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Mal diagnóstico, un común denominador entre las mujeres

FOTO: OMAR MARTÍNEZ /CUARTOSCURO.COM

En Estados Unidos, 7.4 millones de personas que entran a la sala de urgencias al año son mal diagnosticadas, es decir, la causa del malestar es incorrecta o tardan demasiado en dar con el origen preciso del padecimiento. Encima, las mujeres son más propensas que los hombres a enfrentar esta situación. Ellas tienen 33% más probabilidad de ser mal diagnosticadas después de un paro cerebrovascular y cuando se trata de un infarto del corazón, esta probabilidad aumenta a 50%.

Recibir una evaluación precisa tiende a ser un proceso lento para las mujeres. En promedio toma tres años y cuatro médicos identificar una enfermedad autoinmune como lupus o artritis, enfermedad predominantemente femenina, ya que 75% de las personas con una enfermedad de este tipo son mujeres. Aunque se trate de enfermedades específicas de las mujeres, toma al menos 10 años obtener un diagnóstico de endometriosis, a pesar que una de cada 10 mujeres padece de ella.

Las mujeres son mal diagnosticadas porque se conoce poco el desarrollo de sus síntomas. De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) algunos de los síntomas más frecuentes en un infarto del corazón son el dolor en el pecho o sudoración fría, pero las mujeres pueden presentar “síntomas atípicos” como cansancio inusual, náuseas o vómito. Cuando se refiere a enfermedades ginecológicas como el cáncer de ovario o el síndrome de ovario poliquístico, los síntomas se asemejan o se traslapan con otras enfermedades por lo que es común que se confundan con otras condiciones.

No es que los síntomas de las mujeres sean atípicos sino que la sintomatología varía dependiendo del sexo. Además, las enfermedades que atañen a las mujeres han sido menos estudiadas dado que las mujeres tienden a estar subrepresentadas en las investigaciones médicas y durante las pruebas clínicas.

Un caso reciente son las reacciones adversas que presentaron las mujeres ante la vacuna de covid-19. Durante los ensayos clínicos, la mayoría de los laboratorios reportaron datos sobre la eficacia de su vacuna desagregados por sexo, sin embargo, publicaron muy poca información del perfil de seguridad por sexo. Lo que lleva a pensar que se aprobó una vacuna sin tener información de los posibles efectos secundarios para hombres y mujeres.

Los resultados clínicos en los que predomine la participación de hombres no se pueden extrapolar para las mujeres. Por más básico que parezca, es necesario reconocer que los hombres y las mujeres tienen una biología distinta por lo que las investigaciones deben considerar a las mujeres de manera diferenciada y representativa. Hay que romper, además, con el concepto de que el hombre blanco promedio es lo normal y las demás personas son una desviación del modelo como lo refiere Caroline Criado-Perez en La Mujer Invisible.

Aunque faltan estudios sobre el mal diagnóstico de las mujeres en México, la problemática es global. La falta de representación de las mujeres en la investigación clínica pone su vida en riesgo ya que, como consecuencia, las mujeres son más propensas a recibir un tratamiento médico inadecuado o se incrementa la probabilidad de complicaciones por no haber sido atendidas a tiempo. Es indignante e inaceptable -por decir lo menos- que a pesar de vivir en una época de avances tecnológicos como nunca en la historia de la humanidad, las mujeres continúen siendo un enigma médico.