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Nueva administración en Estados Unidos, T-MEC y la idea de América del Norte

FOTO: ISAAC ESQUIVEL /CUARTOSCURO.COM

En su libro más reciente, America in the World, Robert Zoellick, ex Representante Comercial de Estados Unidos, afirma que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) siempre fue mucho más que un acuerdo comercial. El también ex presidente del Banco Mundial lo define como un esquema de apoyo a la apertura democrática y crecimiento económico en México y un ancla para una cooperación más profunda a nivel América del Norte, en una multiplicidad de temas más allá del intercambio comercial. La entrada de una nueva administración en la Casa Blanca obliga a repensar los principales asuntos que dominarán la agenda en los meses por venir y la idea misma de América del Norte como región.

En lo inmediato, es posible vislumbrar por lo menos tres áreas en las que México enfrenta retos clave con el cambio de gobierno estadounidense. Dos se relacionan estrictamente con el tema comercial y el tercero con los términos generales para la colaboración interinstitucional.

El Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC) consolida la liberalización del sector energético en México a través de diversas disposiciones relacionadas con protección a inversiones, empresas propiedad del Estado, medio ambiente y nivel de apertura en inversión y servicios comparable con otros tratados como el Acuerdo Transpacífico. El incumplimiento de estos compromisos será particularmente relevante en una administración que hizo del combate al cambio climático una bandera de campaña e inclusive elevó el tema a una posición de nivel gabinete con John Kerry a la cabeza. La carta de los secretarios de Estado, Pompeo, de Comercio, Ross, y de Energía, Brouillette, es un adelanto de las inconformidades que pudiera enfrentar el país. México sería más exitoso al promover una cooperación en materia energética en un espíritu similar a la carta paralela firmada por Estados Unidos y Canadá en el marco del T-MEC, donde se contemplan temas como independencia e imparcialidad de reguladores, así como acceso a redes de transmisión y ductos.

La cuestión laboral representa potencialmente la principal debilidad estructural de México en el T-MEC. El tránsito hacia un sistema de justicia moderno con tribunales especializados y sindicatos verdaderamente independientes ha sido, y con alta probabilidad seguirá siendo, un talón de Aquiles para el gobierno mexicano y para la industria. De igual forma, persiste el desafío de cumplir con los requisitos de valor de contenido laboral como parte de las nuevas reglas de origen del sector automotriz.

Finalmente, los acontecimientos recientes vuelven necesario un relanzamiento de la cooperación entre Estados Unidos y México en materia de seguridad e inteligencia, para fomentar el intercambio de información entre agencias. 

Con el T-MEC ratificado y un intercambio comercial que ascendió a $614 mil millones de dólares en 2019, la entrada de una nueva administración en Estados Unidos abre una ventana de oportunidad para delinear una agenda ambiciosa en la que México promueva sus intereses ofensivos en la relación bilateral. Esto pasa desde los grandes temas, como una reforma migratoria –que de acuerdo con reportes de prensa se encuentra entre las prioridades de la administración Biden–, hasta cuestiones más puntuales como expandir la lista de profesiones aplicables para visas temporales o buscar una excepción para México y Canadá de la Jones Act que prohíbe el cabotaje marítimo en puertos estadounidenses para expandir la participación de mercado de México en la costa este y detonar la competitividad de los estados del golfo de México.

Esto tiene como condición indispensable que el gobierno de México reafirme su compromiso con el Estado de derecho. Lo que se ganó hace 27 años fueron una serie de disciplinas estrictas y predecibles que México se obligó a cumplir. Luis de la Calle afirma que el gran éxito del TLCAN original fue instaurar por primera vez el Estado de derecho en la parte exportadora de la economía mexicana. Perder esto es el principal riesgo de violar las disposiciones del T-MEC para favorecer una plataforma política. Sus implicaciones van más allá de lo comercial, entre otras, que la idea de América del Norte naufrague cuatro años más.

Publicado por Animal Político
21-01-2021