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México ante la nueva era del comercio global

FOTO: OMAR MARTÍNEZ /CUARTOSCURO.COM

El orden comercial global basado en reglas, que tiene su origen en los Acuerdos de Bretton Woods en la posguerra, atraviesa la mayor turbulencia en décadas. Los aranceles anunciados por la Casa Blanca el pasado 2 de abril –sumado a los gravámenes impuestos en las semanas previas– anuncian una nueva era en el comercio global.

Cuatro impactos centrales se desprenden de la guerra arancelaria entre Estados Unidos y sus principales socios comerciales, particularmente China. En primer lugar, está el impacto que tengan los aranceles en la economía de los países afectados, el cual dependerá de su duración y de las represalias que impongan otros países, así como de la incertidumbre sobre el futuro –reflejado en la volatilidad que han mostrado las principales bolsas de valores del mundo en lo que va del año–. 

En segundo lugar, los aranceles pueden acelerar la reconfiguración de las cadenas globales de valor que inició durante la primera administración Trump y se agudizó durante la recuperación post pandémica, donde busquen diversificar su riesgo y apostar por mercados relativamente mejor posicionados en relación con su acceso al mercado estadounidense.

Tercero, el principal promotor del orden liberal internacional que gobernó las relaciones económicas de las principales economías del mundo desde la década de 1940 está promoviendo un viraje de 180 grados hacia un orden donde el poder geoeconómico prevalezca sobre la negociación y el diálogo multilateral. Los esfuerzos de liberalización comercial de las rondas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) han sido reemplazados por la amenaza y el unilateralismo.

Cuarto, las implicaciones de este cambio de era van más allá de lo comercial. Las relaciones de Estados Unidos con socios y aliados para cuestiones clave de seguridad y defensa como el combate al crimen trasnacional, la ciberseguridad, la prevención del terrorismo, la cooperación en zonas de conflicto, el intercambio de inteligencia, entre otros temas, se ha deteriorado. Una relación transatlántica debilitada, así como una creciente desconfianza entre los aliados tradicionales de Estados Unidos en Asia-Pacífico, deviene en un mundo más peligroso.

Ante este panorama, aunque en términos absolutos tenga menor acceso que hace unas semanas, México tiene una mejor posición relativa que sus contrapartes europeos o asiáticos. El país no está manco. 

En 2024, el país fue el principal proveedor de Estados Unidos al representar 16.2% de sus importaciones. Asimismo, ese año México fue el destino de 15.5% de las exportaciones de ese país. El peso que tiene México en las exportaciones de estados clave para el partido Republicano en el corazón agroindustrial e industrial de Estados Unidos es la principal fortaleza que tiene el país para negociar exenciones a las medidas arancelarias. 

Por ello, México podría beneficiarse de la eventual reconfiguración de las cadenas globales de valor. El relativo mejor acceso de México al mercado estadounidense puede hacer del país una alternativa atractiva para las empresas que busquen relocalizar su proveeduría hacia la región del T-MEC. La oportunidad, sin embargo, requiere que el país apueste por ser atractivo para la inversión en términos de energía, logística, talento y Estado de derecho.

Aunque el mundo se aleje del orden global basado en reglas, México debe reafirmar su apuesta por el libre comercio. Una señal en este sentido sería concluir e iniciar el proceso de ratificación del Tratado de Libre Comercio México-Unión Europea, así como avanzar en las negociaciones comerciales con Reino Unido y Corea del Sur. Independientemente de los virajes del otro lado de la frontera, el país debe apostar por la competitividad y eso, en el fondo, va de la mano de la apertura comercial.

Publicado en Animal Político

10-04-2025