Opinión

¿Apoyos clientelares?

FOTO: YERANIA ROLÓN/CUARTOSCURO.COM

Hoy en día, el mayor presupuesto para apoyos y programas sociales se destinó en el sexenio pasado. En 2014, se gastaron $812 mil millones de pesos en programas presupuestarios que tenían esta finalidad. Después de 8 años, en 2023 se alcanzará un nuevo histórico. Dependiendo de cómo se vea, el vaso puede estar medio lleno o medio vacío. Esto porque 4 de cada 10 pesos se irá exclusivamente al programa Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores.

El próximo año se planea una asignación de 865 mil 227 mdp para programas sociales. Esto equivale a un incremento de 18.8% en términos reales en comparación con lo aprobado en 2022. Llama la atención que, de estos recursos, casi el 60% se pretenda destinar a 8 programas sociales los cuales se consideran prioritarios: 1) Pensión de las personas adultas mayores, 2) Beca para educación media superior, 3) Sembrando Vida, 4) Becas de educación básica, 5) Pensión para personas con discapacidad, 6) Jóvenes Construyendo el Futuro, 7) Jóvenes Escribiendo el Futuro y 8) Apoyo para las niñas y niños, hijos de madres trabajadoras.

Tan solo las pensiones de las personas adultas mayores se comerán el 38.8% del total de los recursos a apoyos sociales. De 2013 a 2018 el programa se otorgaba a los adultos mayores de 65 años. Durante 2019, el presidente subió la edad de acceso a la pensión para adultos mayores a 68 años, pero en 2022, cambió las reglas de operación para regresar la edad de acceso a los 65 años. Además, se anunció que la pensión aumentará un 25% a inicios del 2023, pasando de $3,850 bimestrales a $4,812. Por lo cual se proyecta un incremento de 37% para dicho programa el año siguiente.

Nadie podría cuestionar que es una buena noticia que se destinen mayores recursos a programas sociales. De la misma forma, difícilmente alguien pediría que disminuyan o se eliminaran las pensiones de los adultos mayores. El problema está en el enfoque de la discusión. No se trata de estar en contra o a favor de las pensiones, sino de pensar en cómo hacer que el #presupuesto2023 sea equitativo y intergeneracional. Que al mismo tiempo que se protegen adultos mayores y personas con discapacidad se aseguren recursos para las niñas, niños y adolescentes, independientemente de que ellos no voten.

A pesar de la política de austeridad, el Presupuesto de Egresos de la Federación no ha dejado de crecer. Para 2023 ascenderá a más de 8 billones de pesos, equivalente a un aumento de 13% en términos reales en comparación con este año. Algo estamos haciendo mal como país, cuando el presupuesto crece años tras año y 2 de cada 5 mexicanos se encuentra en situación de pobreza (Coneval 2020).

Destinar mayores recursos no servirá de nada si los programas son poco efectivos e ineficientes para cumplir su fin. El riesgo de que el presupuesto contemple apoyos clientelares va más allá de las elecciones. El costo real de este tipo de apoyos es una sociedad más desigual, sin inversión productiva y sin un progreso sostenible. La lógica electoral llegó para quedarse. Las autoridades renunciaron a gobernar y eligieron someterse al reflector.

*Las opiniones expresadas en esta columna con responsabilidad del autor y no representan la postura institucional.

Publicado en El Sol de México.