La clase media apareció en el radar desde junio de este año, cuando ese grupo poblacional —ambiguo y fluido como su definición— fue definido en términos negativos por el presidente López Obrador al considerarla “aspiracionista”. Sin duda la clase media, casi independientemente de cómo la definamos, tiene aspiraciones de superar a la generación anterior.
Uno de los primeros ejercicios para definirla y cuantificarla lo hacen Luis de la Calle y Luis Rubio en su libro Clasemedieros (2010). Los autores sugieren que la clase media implica un concepto elástico, por decirlo de alguna manera, que va mucho más allá del nivel de ingreso percibido por los hogares. A los clasemedieros no los define únicamente su ingreso, pero tampoco sus gastos, tampoco incluso sus aspiraciones. Es el conjunto de todo lo anterior lo que nos permite entender mejor las características de esta gran parte del país.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en un ejercicio extraordinario (en ambas acepciones del término), presentó esta misma semana un estudio que permite aportar datos a este debate. Parte, siguiendo lo previamente analizado, de que es un grupo difícil de definir, que no puede ser acotado únicamente a partir del ingreso o de los gastos. La metodología del Inegi reúne similitudes entre grupos de hogares a partir de la información de las diferentes encuestas de ingreso-gasto de distintos años, considerando datos de ambos rubros, a partir de los cuales identifica estratos. Una vez identificados esos estratos se observan 14 conglomerados —siete urbanos y siete rurales— y se analiza si estos están separados de los demás. De tal manera, se obtienen grupos de hogares con diferentes características de ingreso y de gasto.
El ejercicio toma a manera de año base, para poder hacer comparaciones, el año 2010 y a partir de ahí presenta resultados bianuales. En 2010, 42,4% de los hogares mexicanos pertenecían a la clase media. En términos poblacionales, eso equivalía a 39,2% de la población, prácticamente 44 millones de personas. En la clase alta, conforme a lo presentado, se encontraba 1,7% de la población equivalente a casi dos millones de personas, ninguna de ellas en el ámbito rural cabe mencionar. En la clase baja había en 2010, 66 millones de personas, alrededor de 59,1% de la población.
Los datos muestran el cambio paulatino, pero constante, en la dinámica poblacional. En 2018, 42,7% de la población, 53 y medio millones de personas, formaban parte de la clase media. La clase alta porcentualmente se redujo y pasó a 1,5% de la población, un millón 800.000 personas en este grupo. La clase baja también se contrajo en términos porcentuales y representó en 2018 un 55,8% de la población, aunque en términos absolutos aumentó a más de 69 millones de personas.
En 2020, los datos se mueven en sentido contrario. Disminuyen la clase alta y la media, tanto en términos porcentuales como absolutos, y aumenta de forma significativa la clase baja. En el primer segmento, la clase alta, se ubicó en 2020 en alrededor de un millón de personas, 0,8% de la población. La clase media pasa de ser 42,7% a 37,2%. Una reducción de 6,2 millones de personas al pasar a agrupar a un poco más de 47 millones de personas. La clase baja, en contraste, aumenta. Pasa de ser 55,8% de la población a representar el 62%, un incremento de 8,7 millones de personas.
En el reporte Cuantificando la Clase Media 2010-2020, el Inegi también da información estatal. Las tres entidades en las que hay más clase alta son Ciudad de México, Nuevo León y Colima. Hay Estados en los que más de 50% de su población se ubica en el grupo clasemediero: Ciudad de México, Colima, Jalisco, Baja California, Sonora, Baja California Sur, Querétaro y Sinaloa justo a la mitad. No sorprenden las entidades en las que hay más porcentaje poblacional viviendo en el grupo considerado como clase baja. Solo diez Estados tienen menos de la mitad de su población en ese conjunto, pero en las que la situación es más crítica son Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Puebla, en ese orden.
Los ingresos promedio mensuales de un hogar perteneciente a la clase media en el ámbito urbano son 23.451 pesos. Los de clase alta, casi 78.000, y los de la baja, 12.977. En el entorno rural, los ingresos de la clase media son en promedio 18.569 pesos mensuales y los de la baja, 9.313.
Además de los ingresos, el estudio brinda información sobre las características sociodemográficas de estos grupos. En la clase media, 55,9% de los hogares cuenta con al menos un trabajador asalariado formal y 43,9% tiene un director, mando o jefe como miembro. De los hogares clasemedieros, 51,2% tiene al menos un adulto con mínimo un año de educación superior, lo que contrasta con los hogares que se ubican en la clase alta en los que la cifra equivale a 91,9%.
Los datos muestran que México tiene un porcentaje importante de hogares y de personas ubicadas en ese grupo —flexible y elástico— llamado clase media. Pero 2020 frenó los avances que se habían dado en la incorporación de cada vez más personas en ese grupo. La contracción de más de seis millones de personas en la clase media y el crecimiento de más de ocho millones en el grupo considerado como clase baja nos debería de preocupar a todos.
Ese no es el México que queremos, ese no es el México de oportunidades que debería ser. Las aspiraciones importan. La política pública también.
*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad de la autora y no representan la postura institucional.
Publicado en El País México.
11-11-2021