Uno de los aspectos más importantes a considerar para determinar la capacidad de crecimiento en un país es el nivel de inversión. La falta de inversión es una limitación importante para conseguir altos niveles de crecimiento económico y una generación de empleos suficiente.
En días recientes se dieron a conocer estimaciones del crecimiento del PIB en México para este año, que van desde 2%, según instituciones nacionales e internacionales, hasta 5% de acuerdo con el primer mandatario. En cuanto al empleo, mientras que organizaciones internacionales prevén que los niveles de ocupación se mantendrán por debajo de los previos a la pandemia hasta 2023, algunas instituciones nacionales han estimado que la recuperación del empleo se completará este año.
Pero, ¿qué niveles de crecimiento se pueden alcanzar, considerando la tendencia actual en el comportamiento de la inversión? En noviembre del 2021 se registró el primer incremento anual, de 4.3%, después de cuatro años consecutivos de decrecimiento. El nivel de inversión actual, sin embargo, es similar al observado hace 10 años, a principios de 2011.
Durante la última década, la inversión privada ha representado 17% del PIB, en promedio, y la pública 3%. Entre los analistas económicos hay consenso en que, para que la economía nacional crezca un 4% anual, se requiere un nivel de inversión equivalente a 25% del PIB, con 5% de inversión pública. Es evidente lo lejos que estamos de cumplir con esa meta. De volver a un nivel de inversión total equivalente a 20% del PIB, se podría aspirar a un crecimiento anual de 3% como máximo, si sólo dependiera de este aspecto.
Respecto al empleo, en los últimos 10 años se han incorporado 135 personas a la Población Económicamente Activa (PEA) por cada millón de pesos de inversión fija bruta, en promedio. Es decir, cada empleo agregado ha estado asociado a un incremento de alrededor de 7 mil pesos en la inversión.
Para dar oportunidad de empleo a la población que se incorpora a la PEA cada año, se requiere generar un millón de empleos; según el razonamiento previo, esto implica la necesidad de un incremento en la inversión de aproximadamente 7 mil 400 millones de pesos por año. El problema es que sólo se ha observado alrededor del 80% de este monto cada año en promedio durante la última década. Además, no todos los empleos creados son formales. De esta manera, el reto es doble en materia laboral: crear más y mejores empleos, y para ambos objetivos son indispensables mayores niveles de inversión y crecimiento.
Considerando que más del 80% de la inversión se realiza en el sector privado, un deber fundamental del gobierno es promoverla. Para ello, los proyectos de inversión pública deben contemplar una complementariedad con la inversión privada o, por lo menos, se deben respetar las reglas y leyes para dar certidumbre y atraer a inversionistas nacionales y extranjeros. Pero ninguna de estas opciones ha sido prioridad para el gobierno actual, a juzgar por el Presupuesto de Egresos de la Federación para 2022 y la iniciativa de reforma constitucional en materia energética, entre otras medidas.
El incremento de la inversión, principalmente privada, es un motor fundamental para el crecimiento del país y la generación de empleo. Para propiciarlo, el gobierno necesita hacer más que dar mensajes tranquilizadores a los empresarios; se requieren acciones concretas que den resultados visibles.
Publicado en El Economista
25-02-2022