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Si la inversión extranjera lo fuera todo…

FOTO: MARIO JASSO/CUARTOSCURO.COM

La inversión extranjera directa nos encanta. Nos gusta —como país— ser el receptor de esos recursos que antes de llegar a tierras mexicanas evalúan una buena cantidad de destinos para establecerse. La inversión extranjera —la directa, no la de portafolio— llega a un lugar para quedarse. No sale volando a la primera dificultad ni corre a la primera crisis. El largo plazo es lo suyo. Además, esa inversión, al provenir de diferentes lugares, permite la transmisión de conocimiento —externalidades positivas les llamarían los economistas— y el desarrollo en diferentes regiones.

Para que llegue hay un par de características básicas que son necesarias. En primer lugar, y con el riesgo de caer en la obviedad, la probabilidad alta de un rendimiento interesante en comparación con los otros lugares evaluados y en segundo, la certeza en que las reglas aplicables serán las reglas aplicables. Es decir, que el cambio de algún ministro de la Suprema Corte no cambie las resoluciones ya alcanzadas, o incluso si cambiara la Corte entera, la ley existente se aplique como se deba aplicar.

La semana pasada, el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, anunció en la conferencia mañanera que con la inversión extranjera directa recibida en el tercer trimestre del año, el monto acumulado entre enero y septiembre ascendería a 40,960 millones de dólares, 14.5% más que la acumulada durante el mismo periodo de 2024. De ser así, el cierre de la recepción de IED durante 2025 podría terminar, según análisis de Banamex, en 43.2 mmd.

Hoy Banco de México publica la Balanza de Pagos del tercer trimestre del año —que no estaba disponible durante la redacción de estas líneas— y con la información ahí publicada podremos saber más detalles, incluyendo las cifras frente a las cuales fueron comparadas, dado que siempre sufren cambios al pasar los trimestres.

La noticia es positiva, sin ningún atisbo de duda. Es importante recibir esos recursos y más importante aún si se confirma lo que señaló el secretario Ebrard sobre las nuevas inversiones. La inversión extranjera directa suele categorizarse en tres rubros: cuentas entre compañíasreinversión de utilidades y nuevas inversiones. Las dos primeras hacen referencia a inversión que llegó en otro momento y que decide mantenerse y retener las utilidades en el país. Quizás la más interesante es la nueva, esa que llega por primera vez al país, habría crecido de 2 mil millones de dólares a 6.5 mmd. De confirmarse esa cifra en la Balanza de Pagos, las nuevas inversiones representarían 15% de la IED. El cambio sería sustancial dado que hasta el segundo trimestre del año las nuevas inversiones habrían representando 9% de la IED total.

Sin embargo, hay dos factores importantes para dar mayor contexto. Incluso con ese 15% de nuevas inversiones, el porcentaje queda por debajo de lo observado en otros años —como los 37% o 39% vistos entre 2015 y 2019. El segundo factor relevante es que la inversión extranjera recibida en estos momentos está representando un porcentaje bastante menor de la inversión total que al segundo trimestre fue 7.7% de la inversión total. Así que a pesar de recibir mayores flujos de inversión del exterior, eso no resuelve ni de cerca la falta de inversión que el país ha experimentado este año.

La IED es una buena noticia, pero no puede ni debe confundirse con una solución integral. Que lleguen más recursos del exterior habla de ciertas condiciones relativas del país, pero no reemplaza la inversión que no está ocurriendo dentro. Si México quiere crecer de manera sostenida, necesita un entorno donde la certeza jurídica no sea una excepción, sino la norma, y donde la inversión nacional vuelva a tomar fuerza. Celebrar los flujos extranjeros está bien; creer que bastan, no.

@ValeriaMoy

Publicado en El Universal

25-11-2025