Desde hace poco más de una semana México tiene, por primera vez en su historia, una presidenta. En términos de representación femenina, es una gran noticia y envía un mensaje muy fuerte a las niñas y mujeres mexicanas. Además, se da en un país en el que 12 de los 32 estados tiene una gobernadora y sienta las bases para que más mujeres exploren la posibilidad de participar en la economía y en puestos de poder.
Sin embargo, esa señal optimista es solo una de muchas piezas que se deben acomodar para aprovechar al máximo el talento de mujeres que hay en México. Una cosa es la participación de las mujeres en la economía y otra cosa muy diferente es su participación en los puestos de alta jerarquía. Este es un reto persistente en general, pero sobre todo en el sector privado.
En general, casi la mitad de las mujeres en edad de trabajar tiene o busca empleo y, de acuerdo con el nuevo estudio del IMCO y Kiik sobre las mujeres en las empresas que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores y la Bolsa Institucional de Valores, representan casi 43 % de la plantilla laboral.
Las cosas cambian cuando analizamos los datos sobre personas que trabajan en puestos de alta jerarquía. Solo 3 % de las personas en puestos de dirección general son mujeres. En las direcciones de finanzas representan solo 11 % del total y en los puestos de dirección jurídica, 23 %. En los altos mandos de esas empresas, la representación de las mujeres se queda baja respecto a la representación en los puestos de trabajo con menor jerarquía y, por ende, con menor poder de decisión.
¿Cuál es la razón detrás de esta baja representación? No es porque las mujeres no quieran ni porque los hombres den mejores resultados. Otro estudio del IMCO, que habla acerca del desempeño de las gobernadoras en México, nos dice que no hay prácticamente ninguna diferencia en el desempeño de los estados cuando son gobernados por mujeres en comparación con los gobernados por hombres.
La razón es más compleja y nos habla de una serie de barreras de diversos tipos que pueden afectar las diferentes etapas de las carreras de las mujeres: las barreras iniciales a la entrada, las que les impiden permanecer en la fuerza laboral ya que están ahí, y las que les impiden ascender en su carrera profesional.
Una buena proporción de las mujeres parece superar las barreras a la entrada -así se logra que cuatro de cada diez personas que trabajan en la economía sean mujeres-. Pero las otras barreras no son tan fáciles de atender. La dificultad generada por carencias como la falta de apoyo en el cuidado infantil y de adultos mayores (actividades que realizan principalmente las mujeres), la remuneración más baja que la de los hombres o el ambiente laboral inseguro o discriminatorio dificultan la permanencia (y el crecimiento) en un empleo.
Para las mujeres que están en condiciones de superar esas últimas barreras, el mensaje que envía la toma de posesión de Claudia Sheinbaum es muy poderoso. Pero para otras, para las que están en situaciones menos privilegiadas, tal vez ese mensaje es menos significativo.
La llegada de la primera presidenta parece haber fortalecido la conversación y las acciones en materia de igualdad de género. No es trivial que el primer paquete de iniciativas de reforma enviado al Poder Legislativo desde la toma de posesión hable precisamente de temas de género.
Hoy la posibilidad de que una mujer llegue a las esferas más altas del poder se vuelve cada vez más tangible para muchas mujeres. Ahora toca hacer lo posible, a nivel público y privado, para que se vuelva tangible para todas.
Publicado en Animal Político
10-10-2024