Investigación

2022 cerró con la mayor generación de empleos en los últimos 7 años. El desafío persiste en la calidad.

2022 cerró con la mayor generación de empleos en los últimos 7 años. El desafío persiste en la calidad.

El Instituto Mexicano para la Competitividad analizó la cantidad de empleos generados en 2022 y sus condiciones laborales con datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE-N) actualizados al 4T2022. 

El 2022 cerró con la generación de 1.7 millones de empleos, que resultó en un incremento de 3.1% en la población ocupada entre el 4T20221 y el 4T2022. Este aumento anual en la cantidad de puestos es el más alto desde 2015, sin considerar lo ocurrido en 2021, cuando se restituyó el empleo perdido un año antes por el efecto de la pandemia.

En particular, en el último trimestre de 2022 se registró una población ocupada de 58.3 millones de personas, y se sumaron 908 mil 912 puestos de trabajo respecto al 3T2022, un incremento trimestral de 1.6%. La generación de empleo durante los últimos tres meses del año pasado fue liderada por las mujeres, quienes ocuparon 9 de cada 10 nuevos puestos; su nivel de empleo aumentó 3.7% de forma trimestral. Por otro lado, en el caso de los hombres, la creación de empleos fue menos dinámica, con un avance de 0.2% respecto al tercer trimestre de 2022.

El empleo en los estados

La dinámica de generación de empleo durante el último año fue distinta entre las entidades. Los estados con las mayores tasas anuales de aumento en la población ocupada entre el cierre de 2021 y el de 2022 fueron Tabasco (9.5%), Quintana Roo (8%), Querétaro (7.1%), Guerrero (6.9%) y Sinaloa (6.2%). En conjunto, estos cinco estados aportaron poco más de 2 de cada 10 puestos generados en el país durante el último año. La Ciudad de México (la entidad con la mayor fuerza laboral del país) aportó 1 de cada 10 puestos generados. 

La población ocupada creció en 28 entidades, mientras que 4 de ellas registraron pérdida de empleos. Colima fue la que observó la caída de mayor magnitud, con una reducción en la población ocupada de 3.4% entre el el cuarto trimestre de 2021 y el de 2022. Le siguieron Zacatecas, Durango y Tamaulipas, con retrocesos anuales de entre 0.5% y 3%. En conjunto, la pérdida de puestos en estos tres estados ascendió a (-)49 mil 742.

El desempleo continuó decreciendo en el año

Debido a los más de un millón de empleos generados durante el año pasado, la tasa de ocupación en el mercado laboral aumentó. Esto quiere decir que una mayor proporción de la población que está en edad de trabajar y realiza alguna actividad económica o busca activamente hacerlo (es decir, la Población Económicamente Activa, o PEA) tiene empleo. Al cierre del 2022, dicha proporción ascendió a 97%, un avance de 0.7 puntos porcentuales respecto al mismo periodo de 2021.

Aunado al aumento en la población ocupada, hubo una reducción en la cantidad de personas desempleadas -aquellos que no trabajan pero buscan empleo activamente-, de 354 mil 479 personas. Entre octubre y diciembre, el desempleo como proporción de la PEA fue de 3%, (-)0.7 puntos porcentuales menor a la observada durante el último trimestre del 2021. 

La tasa de desempleo en el cuarto trimestre del año pasado fue la más baja desde que se levanta la ENOE (2005). Sin duda, la reducción de las personas desempleadas representa un avance en el mercado laboral del país, pero se debe leer con ciertas consideraciones.

La baja tasa de desempleo en el caso de México no necesariamente significa que exista una situación de “pleno empleo”, es decir, donde haya oportunidad de trabajo para prácticamente toda la población que lo requiere o desea hacerlo. Dadas las condiciones del sistema de seguridad social y la nula red de seguridad ante el desempleo en el país, la mayoría de la población mexicana no puede permanecer sin una fuente de ingreso por mucho tiempo, por lo que busca empleo constantemente y acepta emplearse en cualquier actividad, incluso en condición de informalidad, o con un número reducido de horas o ingresos.

La tasa de desempleo no es una medida que incluya a toda la gente que requiere un empleo en el país. Hay personas en edad de trabajar que han desistido de buscar empleo, pero que desean trabajar, y aceptarían emplearse si encontraran ofertas de trabajo que consideraran atractivas.

Es el caso, por ejemplo, de mujeres que desean trabajar pero no se encuentran en condiciones adecuadas para hacerlo (ya sea debido a la falta de apoyo en el cuidado de niños o adultos mayores, o alguna otra barrera). A este grupo de personas se les llama “disponibles” y se contabilizan como parte de la Población No Económicamente Activa (PNEA), por lo que no se toman en cuenta para el cálculo de la tasa de desempleo, aunque forman parte de la fuerza laboral potencial. Por ende, constituyen una parte “oculta” del nivel de desocupación en México.

En este sentido, la cantidad de personas que podría tener empleo en el país no se compone únicamente de los 1.8 millones de personas desempleadas, sino que incluye también a los 5.4 millones de personas disponibles para trabajar pero sin búsqueda activa de un empleo. En suma, al cierre del año hubo 7.2 millones de personas que podrían representar un potencial incremento de 11% en la fuerza laboral del país.

Por último, la tasa de desocupación tampoco cuenta a las personas que, aunque tienen trabajo, necesitan o quieren emplearse por más tiempo. A este grupo, que comprendió 4.4 millones de trabajadores al cierre del 4T2022, se le denomina “subocupado”.

Menor informalidad, pero mayor presión sobre los ingresos de los trabajadores

Un elemento fundamental de análisis es la calidad de los puestos de trabajo creados, es decir, sus condiciones laborales en términos del cumplimiento de los derechos laborales y nivel de ingreso, por mencionar algunas.

Además de un incremento sustancial en los empleos, el 2022 también cerró con buenos resultados en materia de calidad laboral. Casi 7 de cada 10 puestos agregados en el año fueron formales: se crearon 1.2 millones de empleos formales y 548 mil 21 empleos informales. Así, el año terminó con una tasa de informalidad de 55.1%, una reducción de 0.7 puntos porcentuales respecto al cierre de 2021. 

Aunque se generaron más puestos formales que informales durante el último año, es importante tener presente que persiste el reto de combatir el problema de la informalidad laboral, puesto que más de la mitad de la población ocupada es informal.

Uno de los problemas más notorios es el empleo informal en empresas del sector informal, es decir, en pequeñas empresas sin registros legales que comúnmente operan a partir de los recursos del hogar. Este tipo de empleo aumentó 0.5% durante todo 2022, equivalente a casi 81 mil personas adicionales. Aunado a ello, la cantidad de trabajadores en empresas del sector formal pero sin acceso a prestaciones laborales (seguridad social, ahorro para el retiro, reparto de utilidades, etc.) aumentó 3.1%, equivalente a 467 mil 360 personas más que en el último trimestre de 2021. Al cierre del año, 5 de cada 10 trabajadores informales pertenecen al sector informal de la economía. 

Si se analiza en términos de género, la creación de puestos informales durante 2022 estuvo compuesta en su totalidad por mujeres, principalmente sin acceso a prestaciones laborales. El aumento de trabajadoras en empresas formales, pero sin un vínculo laboral reconocido, ni una garantía del cumplimiento de sus derechos laborales, representó casi 7 de cada 10 empleos informales generados para las mujeres; el resto se creó en el sector informal.

En cuanto al nivel de ingreso, los datos muestran que las percepciones promedio de los trabajadores aumentaron durante el último año, aunque a un ritmo considerablemente inferior al de la inflación. Así, la presión sobre el poder adquisitivo del ingreso de los trabajadores continuó durante el año. Un trabajador recibió $8,457 pesos corrientes al mes, en promedio, con un crecimiento de 6.3% anual (equivalente a un incremento de 498 pesos). Sin embargo, la inflación general fue de 7.8% anual, con incrementos más marcados en algunos bienes y servicios.

En particular, los alimentos y bebidas han tenido fuertes presiones inflacionarias desde finales del 2021, con un aumento en los precios de 12.7% anual. Su encarecimiento afecta el poder adquisitivo especialmente de aquellos con menores ingresos, quienes destinan la mitad de su gasto tan solo a la adquisición de este tipo de productos. De igual manera, los precios de otros servicios básicos como el transporte y la educación han aumentado a tasas de 4.5% y 6.5% respectivamente en ese periodo, mientras que la renta de vivienda se ha encarecido un 3%. 

Al descontar el efecto de la inflación, el ingreso promedio de los trabajadores en el país disminuyó (-)1.6% en términos reales entre el 4T2021 y el 4T2022, lo que es indicativo de la pérdida en el poder adquisitivo generalizado que ha tenido el ingreso de los trabajadores ante el encarecimiento de los bienes y servicios que consumen.

Es notable el desempeño dinámico del mercado laboral durante 2022, en un contexto de fuertes presiones inflacionarias. Sin embargo, los datos muestran que si bien hubo un  incremento considerable en la cantidad de empleos, los ingresos laborales no han aumentado lo suficiente para compensar la inflación, lo que ha resultado en la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores.

Este reto se mantendrá en 2023, ya que aunque se espera una tasa de inflación de 4.1% al cierre del próximo año -según el último reporte trimestral al 2T2022 presentado por Banxico-, la inflación no cederá para ubicarse en menos del 5% en la primera mitad del año.

Además, persisten retos en cuanto a la suficiencia y la calidad del empleo en el país, como la falta de trabajo para 1 de cada 10 personas en la fuerza laboral potencial, que refleja el desaprovechamiento de más de 7 millones de personas que buscan empleo o bien desean trabajar pero no buscan activamente un empleo. Por ello, es necesario que la generación de más y mejores empleos mantenga su tendencia dinámica en los próximos años. 

Todos estos factores se suman a las medidas implementadas recientemente en materia laboral, como el aumento en salarios mínimos, en las aportaciones al ahorro para el retiro y los días de vacaciones pagados, que si bien son condiciones necesarias para avanzar con el mejoramiento de la calidad del empleo en el país, implicarán un aumento en el costo de la formalidad.

Los empleadores deberán pagar mayores salarios y aportar más recursos para poder cumplir con los derechos laborales de sus trabajadores, por lo que se requiere además generar condiciones que ayuden a compensar este impacto en el corto plazo, para evitar que se desincentive la creación de empleos formales. 

En este sentido, el IMCO ha subrayado la promoción de un entorno económico más atractivo para la generación y atracción de inversión y talento humano como un requisito indispensable para lograr que un mayor número de empresas tengan los recursos suficientes para ofrecer más y mejores empleos. Adicionalmente, el entorno de elevada inflación que persiste en el país plantea la necesidad de tomar medidas para reducir el impacto sobre los trabajadores más vulnerables, como el mejoramiento en la focalización de los programas sociales.