Opinión

¿Con qué se comen las promesas?

FOTO: IVAN STEPHENS/CUARTOSCURO.COM

Como cada trimestre, este martes 30 de abril, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público presentó sus informes sobre la situación económica, las finanzas públicas y la deuda pública. Con estos reportes trimestrales podemos tener una buena idea de cómo va el manejo de los recursos que son de todos y, ojalá, presionar a nuestro gobierno a gastar mejor.

Las presiones fiscales que se esperan para este año comenzaron a notarse con los datos del primer trimestre, pues mientras los ingresos públicos crecieron 2.4% –en estos párrafos todas las comparaciones son en términos reales– con respecto al mismo período de 2023, y se ubicaron en 1.87 billones de pesos, el gasto se incrementó 18.8%, alcanzando 2.32 billones de pesos, y eso sin contar que los gastos van con un rezago de casi 5% con respecto a lo programado.

En el lado de los ingresos, el incremento se debe en buena medida a la recaudación del IEPS a los combustibles, que creció 195%, mientras que la del IVA aumentó 4.1%. Por su parte, en el sentido contrario hallamos el ISR, que disminuyó 5.2% en el primer trimestre del año, y los ingresos petroleros se redujeron en la misma proporción.

Sin embargo, mientras que los ingresos petroleros del gobierno federal cayeron 60.8%, los de Pemex crecieron 20.3%. Esto refleja la reducción de la tasa del Derecho de Utilidad Compartida (DUC) y los estímulos fiscales otorgados a Pemex a inicios del año. A pesar de esto, Pemex tuvo 92% menos utilidades en el primer trimestre de 2024 que en el de 2023.

Por su parte, el gasto público sigue creciendo más rápido que los ingresos. Decía arriba que, comparando con 2023, creció 18.8%, pero en contraste con los primeros meses de 2019, el incremento fue de un notable 32.7%.

¿En qué se fueron los principales gastos del trimestre? Los ramos administrativos, es decir, las secretarías del gobierno federal, gastaron 70% más que el año anterior. Se destacan, entre ellas, la de Energía, que gastó casi cuatro veces lo que gastó en el primer trimestre de 2023. Pero por su tamaño, la Secretaría del Bienestar es la que resultó más relevante: gastó un poco más de 242,000 millones de pesos. Esto fue 79% más que en 2023.

Otros rubros muy importantes fueron las pensiones, que abarcaron 15.3% del total (sin contar el programa de pensiones para las personas adultas mayores, pues éste se ubica en la Secretaría del Bienestar), y el costo financiero de la deuda, que representó 11.2% del total, con casi 260,000 millones de pesos.

En el balance no podría ser de otra forma: el déficit público fue de 452,000 millones de pesos, casi 250% más grande que el del primer trimestre de 2023 (en ese año fue de 124,000 millones de pesos). Si al déficit total le restamos el costo financiero de la deuda, tenemos un déficit primario de 192,800 millones de pesos. Un contraste claro con la situación al cierre de marzo de 2023, cuando se observó un superávit primario de un poco más de 134,000 millones de pesos.

De esta forma, el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (SHRFSP) –la medida más amplia de la deuda pública a nivel federal– fue de 15.43 billones de pesos al término del primer trimestre de 2024. Este saldo es 5.5% mayor al observado al final de marzo de 2023.

Este saldo histórico no toma en cuenta, desde luego, todos los gastos que en 2019 y 2020 se hicieron con recursos de los fondos de estabilización. No está de más recordar que al cierre de 2023, el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios y el Fondo de Estabilización de los Ingresos de las Entidades Federativas tenían casi 90% menos recursos que al inicio de 2019. Perder activos (recursos) y ganar pasivos (deuda) van en el mismo sentido: deterioran una posición financiera.

¿Con qué recursos se van a financiar todas las bonitas promesas que las candidatas nos hicieron el domingo pasado, durante su segundo debate? ¿Ahora cuánto se prometerá ahorrar por concepto de combate a la corrupción? ¿O todo quedará en seguir diciendo, mañana tras mañana, hasta el cansancio, que no hay más deuda? Y mejor ni pregunto de cuánto será el sobrecosto de las obras del próximo sexenio.

*Mi agradecimiento a Diego Díaz y Daniela Balbino por su apoyo en esta colaboración.

Publicado en El Economista

01-05-2024