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Un gabinete de clase mundial

Cada 6 años, el Presidente electo tiene que armar el equipo con el cual gobernará al País. Como los resultados de los últimos tres sexenios muestran, la tarea no siempre sale bien. El Presidente electo tiene que ponderar qué prioridad dar a una serie de atributos personales de los candidatos, como son: su experiencia y pericias técnicas y políticas; su disposición a trabajar en equipo; sus valores y conducta personal; su capacidad de trabajo; su salud física y mental; su confiabilidad, etc. Pero el Presidente electo también debe satisfacer las expectativas de grupos de interés domésticos e internacionales, lo cual significa que sus grados de libertad son limitados. Si estos juzgan que los nombramientos son buenos, el Mandatario habrá iniciado con el pie derecho, pero si los nombramientos no caen bien, la reacción de los interesados será negativa y bastante visible. Veamos un ejemplo: los inversionistas en mercados de capitales internacionales y los inversionistas están ávidos de saber si el nuevo Gobierno mantendrá la disciplina fiscal. Si el mercado juzga que los nombramientos son adecuados, probablemente no pase nada, pero si no, la reacción se notará en el valor de los títulos que cotizan en las bolsas. La mejor manera de evitar una reacción mala es nombrando a alguien cuya carta de vida comunique conformidad con tal objetivo.

Pero armar un gabinete expresamente para satisfacer las expectativas de los grupos de interés también puede ser una trampa. Por ejemplo, supongamos que lo que el Presidente electo desea es inducir cambios en alguna dimensión de la vida pública del País. Si nombra a una persona cuya trayectoria profesional manda un mensaje de continuidad, estaría poniendo obstáculos al cambio deseado. Un ejemplo de lo anterior sería nombrar a un líder sindical a la Secretaría de Trabajo. Si se quieren cambios en este frente, se requiere alguien como Arsenio Farell. Por contra, nombrar a alguien demasiado asociado con una tesis específica de cambio, también puede ser contraproducente, sobre todo si el Presidente aún no ha decidido la naturaleza exacta del cambio que quiere promover.

En suma, las decisiones que el Presidente entrante tome funcionarán como un diálogo con el resto de la sociedad política. Sus decisiones comunicarán intenciones y prioridades, y marcarán la dirección a seguir. Por ello, si yo estuviera en el lugar del Presidente, pediría a mis colaboradores más sensatos, objetivos y confiables que me ayudaran a armar ternas para cada puesto cuya composición sirvieran para perfilar y reforzar las diversas estrategias del Gobierno entrante. La estructura del gabinete debe satisfacer las prioridades y preferencias del Presidente electo, pero también debe corresponder a una lectura razonable y realista de la situación actual y de los retos a resolver.

En la historia reciente del País, el Presidente electo que mejor armó su equipo fue Salinas. El equipo que formó era el requerido para hacer cambios transformacionales en varias dimensiones. El nombramiento de Pedro Aspe para la Secretaría de Hacienda es un buen ejemplo de lo anterior. Le tocó liderar la renegociación de la deuda exterior, lo cual permitió que la economía volviera a crecer. También lideró la desestatización y modernización de las telecomunicaciones, la banca, el sector energético y varios sectores más. Pero, en mi opinión, su principal contribución fue liderar el proceso que culminó dando autonomía operativa al Banco de México. Sin este cambio, la inflación posiblemente todavía sería un reto a resolver.

El nombramiento de Serra Puche en la Secretaría de Comercio también marcó rumbo. Su principal logro fue negociar el acuerdo de libre comercio con Estados Unidos y Canadá, el cual cambió diametralmente la relación comercial de México con el resto del mundo y dio un fuerte impulso modernizador a los sectores de bienes comerciables. Serra también lideró la creación de la Comisión Federal de Competencia y Cofemer. y con su equipo impulsó muchos otros cambios que mejoraron el desempeño de la economía.

Lo que estoy diciendo se reduce a algo relativamente sencillo. Si Peña Nieto quiere liderar cambios significativos es indispensable que forme un gabinete de clase mundial.

A lo largo de las siguientes semanas analizaré la agenda que el nuevo Gobierno debe cumplir para transformar al País y discutiré cómo esta agenda se debe reflejar en el perfil de las personas que el Presidente nombre para su gabinete.