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Ante Trump, México y Canadá deben apostar por América del Norte

FOTO: OMAR MARTÍNEZ / CUARTOSCURO.COM

El regreso de Donald Trump a la Oficina Oval tendrá implicaciones tectónicas en la relación de Estados Unidos con el resto del mundo y para el orden internacional basado en reglas. Por su proximidad geográfica, nivel de interdependencia y diásporas en ese país, México y Canadá son a todas luces los países más expuestos al riesgo Trump.

En el ámbito internacional, la segunda administración del presidente Trump estará definida por la carrera por el liderazgo tecnológico con China. El reto central para México y Canadá será convencer que la receta para competir con éxito en esta disputa está en una mayor integración regional que aproveche la complementariedad económica, energética y demográfica de los tres países.

Ante este panorama, ¿qué pueden hacer los dos socios y aliados más importantes de Estados Unidos? En primer lugar, preservar América del Norte. Toda revisión del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC) debe mantener su naturaleza trilateral. México y Canadá deben ir juntos para empujar sus intereses ofensivos y defensivos.

Esto es especialmente relevante para el próximo gobierno canadiense, que de dejarse llevar por el canto de las sirenas y buscar un acuerdo bilateral, llegaría en una posición de debilidad a la mesa de negociaciones en temas clave como el acceso a los mercados de lácteos y madera, la excepción cultural de Quebec o la posibilidad de establecer paneles para la revisión de medidas antidumping.

Por su parte, México debe convencer que reglas de origen más estrictas para el sector automotriz debilitaría a la industria en la región en beneficio de las armadoras chinas. De igual forma, el país debe impulsar una flexibilización de las reglas de origen en textiles para fortalecer la industria textil y de confección, especialmente en el sur de México, regiones históricamente expulsoras de migrantes.

La cuestión migratoria, el problema perenne en la relación México-Estados Unidos representa un nudo difícil de desenredar dada la ausencia de condiciones políticas en el Capitolio y en la Casa Blanca para una reforma migratoria integral. No obstante, es posible dar pasos en esa dirección.

Las caravanas de migrantes de América Central, Venezuela, Cuba y Haití, entre otros países, no terminarán únicamente con el despliegue de elementos de la Guardia Nacional en el Suchiate. México, Estados Unidos y Canadá tendrían que establecer un programa ambicioso de visas temporales donde los tres países, proporcional a su tamaño y economía, reciban un determinado número de migrantes por año.

Asimismo, México tiene que promover una ampliación de la lista de profesiones del T-MEC para la entrada temporal de personas de negocios para incorporar empleos actualmente escasos en Estados Unidos como el autotransporte o la enfermería.

En energía, tanto México como Canadá debieran aprovechar la coyuntura para impulsar el desarrollo de proyectos transfronterizos de infraestructura energética que abonen a fortalecer la seguridad energética y la competitividad de la región.

La administración Trump mantendrá la presión para detener los flujos de droga, particularmente fentanilo, a EUA, una de sus principales preocupaciones. La amenaza del crimen organizado transfronterizo sólo se puede abordar con éxito de forma conjunta. 

En este sentido, la respuesta tendría que ser un Tratado de Seguridad de América del Norte que formalice los canales y mecanismos de cooperación en este rubro, con mecanismos de identificación de objetivos prioritarios, intercambio de inteligencia, congelamiento de cuentas y otros activos en los tres países, certificaciones y controles de confianza, entrenamiento y capacitaciones, entre otros.

Sólo así podrán México y Canadá quitarse de encima esa espada de Damocles que representa la amenaza arancelaria.

Publicado en Animal Político

23-01-2025