niveles de inversión, acumuló caídas anuales desde finales de 2018 y hasta principios de 2021. Mientras que el sector minero ha ido en declive desde 2012, principalmente por la caída en la producción de Pemex, lo que repercute en los ingresos públicos. Un problema que se agrava tomando en cuenta la política de subsidios a las gasolinas que está disolviendo las ganancias fiscales generadas por el reciente incremento en los precios del petróleo.
La lenta recuperación de los sectores más ligados a la economía doméstica -como construcción, minería, servicios educativos y de alojamiento- es síntoma de problemas internos: la existencia de un ambiente desfavorable para hacer negocios, de una cartera de inversión pública desaprovechada que no logra atraer inversión privada, y el costo de la incertidumbre inducida por los cambios en el marco regulatorio del sector energético y el debilitamiento de los órganos reguladores.
Esta falta de dinamismo productivo también se refleja en problemas en el mercado laboral, pues las mejores oportunidades laborales dependen del crecimiento y desarrollo del país. La generación de empleos durante el proceso de recuperación ha estado caracterizada por la prevalencia del empleo informal y los bajos ingresos laborales.
La economía mexicana no puede recuperarse con solo uno de sus motores en marcha. Mientras no se leven anclas que frenan a los sectores domésticos el desempeño de la economía seguirá dependiendo de un sector externo que ve olas en el horizonte. Es apremiante actuar ahora para evitar una recesión después.
Publicado en Animal Político.
16-06-2022