A más de un año de clases a distancia, México sufre una crisis educativa sobre la que escribí en este espacio en marzo . Más de 5 millones de estudiantes abandonaron la escuela para este ciclo escolar y existen razones para pensar que quienes sí se inscribieron tengan rezagos de conocimiento importantes.
Por eso es necesario diseñar soluciones viables para un regreso seguro, voluntario y eficiente. Esto cobra aún más relevancia ahora que varios estados se perfilan a regresar a clases, incluyendo la Ciudad de México.
Una preocupación con la que me he topado es el incremento potencial de viajes para acudir a las escuelas. Ésta no es menor, pues hay mucho que mejorar en términos de desarrollo urbano y movilidad en las ciudades mexicanas. Sin embargo, hay que empezar por el principio: dimensionar el problema.
En el contexto de la pandemia, existe la percepción de que el uso de transporte público (por ejemplo, metro, metrobús, camión, combi o colectivo) puede ser un foco de infección. Son espacios cerrados que en hora pico aglomeran a muchas personas. ¿Cuántos estudiantes lo usan?
Por los datos del Censo de Población y Vivienda 2020 sabemos que en promedio el 25% de los estudiantes del país utiliza algún tipo de transporte público para llegar a la escuela. Esto equivale a casi ocho millones de estudiantes. Sin embargo, este indicador varía entre entidades. En la Ciudad de México la proporción se duplica: casi la mitad de los estudiantes usan el transporte público (48%). En contraste, solo el 15% de los alumnos de Chihuahua y Oaxaca están en esta situación.
Por otro lado, a nivel nacional la proporción de estudiantes que usa transporte público incrementa con la edad, probablemente porque en las primeras etapas escolares hay escuelas más cercanas a los domicilios. El 7% de los alumnos de kínder y primaria se mueve en transporte público contra el 44% de los alumnos de prepa y el 63% de quienes están en edad de acudir a estudios superiores.
En los estados, esta tendencia se mantiene. Un ejemplo es la Ciudad de México, donde el 15% de niños de 3 a 11 años se mueve en transporte público contra el 75% de jóvenes de 15 a 17 años y el 90% de alumnos de más de 18 años.
Este tipo de indicadores son básicos para nutrir este debate complejo que requiere soluciones microscópicas para lograr un regreso seguro a las aulas. En ese sentido, además de reforzar medidas sanitarias en el transporte público, cada estado y municipio deberá identificar posibles estrategias para reducir el riesgo de las y los alumnos.
Incluso, esta coyuntura podría servir para fomentar modos de transporte no motorizado. Por ejemplo, en Bogotá se han aprovechado dos programas, Ciempiés y Al Colegio en Bici , de caravanas guiadas para que más estudiantes lleguen a la escuela en bicicleta o caminando.
La crisis educativa amenaza el futuro de las y los estudiantes, así como la competitividad de este país. Para amortizar los efectos, es fundamental que las autoridades de diferentes niveles de gobierno y el resto de los sectores que forman la comunidad educativa se coordinen para implementar acciones que pongan al talento en el centro.
Publicado en Expansión
24-05-2021