Opinión

Una foto precisa del país

FOTO: MOISÉS PABLO/CUARTOSCURO.COM

Aparecieron finalmente los resultados de la Encuesta Nacional de Ingreso Gasto de los Hogares (ENIGH) correspondiente a 2022. La ENIGH es una de las encuestas más ricas que genera el INEGI. Los encuestadores pasan una semana con los habitantes de cada una de las más de 105 mil viviendas que visitan, mientras recaban abundante información sobre los ingresos y los patrones de gasto de las familias que ahí habitan.

La encuesta –cara y compleja– se levanta cada dos años, por lo que los resultados de la ENIGH anterior corresponden al levantamiento que se hizo en 2020, justo cuando el país pasaba uno de los momentos más críticos en la pandemia de covid-19. Las cifras de 2022 tienen que leerse bajo esa perspectiva, ya que en 2020 se vivió uno de los choques económicos más fuertes de la historia económica de México desde principios del siglo XX.

La información que se genera a partir de la ENIGH es vasta. Empecemos por los datos generales para pasar después a los ingresos y entender su evolución en el tiempo.

Población y hogares

Hay en México, o había hasta 2022, 128.8 millones de personas, en su mayoría mujeres, quienes representan 52.1% de la población. Más de tres cuartas partes viven en las ciudades y el resto en el ámbito rural. El número de hogares se incrementó 5.1% en los dos años entre ambas encuestas, pero disminuyó el número de integrantes en cada hogar.

La dinámica poblacional muestra con absoluta claridad el envejecimiento de los mexicanos. El número de integrantes menores de 15 años en los hogares ha disminuido consistentemente en las últimas cuatro encuestas. Algo similar ha sucedido con las personas entre 15 y 64 años. Sin embargo, los integrantes mayores de 65 años han ido aumentando de forma sostenida en estos últimos ocho años. El futuro nos está alcanzando y las presiones en los sistemas de pensiones, de salud y de cuidados no harán más que crecer en los años venideros.

¿Han mejorado los ingresos?

Aquí es donde, a mi parecer, están los resultados más interesantes. Los hogares mexicanos urbanos tienen, en promedio, ingresos mensuales por 21,231 pesos. La mayor parte de ese ingreso proviene del ingreso recurrente, el que se obtiene de forma regular y que usualmente proviene del trabajo. De esos 21,231 pesos, 13,948 provienen del trabajo, 3,652 de transferencias –gubernamentales y otras–, 2,505 del valor imputado de la propiedad y 1,104 de la renta de propiedades.

El ingreso total se incrementó 11% respecto al ingreso de 2020, pero hay que regresar al momento en el que fue tomada esa información: justo en la etapa más crucial de la pandemia cuando todavía el cierre de la economía era importante. No sorprende, entonces, que una vez que la economía reabre y que la pandemia pasa, el ingreso rebote. ¿Es suficiente ese 11%? Veamos los datos de años anteriores.

El ingreso mensual promedio de las familias mexicanas en 2016 y en 2018, según la ENIGH y por supuesto, con datos comparables fue de 21,188 pesos y de 20,305 pesos, respectivamente. Las cifras dejan claro que la recuperación en el ingreso observada entre 2020 y 2022 responde al choque de la pandemia, porque al ver los ingresos de las encuestas previas vemos un incremento de 4.6% frente a 2018 y de solo 0.2% comparándolo contra 2016.

Es decir, en los seis años transcurridos entre 2016 y 2022 el ingreso mensual promedio de los hogares mexicanos prácticamente no ha cambiado. Pésima noticia.

Las transferencias gubernamentales han estado en el centro de la conversación desde el inicio del sexenio y la ENIGH nos da información al respecto. En 2022, los hogares mexicanos reportaron recibir al trimestre 1,777 pesos en transferencias gubernamentales. En 2016, fueron 1,120; en 2018, 884 pesos; en 2020, 1,330.

Pero ¿qué población recibe esas transferencias? ¿La más pobre? ¿Hay progresividad? El decil I, el de menores ingresos, reporta recibir 1,975 pesos y el X, el de mayores ingresos, expresa recibir 1,616 pesos. Conforme se avanza en los deciles debería de disminuir el monto de la transferencia si queremos que exista progresividad (que no necesariamente es o debe ser un objetivo). Con los datos de la ENIGH se observa cierta progresividad, pero no precisa porque hay deciles más altos que reciben más recursos en transferencias gubernamentales que el decil inmediato inferior.

La desigualdad

Al hablar de transferencias no podemos dejar de hablar de la desigualdad, en este caso particular, de la desigualdad de ingresos. En esta encuesta, medida a través del coeficiente de Gini, podemos ver que la desigualdad baja ligeramente. Sin embargo, es importante observar las tendencias y para eso hay que conocer los índices de los años anteriores. En 2016, el índice de Gini (sin transferencias) fue 0.499. En 2018, 0.475. En 2020, 0.468 y en esta última edición 0.460. La mayor disminución en estos años se encuentra entre 2016 y 2018. La disminución en la desigualdad se mantuvo en esta encuesta, pero es la continuación de una tendencia que ya existía en años anteriores.

Llama la atención el índice de Gini ya considerando las transferencias. Usualmente las transferencias gubernamentales –aunadas a un sistema fiscal progresivo– contribuyen a disminuir la desigualdad de ingresos, si están bien implementadas. El Gini con transferencias muestra, de igual manera, que la mayor disminución se da en el periodo entre 2016 y 2018. En los años subsecuentes se mantiene la tendencia, pero el ritmo en la disminución es menor.

Otras desigualdades

La ENIGH nos da información sobre las brechas de ingreso en más de un sentido. Además de la brecha regional, que una vez queda plasmada con los datos presentados (los estados más pobres se mantienen en el sur: Oaxaca, Guerrero, Chiapas) también observamos una desigualdad muy marcada en el ingreso que reciben las mujeres en relación al que reciben los hombres. Los hombres reciben un ingreso monetario mensual de 12,551 pesos mientras que las mujeres reciben 8,329. La métrica más precisa para determinar una brecha salarial por género debería de estar ajustada por tipo de puesto o responsabilidad laboral, pero estamos lejos de tener esa información. Sin embargo, los datos que nos da la ENIGH muestran lo que todas las mujeres sabemos. La brecha existe.

La ENIGH nos muestra una realidad compleja. Hay temas que mejoran, otros que empeoran y otros que simplemente irán cambiando de acuerdo con los tiempos. Toda la información que ahí se presenta es valiosa y nos permite ver un poco mejor, a través de esa fotografía más precisa, el país en el que vivimos.

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad de la autora y no representan la postura institucional.

Publicado en Letras Libres.

31/07/2023