Artículo
Suave patria, ¿Cómo vamos?
En su famoso poema La Suave Patria, Ramón López Velarde incluye una frase que me genera vértigo y urticaria: “Patria, te doy de tu dicha la clave: sé siempre igual, fiel a tu espejo diario”. La cita es un bálsamo poético para los espíritus conservadores, una lectura de la tradición como el único cemento legítimo para edificar el futuro. Provoca un profundo desasosiego pensar que los vicios del México violento y miserable serán los continuos de un destino terco. Esa patria áspera no tiene por qué repetir la cotidianeidad de sus vicios y angustias. Alejandro González, director de Gesoc, afirma que para poder transformar una sociedad se debe conjurar el maleficio de “las tres Íes: la inercia, la ideología y la ignorancia”. Estas tres palabras son las mejores aliadas de esa patria empeñada en no cambiar.El crecimiento económico es la fuerza más revolucionaria que puede experimentar una sociedad moderna. Para dejar de ser lo que somos, tenemos que estar obsesionados con la capacidad nacional para generar riqueza y oportunidades. Es una tarea monumental, donde el liderazgo político es relevante pero insuficiente. Los mexicanos padecemos de un caso crónico de presidencialismo subconsciente. En esta ficción política asumimos que el titular del Ejecutivo es un caudillo puedelotodo. La realidad es distinta. El empeño por lograr un crecimiento incluyente y sostenido no debe ser una preocupación exclusiva del gobierno, sino un afán de la iniciativa privada y el resto de la sociedad.